Japón y China están luchando por Asia Central
AP Photo/Kim Kyung-Hoon, Pool
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Shinzo Abe se encuentra en una gira relámpago por Asia Central en un intento de mejorar la situación de las empresas japonesas y contrarrestar la creciente influencia de China en la región.

El primer ministro de Japón recibió un doctorado honorífico en Turkmenistán e inauguró una nueva ópera en Uzbekistán antes de llegar a la capital kirguís de Bishkek el lunes.

La visita de Abe, la primera a la Asia central post-soviética por parte de un líder japonés en nueve años, llega a la vez que Pekín promete intensificar las inversiones en la región a través de su política de la Nueva Ruta de la Seda.

«Tienen miedo de que en el futuro China sea el principal actor de la región», dijo Dosym Satpayev, politólogo kazajo que dirige el Grupo de evaluación de riesgos con sede en Almaty.

Abe ha hecho de la infraestructura de exportación a los mercados asiáticos una parte central de su estrategia económica de crecimiento rápido, pero ha tenido problemas para cerrar acuerdos dada la disposición de China a la hora de ofrecer financiación sin restricciones y precios bajísimos.

La industria japonesa se ha visto afectada por la reciente decisión de Indonesia de aliarse con China para construir una línea ferroviaria de alta velocidad. El sector nuclear se ha mostrado horrorizado por la decisión de Gran Bretaña de construir una central nuclear con tecnología china, y temen que actúe como central de referencia para que China intente hacerse con el mercado global.

Los gobiernos de Asia Central, que siguen luchando contra la caída de los precios de los productos básicos y la recesión en Rusia, verán con buenos ojos el mayor interés de Japón. El presidente del Parlamento de Mongolia dijo el jueves a Abe que consideraba a Japón el «tercer vecino» del país.

No obstante, los empresarios y analistas de Asia Central se muestran muy escépticos ante la posibilidad de que Japón pueda suponer un contrapeso significativo para China, que ha realizado grandes inversiones en recursos naturales e infraestructura en los últimos 15 años y es actualmente el mayor socio comercial de la región.

Tokio se negó a unirse al Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura, de 50 mil millones de dólares y liderado por Pekín, que se puso en marcha este verano.

Aunque Japón ha sido durante mucho tiempo uno de los principales donantes de ayuda al desarrollo de la región, sus lazos económicos son relativamente limitados. Inpex, la empresa de energía, tiene una participación en Kashagan en Kazajstán, un yacimiento grande pero con problemas, y las empresas japonesas han ganado contratos para construir plantas de procesamiento en los sectores del petróleo y uranio.

Las voces de los escépticos

Luca Anceschi, especialista en la región en la Universidad de Glasgow, dice que las barreras geográficas y el pobre clima de inversión de la región obstaculizarán el empuje de Abe. Este afirma:

«Me mantengo escéptico ante las posibilidades de cooperación entre Japón y Asia Central».

Un alto ejecutivo de Kazajstán que ha trabajado en Japón describe la política de Asia Central de Tokio como «un verdadero desastre». Habló del concurso por hacerse con la construcción de la primera planta de energía nuclear de Kazajstán, y dijo que las empresas japonesas estaban involucrados en varias ofertas diferentes:

«Esta es la razón de por qué los chinos tienen más éxito. Es mucho más sencillo. Proponen a una empresa china, financiada por bancos chinos con garantías soberanas».

Satpayev añade que los grupos chinos y rusos están más acostumbrados a sortear la corrupción endémica de la región. Este dijo:

«China puede trabajar con cualquier élite política corrupta, mientras que Japón tiene algunos problemas».

Acuerdos clave

Abe está de visita en la región con un séquito de unos 50 bancos japoneses, empresas comerciales y universidades, anunciando miles de millones de dólares en proyectos conjuntos, aunque fuentes cercanas familiarizadas con algunas de las ofertas dijeron que estaban todavía lejos de formalizar contratos vinculantes.

Tanto él como el presidente de Turkmenistán, Gurbanguly Berdymukhamedov, firmaron acuerdos para cooperar en proyectos que dijeron que tenían un valor de 18 mil millones de dólares, aunque se revelaron pocos detalles al respecto.

Las empresas japonesas proponen construir, pero no poseer, plantas alrededor del gaseoducto gigante de Galkynysh. Estas podrían incluir una planta de procesamiento de gas de 8 mil millones de dólares, una planta de 4 mil millones de dólares de productos químicos que utilizan gas natural como materia prima y una instalación de 2 mil millones de dólares para producir urea para su uso en fertilizantes. Los consorcios incluyen empresas comerciales como Mitsubishi e Itochu, así como ingenieros de planta tales como JGC y Chiyoda.

En Uzbekistán Abe anunció 8,5 mil millones de dólares de proyectos conjuntos, entre ellos un contrato de Mitsubishi Heavy Industries y Mitsubishi Corporation para construir una planta de fertilizantes de 1.000 millones de dólares.

Abe ha participado en viajes frenéticos cuando no hay sesiones parlamentarias, con el doble objetivo de impulsar la economía de Japón y compensar la creciente influencia de China, aunque ha tardado bastante en visitar Asia Central.

El jefe de gabinete, Yoshihide Suga, dijo:

«Esto contribuirá a desarrollar nuestros vínculos con los diferentes países. Japón ha contribuido a la construcción de estas naciones y queremos favorecer este aspecto».

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