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Los problemas de liquidez de Arabia Saudí pueden afectar a grandes empresas españolas de la construcción.

Ya ha pasado casi un año desde que la Casa de Saud asombrara al mundo con el anuncio de su plan de dejar que las fuerzas del mercado determinaran los precios del petróleo. Y luego hizo lo impensable: intensificó la producción de petróleo.

Lo que vino a continuación fue sin duda la mayor guerra de precios del nuevo siglo, ya que el precio cayó más del 50% en seis meses.

Economías suicidas

Para las naciones consumidoras de energía en problemas, el derrumbe de los precios del petróleo ha sido un regalo del cielo; para los países productores ha sido una fuente de dolor económico incalculable y miseria. Cuando los saudíes tuvieron su momento de todos dentro, se asumió que Rusia, así como otros «regímenes» indeseables dependientes del petróleo (como Venezuela), serían los primeros en caer.

Tras once meses, la estructura económica de Venezuela está hecha trizas, Rusia ha perdido miles de millones de dólares en beneficios por petróleo y la industria de esquisto estadounidense - que se da por sentado que es el segundo objetivo de los saudíes - se mantiene viva solo por entradas de deuda cada vez más difíciles de obtener y caras.

Pero a pesar de toda la matanza de balances financieros, los saudíes no han ganado su guerra de precios del petróleo. Aún no. De hecho, como los precios siguen haciendo daño, la economía saudí está comenzando a sentir el dolor, sobre todo con un déficit agregado para 2015 hasta 2017 que se prevé que supere los 300.000 millones de dólares. Los efectos están ahora rebotando por la economía, afectando a negocios en Arabia Saudí y más allá.

La Casa de Saud responde al descenso de crudo, que representa cerca del 80% de los ingresos del país, aprovechando las reservas extranjeras, que están ahora en su punto más bajo desde principios de 2013 así como recortando gastos, vendiendo bonos y retrasando proyectos. Estas podrían ser malas noticias para muchas empresas occidentales de construcción e infraestructuras, para las que el reino rico en petróleo ha sido una fuente prolífera de beneficios e ingresos.

Y ahora, según Bloomberg, Arabia Saudí ha ralentizado el desembolso de dinero y se encuentran con una espera de seis meses para el pago de las facturas.

Una pesadilla para España

Especialmente vulnerables son las empresas de construcción españolas. Han cavado un abundante nicho de mercado en la península Arábiga gracias a los incansables esfuerzos diplomáticos del antiguo rey de España, Juan Carlos I, que abdicó el año pasado.

Durante décadas, el rey Juan Carlos sirvió como un gestor de cuentas ejemplar para Spain Inc., enriqueciendo a corporaciones españolas, en particular a los fabricantes de armas, gracias a sus fuertes vínculos con los mandatarios autoritarios en Oriente Medio y el Norte de África. Durante el proceso, supuestamente, según el New York Times, ganó miles de millones de dólares en comisiones.

Juan Carlos, antiguo rey de España

Las relaciones del rey con la Casa de Saud son especialmente fuertes. Una semana antes de anunciar su intención de abdicar el año pasado, estuvo en Arabia Saudí para promover los «intereses empresariales españoles», en particular la implicación de empresas españolas en la construcción de una línea de alta velocidad entre Riad y la Meca por un valor de más 9.000 millones de dólares.

Esa línea de tren de alta velocidad podría estar ahora en peligro. Según El Economista, sigue sin estar claro si los recortes saudíes afectarán a la línea de tren. Si así fuere, causaría graves perjuicios en las cuentas de dos empresas españolas de ferrocarriles, RENFE y Adif, así como al gigante de la construcción OHL, que ya está ahogado en deudas y está envuelto en un enorme caso legal en México..

En una apuesta desesperada por frenar sus problemas de liquidez, la empresa acaba de completar un aumento de capital de 1.000 millones de euros. Como se podía prever, las acciones no han reaccionado bien y han perdido el 40% de su valor desde el 7 de octubre. Están un 70% por debajo desde su máximo de 24 euros en febrero.

Tambaleándose

La empresa española que probablemente esté más expuesta a los recortes saudíes es Fomento de Construcciones y Contratas (FCC), empresa cuyo mayor accionista es el cuarto hombre más rico del mundo, Carlos Slim, quien ya está teniendo un tórrido 2015.

FCC forma parte del consorcio para construir el metro de Riad, un proyecto que tiene un valor estimado de 22.000 millones de dólares. Esta cifra podría descender precipitadamente por los intentos de las autoridades saudíes de ajustar el gasto.

Esto podría suponer un serio problema para una empresa que ya reestructuró los términos de su deuda una vez en los últimos 18 meses y que recientemente ha intentado (sin éxito) convencer a sus mayores prestamistas a reestructurar otros 4.500 millones de euros.

Se espera que la empresa también realice otro programa de ajustes, con aún más despidos entre sus 55.000 trabajadores en todo el mundo. Hay incluso rumores de que habrá otro aumento de capital.

En otras palabras, más dolor para los accionistas de la compañía, que ya han visto cómo desaparecían sus dividendos y cómo las acciones han pasado de intercambiarse de 11,8 euros a principios de año a los 7 euros de hoy.

Ahora Arabia Saudí, una de las grandes fuentes de beneficios de la empresa, no está bien. No es que Arabia Saudí vaya a tener muchas dificultades en pagar sus facturas, no con una relación entre la deuda bruta y el PIB de menos del 2% en 2014 y reservas netas extranjeras de más de 650.000 millones de dólares. Pero las condiciones del mercado están empeorando rápidamente a medida que se acumulan las reservas y la liquidez se agota.

Mohamed Al Hwaity/Reuters

Los mandatarios del reino tendrán que hacer algo que no han hecho desde hace mucho tiempo: recortar en determinadas cosas no esenciales.

Entre ellas probablemente se encuentren los donativos públicos que el gobierno utiliza para mantener el orden social y los miles de millones que gasta en sistemas de armas estadounidenses y británicos, lo que hace que de repente los enormes proyectos de infraestructura estén de repente atrayendo la atención de aquellos celosos de reducir los costes. Y estas podrían ser muy malas noticias para algunos de los gigantes de la construcción enormemente endeudados y con problemas de liquidez.

La economía española está de nuevo en marca (este es el discurso del gobierno de Rajoy para ganar las elecciones de diciembre de todo o nada). Hará «todo lo que sea necesario» para mantener intacto el discurso. Pero no todo el mundo lo compra.

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