Mohamed El-Erian, el principal asesor económico del grupo Allianz, jefe del Consejo para el Desarrollo Global de Barack Obama , exdirector ejecutivo y codirector de la consultora de inversiones Pimco, ha hablado sobre el papel de la liquidez y el mundo bimodal.
Tal y como las empresas y los inversores descubrieron en 2008 con gran dolor, la liquidez puede ser más difícil de alcanzar cuando más se necesita. De cara al futuro, tanto por razones estructurales como operacionales, hay muchas razones para creer que la liquidez será bastante irregular cuando los mercados vuelvan a caer. Las turbulencias de las últimas semanas proporcionan una clara señal de que los mercados financieros y la economía mundial están experimentando dos transiciones.
Qué está pasando
La primera tiene que ver con el cambio de un régimen prolongado de volatilidad financiera reprimido hacia un entorno de aumento de la inestabilidad.
La principal razón es que los bancos centrales están menos dispuestos o menos preparados para actuar como supresores de la volatilidad. La segunda consiste en el movimiento actual de abandono de los balances contracíclicos. Al enfrentarse a una regulación más estricta y a un menor interés del mercado por las desviaciones de ganancias a corto plazo, los agentes de bolsa han demostrado que están mucho menos dispuestos a apoyar a los mercados durante los periodos de inestabilidad.
La liquidez es olvidada
Sin embargo, la liquidez todavía tiende a ser subestimada por los inversores financieros - tanto en un sentido absoluto como relativo para las empresas que aún a día de hoy se inclinan a llevar un poco de dinero en efectivo en sus balances.
Hay dos razones principales por las que los inversores financieros han tendido a valorar tan poco la liquidez, subestimando todas las opciones que esta conlleva.
- En primer lugar, en repetidas ocasiones han sido condicionados a creer que los bancos centrales intervendrán para normalizar los mercados. Y así lo creen cuando se encuentran con los primeros signos de estrés real.
- En segundo lugar, la liquidez «conlleva negatividad» en el sentido de que por norma general implica renunciar a un potencial de ingreso (y posiblemente la apreciación de capital) respecto a otras formas en las que podría utilizarse el dinero - por ejemplo, no ganar nada en efectivo mientras que puede invertir en un bono de alto rendimiento, pero sujeto a una serie de factores de riesgo.
A pesar de la validez de estos argumentos, no deben utilizarse para ocultar realidades estructurales sobre el terreno. Además, cuanto más ejerzan los bancos su papel de la última década como únicos jugadores - es decir, siguiendo las políticas dedicadas a reprimir la volatilidad del mercado y aumentar artificialmente los precios de los activos - mayor será el riesgo posterior a su eficacia y autonomía operativa.
El mundo ha cambiado
Esto no significa que los inversores financieros deban apresurarse a liquidar sus posiciones y mantener todo en efectivo. Existen pruebas claras de que la distribución de los posibles resultados de este período de transición es bimodal, con relativamente altas probabilidades de resultados buenos y malos. En lugar de ello, los inversores deben esforzarse para posicionar la liquidez en sintonía con este tipo de distribución puesto que la economía mundial se acerca a una intersección de tres vías, o lo que los británicos llaman un cruce. El actual camino de la economía mundial pronto llegará a su fin y cederá ante una de las dos alternativas muy diferentes: un estado del mundo materialmente mejor o peor.
No hay nada inevitable en el camino que nos espera. Las acciones de las empresas, los gobiernos y los hogares pueden afectar en gran medida al equilibrio de las probabilidades. En pocas palabras, el principal catalizador para tomar el mejor camino es la combinación de las políticas e incentivos adecuados.
Esto puede suceder si la política nacional de unos pocos países de importancia sistémica experimenta un «momento Sputnik» que una a los políticos tras una visión común y un objetivo nacional. Eso permitiría la aplicación sostenida de medidas, como reformas estructurales a favor del crecimiento, una demanda agregada más equilibrada y el levantamiento del persistente sobreendeudamiento, junto con una coordinación política global mejorada. El reto es asegurar que el camino que se tome tras salir de la situación actual nos lleve a una mejor, y no peor, existencia económica y financiera. De lo contrario, la economía mundial se encontrará sumida en un crecimiento aún más bajo, una mayor desigualdad e inestabilidad del mercado – lo que afectaría a la cohesión social y política al mismo tiempo que aumenta el riesgo de tensiones geopolíticas.
Qué hacer
Por mucho que lo intentemos, y lo hemos intentado bastante, resulta difícil predecir con precisión cuándo saldremos de la situación actual o qué dirección tomaremos. Pero la situación actual consiste menos en el destino y más acerca de las alternativas que acabemos decidiendo conjuntamente, ya sea consciente o inconscientemente. Como resultado, una pregunta esencial es cómo reaccionaremos cuando el entorno en el que hemos crecido dé paso a uno más incierto y qué podemos hacer ahora para mejorar nuestras probabilidades de éxito.
Un enfoque tentador es esperar a que otros tomen las decisiones por nosotros. Con este tipo de caros puentes construidos por los bancos centrales y el sistema político, el gobierno puede y debe hacer todo lo posible por aumentar la probabilidad de un buen resultado, tanto de forma independiente como a través de una mejor cooperación multilateral y por medio de la asociación público-privada.
La cuestión es no solo los esfuerzos conjuntos de los gobiernos. Todos podemos llegar a ser defensores. Podemos y debemos actuar. Debemos comenzar por reconocer los cambios que se avecinan y qué hay que hacer al respecto.
Hay que poner el énfasis en el desarrollo de respuestas a las distribuciones bimodales desconocidas. Al tratar de anticipar los acontecimientos futuros, la mayoría de nosotros dependemos de los modelos que contienen distribuciones normales de buen comportamiento que abarcan una probabilidad dominante de un determinado resultado. Al entrar en un mundo bimodal, con altas probabilidades para resultados tanto buenos como malos, nuestras reacciones habituales serán mucho menos eficaces, con el riesgo de parálisis absoluta o inercia activa.
Ya hemos empezado a reconocer este cambio, y comprenderlo es el primer paso para estar mejor preparados para lo que nos espera en el futuro. Es una condición necesaria, pero no es suficiente. Tiene que ser complementada con herramientas apropiadas, estructuras renovadas, procesos actualizados, mentalidades abiertas y modificaciones de comportamiento.