¿Cómo será el regreso a la normalidad de un estado que ya no puede echar la culpa de sus problemas al exterior?
No hubo fiestas en la calle. Cuando las sanciones relacionadas con el programa nuclear de Irán fueron levantadas el 16 de enero, lo que prevaleció fue el profundo cinismo de los iraníes. «Rápido, preparad los formularios [de inmigración]», decían algunas bromas en las redes sociales en las que se burlaban de que esto produciría una llegada de turistas.
Tampoco pudo disfrutar del momento el presidente iraní Hassan Rohani. A pocos días del anuncio del levantamiento de las sanciones, el Consejo de Guardianes, un cuerpo de juristas y teólogos, prohibió a la mayoría de los candidatos reformistas presentarse a las elecciones parlamentarias del próximo mes. En respuesta, el 18 de enero, EE. UU. impuso nuevas sanciones por el programa de misiles de Irán.
Sin embargo, las próximas semanas, y la velocidad de respuesta de la economía ante el levantamiento de las sanciones, serán cruciales para determinar la dirección de Irán durante los próximos años. En febrero el país también vota a los miembros de la Asamblea de Expertos, un comité que elegirá al próximo líder supremo, con un rango superior al del presidente. Para mantener a raya a los extremistas, Rohani, quien buscará ser reelegido el próximo año, tendrá que convencerles de las ventajas de una economía más liberal y menos controlada por el estado, y que tenga más en cuenta las relaciones con el exterior.
Para ello se tiene que esperar un rápido cambio en la suerte de la decimoctava economía más grande del mundo (en paridad de poder adquisitivo). Sin embargo, la superación de los efectos persistentes de su aislamiento no será una tarea fácil. Ramin Rabii, que dirige Turquoise Partners, una empresa de inversión iraní, dice lo siguiente:
«La implementación de las sanciones tardó muchos años y su eliminación también llevará tiempo. Los bancos extranjeros, algunos de los cuales se enfrentan a altas multas por haber facilitado el comercio con Irán, se quejan de inconsistencias en las listas oficiales de sanciones publicadas por diferentes países y temen represalias por violar sanciones que siguen vigentes u otras impuestas recientemente».
El beneficio más inmediato para Irán será el desbloqueo de activos en el exterior por un valor de al menos 32 mil millones de dólares (las autoridades estadounidenses elevan la cifra a 55 mil millones de dólares, mientras que otros indican cantidades incluso superiores). Irán tiene intención de gastar una buena parte de esta cantidad en ferrocarriles, aeropuertos y aeronaves. El país está cerca de lograr un acuerdo con Airbus para comprar 114 nuevos aviones, y dice que necesita 400.
Gran parte del resto del dinero en efectivo, según dicen funcionarios iraníes, beneficiará a los bancos del país, algunos de los cuales se vieron al borde de la bancarrota o en la misma durante el gobierno anterior de Mahmoud Ahmadinejad. Se dice que hasta una quinta parte de todos los préstamos bancarios son morosos y varios bancos han quebrado, entre otras cosas porque el gobierno ordenó que realizaran préstamos incluso cuando pensaban que no era procedente. Algunos críticos temen que el dinero sea utilizado para financiar el terrorismo y las milicias chiítas en el extranjero.
Otra victoria rápida vendrá de la readmisión de Irán a las redes globales del sistema bancario y de pago como SWIFT. Esto ayudará a reducir el coste de las importaciones, ya que, en los últimos años, los empresarios iraníes no han tenido acceso a las cartas de crédito. Como resultado de ello tenían que pagar por adelantado en su totalidad por las importaciones. Poner fin a tales restricciones podría contribuir a un aumento de hasta un punto porcentual en el crecimiento anual, tal y como reconoce el FMI. La industria también debería salir beneficiada en pocos meses.
Más a largo plazo, Irán debería ser capaz de atraer inversión extranjera, que ha disminuido en los últimos años. Entre las atracciones de Irán se encuentra una población joven, bien educada y en gran parte urbana de 80 millones de personas. Las delegaciones europeas han inundado Teherán en los últimos 18 meses, pero todavía necesitan convencerse de que el país es políticamente estable y propicio para los negocios.
Las industrias más atractivas son la alimentaria, la farmacéutica y de otros bienes de consumo. Muchos iraníes quieren marcas europeas en lugar de las chinas que han dominado el mercado durante la época de las sanciones. Las cadenas hoteleras extranjeras también están dispuestas a realizar inversiones.
El mejor regalo para los inversores puede ser la industria del automóvil. Esta industria emplea a cientos de miles de trabajadores. Algunos creen que la producción podría subir de nuevo a finales de este año hasta los 1,6 millones de vehículos por año, el nivel máximo alcanzado en 2011. Renault y Peugeot, que muchas personas asocian con Irán, ya han regresado al país.
Es probable que la prioridad para el gobierno sea aumentar el nivel de producción de petróleo de 500 mil barriles diarios a 1,5 millones de barriles. Los ingresos petroleros en 2014 representaron el 17% del PIB y el 30% de los ingresos del gobierno.
La economía de Irán está mucho más diversificada en comparación la de otros países exportadores de petróleo de la región, como Arabia Saudita. Se prevé que el PIB de la República Islámica sea de un 5,8% este año, a pesar de los precios más bajos del petróleo.
Independientemente de las sanciones Rouhaní y su equipo tendrán que darse cuenta de que tienen que resolver los problemas económicos creados por la mala gestión del expresidente iraní Ahmadineyad. El país está envuelto en escándalos de corrupción. El Índice de Percepción de Corrupción de Transparencia Internacional coloca a Irán en el puesto número 136 del ranking mundial. El mercado de capitales debe desarrollarse. El desempleo y la escasez de mano de obra socavan la productividad. Ahora que las sanciones ya se han levantado, el gobierno ha perdido la posibilidad de culpar a otros países de sus problemas. Sin embargo, si se trata de actuar con la suficiente rapidez, Rouhaní podría pagar por los errores de su predecesor.