Se pone el sol en la UE
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Los controles fronterizos pueden poner fin a años de esfuerzos por integrar a Europa.

Colas, atascos y controles de seguridad: su regreso a Europa podría tener un impacto económico considerable debido a los atentados de París y al flujo sin precedentes de refugiados procedentes de zonas de conflicto como Siria.

Altos funcionarios de la Unión Europea advierten de que volver a implantar los controles fronterizos podría entorpecer el uso de la moneda única europea.

Aunque la eliminación de los controles fronterizos en grandes partes de Europa en el último par de décadas ha generado preocupación por los niveles de inmigración en algunos países, también ha enriquecido a los europeos al facilitar el comercio y el turismo. Gracias al llamado Acuerdo de Schengen, más de 400 millones de europeos pueden viajar sin problemas entre los 26 países para hacer negocios o para excursiones de fin de semana improvisadas.

Los controles que han impuesto entre otros países Francia, Alemania y Hungría se aplican a las personas y no a las mercancías que circulan por el mercado único europeo. Aún así, habrá costes económicos.

Dane Davis, analista de Wall Street que el año pasado fue coautor de un estudio sobre los efectos económicos de la zona Schengen, advirtió que el retorno permanente de las fronteras en Europa sería muy costoso:

«Resulta bastante lógico decir que el fin del acuerdo de Schengen reduciría el comercio. Cuando se suma el efecto neto para el conjunto de Europa, esto supone miles de millones».

Algunos de los efectos serán directos, tales como el tráfico en las fronteras, lo que puede suponer un gran coste para las empresas. Eso es motivo de especial preocupación para la UE, que todavía depende de carreteras para el transporte de alrededor del 50% de sus bienes dentro del bloque de 28 naciones, en relación con un insignificante 0,1% que se realiza por transporte aéreo.

Esta semana, tras los controles reforzados en la frontera franco-belga para hacer frente a las amenazas de seguridad que también provocaron una paralización de la vida en Bruselas durante cuatro días, los atascos de tráfico superaron la hora de espera en hora punta, lo que viene a ser un ejemplo de las posibles dificultades a las que nos enfrentaríamos.

«Los retrasos tienen un coste», dijo Tina Hindsbo, portavoz de la danesa DSV, uno de los operadores de transporte de mercancías por carretera líder en Europa.

La asociación del transporte por carretera de Gran Bretaña también ha advertido de que unos controles más estrictos en el cruce del Canal entre Gran Bretaña y Francia podrían suponer serios problemas para muchas empresas. Aunque el Reino Unido no es parte de la zona de libre circulación de Schengen, el transporte se ha visto alterado en los últimos meses, ya que un gran número de personas se han tratado de introducir por contrabando a bordo de camiones y trenes con destino a Gran Bretaña.

La investigación de Moody 's Analytics muestra que países como Alemania, Países Bajos y Francia, que dependen en gran medida del comercio interno de la UE, se enfrentarán a mayores costes, pero que proporcionalmente el impacto será mayor en los países más pequeños de Europa central y oriental, como Eslovaquia y Hungría, donde el comercio dentro de la UE representa un nivel muy alto del PIB.

Las exportaciones de Eslovaquia a otros miembros de la UE representaron alrededor del 70% de su producción económica anual en 2014, en comparación con poco más del 20% para Alemania, según Moody 's Analytics.

«Una ruptura de la zona Schengen paralizaría el mercado único de la UE y cuestionaría su viabilidad a largo plazo», dijo Anna Zabrodzka, economista de Moody 's Analytics con sede en Praga.

Zabrodzka dijo que los ataques del 13 de noviembre en París significan que la imposición de controles en las fronteras no será tan temporal como se pensaba y que los «costes económicos han aumentado».

Podría haber otros efectos que son más difíciles de cuantificar. Si el mercado laboral se vuelve menos móvil, por ejemplo, es probable que esto suponga un perjuicio tanto para las personas que buscan empleo como para las empresas. Muchos países europeos sufren ante el envejecimiento de su población activa, lo que implica que poner límites a la inmigración podría minar su futuro potencial económico.

La reimposición de controles de pasaportes y guardias fronterizas no es algo nuevo en la era Schengen. En realidad es algo que se permite temporalmente por razones de seguridad nacional. Francia los impuso tras los atentados en el transporte público de Londres en julio de 2005 y que causaron la muerte a 52 personas, mientras que Portugal y Alemania lo hicieron como parte de sus medidas de seguridad para la celebración de la Eurocopa de fútbol en 2004 y la Copa del Mundo en 2006.

Pero ellos eran medidas de carácter temporal, por lo que tuvo poco impacto económico.

Ahora, todo indica que algunos cambios serán permanentes, lo que no es ideal para una región que ha luchado por crecer económicamente durante años.

El retorno de los controles fronterizos en los 26 países, en su mayoría de la Unión Europea, que conforman el espacio Schengen, también sería un revés para los defensores de una «unión cada vez más estrecha».

Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, reconoce que el espacio Schengen se enfrenta a dificultades graves e instó a aquellos que creen en el concepto de una Europa unificada a luchar por uno de los «pilares» del proyecto europeo. El miércoles dijo lo siguiente a los legisladores europeos:

«El sistema de Schengen se encuentra en un estado parcial de coma. Si el espíritu de Schengen sale de nuestros territorios y nuestros corazones, perderíamos más que Schengen. Una moneda única no tiene sentido si Schengen deja de existir».

El cambio está en marcha. La Comisión ha pedido hacer algunos cambios para principios del próximo año. El principal es en las fronteras exteriores, de modo que los europeos, así como todos los extranjeros, tendrán que someterse a un control que comprobará sus documentos de viaje con una base de datos de seguridad. En la actualidad la tarjeta de identificación de los europeos no se escanea, solamente la comprueba visualmente una autoridad fronteriza.

Cuatro países de la UE, como Bulgaria, Croacia, Chipre y Rumanía, están a la espera de unirse a Schengen.

La pregunta es, ¿a qué se unirán exactamente?

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