The Economist ha llevado a cabo un estudio de la saga del espacio para encontrar similitudes entre las economías de las galaxias distantes y las de la Tierra.
La última película de la saga Star Wars, El Despertar de la Fuerza, se estrena el 18 de diciembre en España, un día antes de la publicación del último número de The Economist. La mayoría de los fans hacen cola para ver los apasionantes duelos con sables de luz y conocer las últimas novedades de la vida de los queridos personajes.
Los economistas, que pueden hacer que el material más emocionante se vuelva aburrido, estarán más interesados en el estado de la economía galáctica.
¿La destrucción de la Estrella de la Muerte en el final de la sexta película de la serie desencadenará una crisis financiera masiva, como un artículo reciente publicado por Zachary Feinstein, profesor de ingeniería financiera en la Universidad de Washington en St. Louis, sugirió? ¿Qué tipo de reformas estructurales podría adoptar el nuevo gobierno galáctico?
A la espera de las respuestas a estas y otras preguntas importantes, The Economist realizó un análisis exhaustivo de los primeros seis episodios de la saga, con el objetivo de buscar lecciones económicas generales. La galaxia Star Wars se muestra avanzada a nivel tecnológico y estancanda en cuando a lo económico, y está plagada de desigualdad y de instituciones políticas arcaicas, es decir, que no es del todo un universo fantástico. Aunque se encuentre muy muy lejos, ofrece tres lecciones importantes para los residentes de la Vía Láctea.
Comercio
La primera es el valor del comercio: cuanto más libre, mejor. Los fans se quejaron cuando la propaganda de apertura de la primera precuela (Episodio I, estrenado en 1999) se centraba en los detalles de una disputa comercial. Sin embargo, en la galaxia distante, como en esta, los conflictos comerciales son una gran fuente de tensión dramática. Entre las tecnologías más importantes del universo Star Wars se encuentra la hipervelocidad, que permite a los viajeros evadir las restricciones de la relatividad y viajar a distancias fantásticas en un santiamén. Sin la hipervelocidad, moverse entre incluso los sistemas estelares más cercanos llevaría años o décadas, aun en el supuesto de viajar a velocidades casi luminales, lo que dificulta y encarece el comercio.
El comercio a gran velocidad permite, a su vez, un mayor nivel de ingresos por persona de lo que sería posible en una galaxia de autarquía planetaria. A algunos planetas, los que tienen una diversidad de especies y recursos, les iría muy bien en una galaxia sin comercio. Sin embargo, en algunos planetas como el planeta desierto Tatooine o el planeta helado Hoth no sobrevivirían sin las importaciones.
El comercio permite que planetas desolados se especialicen en la producción de materias primas valiosas, como los minerales en el caso de Tatooine. Otros pueden convertir toda su superficie en terreno cultivable, o para fines urbanísticos (la capital imperial, Coruscant, es una ciudad de tamaño planetario). Los planetas con grandes recursos se benefician de la especialización en industrias en las que gozan de mayor ventaja comparativa, y utilizan algunas de las ganancias para obtener bienes o servicios que no se les da tan bien producir ellos mismos. Al mismo tiempo, el comercio permite a los planetas más sombríos exportar los recursos que tienen a cambio de las importaciones necesarias para hacerlos habitables, sobre todo en términos alimentarios.
Las ganancias del comercio galáctico se reducen, sin embargo, por los monopolios concedidos a los grupos de la industria de gran alcance, tales como la Federación del Comercio, que invade el planeta pacífico de Naboo en el Episodio I. Las franquicias comerciales son preocupantes por varias razones. En primer lugar, permiten que el monopolista cobre una prima y se quede con los beneficios que de otra manera llegarían a los productores o consumidores.
También favorecen la delincuencia por parte de aquellos que tratan de eludir el monopolio (como el contrabando de especias, un narcótico, por parte de Han Solo, en nombre del gángster Jabba el Hutt). Y alientan a los monopolistas a que dediquen valiosos recursos a la búsqueda de rentas. Los burócratas de la República, según sabemos del entonces senador de Naboo, Palpatine Sheev, están «en la nómina de la Federación de Comercio».
Política
Aunque la globalización, o más bien galacticización, supone una gran ventaja económica, también presenta todo tipo de desafíos políticos que no son fáciles de gestionar. Esta es la segunda lección. Dani Rodrik, economista de la Universidad de Harvard, sostiene que la globalización impide que los países alcancen más de dos de los tres objetivos deseables: integración económica, soberanía nacional y democracia.
Los habitantes del universo Star Wars se enfrentan a problemas similares: el precio de la participación en la economía galáctica es la aceptación de reglas que molestan a los gobiernos planetarios. En el Episodio II, una Confederación de Sistemas Independientes recurre a la secesión de la República en respuesta a las regulaciones, que se consideran una carga económica indebida sobre los planetas más pobres. La Alianza Rebelde que se enfrenta al Imperio en los Episodios IV al VI trata de restaurar la democracia y la soberanía planetaria, aunque eso puede también socavar la integración económica permitida por el gobierno unitario.
¿Dónde están los droides?
La tercera lección es para aquellos que reflexionan sobre sus opciones de carrera en una era de la inteligencia artificial. Los seres humanos en la saga continúan realizando tareas peligrosas y pocos deseables, como volar el equivalente galáctico de un avión de combate, y trabajar en minas peligrosas, a pesar de la multitud de robots inteligentes que pueblan la galaxia. En efecto, los robots de Star Wars, con toda su magia tecnológica, no parecen ser capaces de hacer todo lo que hacen los humanos.
Cuando a Obi-Wan Kenobi, un caballero Jedi, le muestran un ejército de humanos clones, que pronto se convertirían en soldados de asalto, encargados por un colega, se le dice que son «muy superiores a los droides, capaces de pensar y actuar de forma independiente». Hasta ahí, todo muy tranquilizador.
Sin embargo, los seres humanos también trabajan debido a las desigualdades del sistema político galáctico. Anakin Skywalker,el Jedi de cicatrices emocionales que más tarde se convierte en Darth Vader, aparece por primera vez en la serie como esclavo en Tatooine. El hijo de Anakin Lucas, aunque no es esclavo, cultiva humedad atmosférica en una situación de relativa pobreza, mientras que los que están en el corazón de la galaxia viven con lujos. Los humanos trabajarán por una miseria, si es necesario, para sobrevivir. Esto puede llevarlos al lado oscuro. Y lo que es peor, puede que lleve a las almas inquisitivas a preguntar qué fuerzas son las que provocan una distribución tan desigual de la riqueza, lo que las convertiría en las criaturas más temidas: los economistas.