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Hoy son muchos los motivos de preocupación en los mercados financieros globales y el mundo político: el debilitamiento de la economía china; la caída de los precios del petróleo; la escalada de tensión en Oriente Medio que ha dado lugar a una crisis de refugiados en Europa y el impacto de una política monetaria más restrictiva.

Los políticos, banqueros y empresarios que se reúnen en Davos esta semana para la reunión anual del Foro Económico Mundial no se enfrentan a un único problema, la crisis de la eurozona de 2010, por ejemplo, o la intervención de Rusia en Ucrania de 2014, sino a numerosos problemas políticos y económicos, muchos de los cuales tienen el potencial de socavar el ya débil crecimiento.

El terremoto que se inició con la crisis financiera de 2008 en EE. UU. y que luego alcanzó Europa, por fin ha sacudido China, y a su vez ha afectado a los países y empresas desde África hasta América del Sur que habían prosperado gracias a la demanda china. Como resultado, las primeras semanas de 2016 se han caracterizado por crisis en los mercados financieros, la energía y las materias primas.

Marc Chandler, jefe global de estrategia cambiaria de Brown Brothers Harriman en Nueva York, dijo:

«Lo que estas tres crisis tienen en común es el fin de la expansión global del crédito».

Mientras tanto, la incertidumbre geopolítica no escasea. El conflicto en Oriente Medio -agravado por una guerra de poder cada vez más manifiesta entre Arabia Saudí e Irán - ha enviado oleadas de refugiados hacia Europa y avivado los temores de terrorismo en Occidente. Los movimientos que se oponen a la integración política y económica han ganado terreno en gran parte de Europa. Las pruebas nucleares de Corea del Norte y las disputas territoriales sobre el Mar del Sur de China ponen de manifiesto que Asia no es inmune a las turbulencias que ya han afectado a gran parte del mundo.

Y no parece que los líderes políticos tengan soluciones para estos problemas.

Sir Lawrence Freedman, profesor emérito de estudios de guerra en el King College de Londres, dice que las capitales occidentales deben asumir parte de la culpa de los problemas en Oriente Medio, incluso si pueden hacer poco para solucionarlos.

La vacilación de la expansión económica de China también está complicando el panorama geopolítico.

China no solo está cayendo víctima del ciclo global, sino que también está sufriendo una transformación estructural de una economía basada en gran medida de la inversión y la fabricación hacia una más centrada en el consumo y los servicios domésticos.

Existe otra posible causa para los trastornos económicos que estamos sufriendo: la fortaleza del dólar estadounidense. Billones de deuda denominados en la moneda estadounidense han sido emitidos no solo por prestatarios extranjeros y gobiernos, sino también por empresas privadas y bancos en las economías emergentes, elevando la posibilidad de impagos de deuda.

Rusia podría verse afectada por todos estos problemas al mismo tiempo, ya que también está sufriendo por las sanciones de Occidente debido a su intervención en Ucrania. Desde que Putin llegó al poder en 1999, Moscú ha mostrado poco éxito en el cambio de su economía para abandonar la dependencia de la producción de petróleo y gas. Ahora, con el precio del petróleo a alrededor de 30 $ el barril, Rusia se enfrenta a un segundo año de contracción económica y una posible crisis financiera, ya que las empresas y los bancos se pelean por los escasos dólares disponibles para pagar las deudas.

La popularidad de Putin se ha visto poco afectada hasta el momento por los reveses económicos, en parte gracias al control que su administración ejerce sobre los medios de comunicación rusos.

La angustia de los productores de materias primas se extiende a Latinoamérica. Brasil, la mayor economía de la región, también espera un segundo año de profunda contracción económica y más agitación política debido a las acusaciones de corrupción en la empresa petrolera estatal Petrobras. Dos de las principales empresas de calificación crediticia han rebajado la deuda de Brasil en la categoría de basura.

En Oriente Medio, el mayor productor de petróleo del mundo, Arabia Saudí ha reaccionado a la caída del precio del petróleo reduciendo el gasto presupuestario. Incluso Irán, que puede beneficiarse económicamente del levantamiento de las sanciones relacionadas con su programa nuclear, puede que no disfrute demasiado de la nueva situación debido a la caída de los precios del petróleo.

Sean cuales sean sus fortunas económicas, Riad y Teherán serán fundamentales para cualquier solución al conflicto de Siria. Sus relaciones deterioradas han cuestionado una posible solución en Siria a corto plazo. Esto sugiere que la catástrofe humanitaria que se ha extendido a Turquía, Líbano y Jordania, y está empujando a decenas de miles de refugiados hacia Europa todas las semanas, podría prolongarse en el tiempo.

En medio de las olas de solicitantes de asilo, los gobiernos europeos están pasando por momentos difíciles. La seguridad política de Angela Merkel parece haberse tambaleado después de recibir con los brazos abiertos a los refugiados en un primer momento y luego intentar cerrarles las puertas. La supresión de los controles fronterizos, uno de los logros de la integración europea, está ahora bajo amenaza, ya que algunos gobiernos están intentando bloquear la entrada de migrantes mientras que otros temen ataques terroristas como los que tuvieron lugar en París el 13 de noviembre.

La capacidad de los gobiernos europeos para salir de otra crisis no debe ser subestimada, pero puede ser que la integración europea esté en tela de juicio. Y no menos importante es el hecho de que es posible que este año se celebre un referéndum en Reino Unido sobre su permanencia en la Unión Europea. Este podría tener importantes consecuencias en el futuro del bloque, así como en la posición que el Reino Unido ocupa en el mundo.

Con una lenta recuperación económica en la zona euro y las tensiones sobre la migración, la frustración entre los votantes sobre el fracaso percibido de los políticos ha reforzado las alternativas autoproclamadas de izquierda y derecha en la Europa continental. La ira de algunos votantes ante esta situación política ha ayudado al izquierdista Jeremy Corbyn a convertirse en el líder del Partido Laborista británico y, en el otro lado del espectro político, ha impulsado la campaña presidencial del multimillonario Donald Trump en EE. UU.

Todo esto no tendrá consecuencias a largo plazo. Pero aunque algunas fuentes de imprevisibilidad desaparezcan, el panorama económico y geopolítico parece el más inestable en décadas.

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