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El colapso del sistema de fronteras abiertas Schengen está en peligro de sumir a Europa en una agitación económica.

La crisis migratoria de Europa en aumento – que ha sido testigo de la llegada de más de un millón de personas al continente durante el año pasado - ha llevado a la reintroducción de los controles fronterizos temporales en la UE por primera vez en dos décadas, y amenaza con que se dé marcha atrás en los proyectos de integración de Bruselas.

El fin del sistema sin fronteras – gracias al cual las personas y el comercio gozan de libre circulación entre 26 países – provocaría unos «daños imprevisibles» a las ya maltrechas economías del continente, ha dicho Peter Szijjarto, el ministro húngaro de Exteriores. También ha añadido:

«Si se acaba con la zona de Schengen, esto dará lugar a unos graves daños económicos que no sé cómo Europa podrá gestionar».

Su advertencia llega en medio de los temores de que la supresión de las fronteras abiertas de Europa podría dar lugar a 110 mil millones de € de pérdidas en las economías de la UE en 10 años.

Alrededor del 0,8% de la producción económica total de la UE se perdería dentro de una década si la zona Schengen es desmantelada completamente, según Strategie, un centro de investigación financiado por el gobierno francés.

La caída del turismo supondría casi la mitad de las pérdidas, puesto que la vuelta de los controles en las fronteras interiores interrumpiría en el continente la práctica generalizada de los viajes a corto plazo. Las fronteras permanentes también impondrían un impuesto del 3% en el comercio y darían lugar a una caída de entre el 10 y el 20% en el comercio hasta el 2026, dijo Strategie.

Los controles ya están volviendo

Francia, Alemania, Austria, Suecia, Dinamarca y Eslovenia han introducido controles temporales en las fronteras para hacer frente a los flujos migratorios y de refugiados sin precedentes que han asolado Europa desde el pasado verano.

Los líderes de la UE se reunirán el próximo mes para decidir si se debe suspender el acuerdo de Schengen - alcanzado por primera vez hace tres décadas - reemplazándolo con un sistema de emergencia de dos años de controles fronterizos para hacer frente a la presión de la crisis migratoria.

Se espera que otros 1,3 millones de personas lleguen al continente este año, según el Fondo Monetario Internacional.

El año pasado viajaron por la zona Schengen bienes por un valor de 2,8 billones de € y las empresas de transporte tienen el riesgo de perder 3 mil millones de € al año en ingresos si los controles fronterizos permanentes se vuelven a instaurar.

Alrededor de 1,7 millones de ciudadanos de la UE también trabajan en un país diferente a su país de origen, por lo que la vuelta de los controles fronterizos hará que su viaje al trabajo y las horas de espera aumenten.

La semana pasada, Pierre Moscovici, comisario europeo de asuntos económicos, consideró que la decisión de acabar con la Europa sin fronteras es un «error político y económico». La Comisión ha advertido que revertir Schengen «tendrá un efecto significativo en el crecimiento económico» en los próximos años.

Un paso atrás

Szijjarto. El ministro de Exteriores húngaro pidió a Bruselas preservar la zona libre de pasaportes a toda costa en un intento por detener el declive económico de Europa en la carrera global de los poderes regionales. Este dijo:

«Estados Unidos es muy fuerte, China tiene una amplia política económica, los estados árabes son cada vez más fuertes, y nosotros, los europeos, estamos hundidos en nuestros propios problemas».

Hungría ha sido un importante crítico de la gestión de la crisis migratoria en Europa, que ha sido testigo de la mayor afluencia de personas a sus orillas desde la Segunda Guerra Mundial.

El gobierno de derecha del primer ministro Viktor Orban tiene planes de construir una valla de alambre de púas de 40 kilómetros a lo largo de su frontera sur para impedir el flujo de refugiados desde Siria, Afganistán y el norte de África. Pero Szijjarto dijo que su gobierno está haciendo todo lo que puede para mantener viva la zona Schengen mediante el cumplimiento de su deber de proteger las fronteras exteriores de la UE frente al resto del mundo.

«La zona Schengen se basa en dos elementos: el primero es que no hay controles dentro; y el segundo, que nos protegemos el exterior», dijo. «Si no se cumple el segundo elemento, es posible que el primero tampoco».

REUTERS/Wolfgang Rattay

Advirtió que la frontera sur de Europa estaba «indefensa» contra los flujos migratorios, criticando a Grecia por no crear puntos de acceso para registrar a los cientos de miles de personas que han llegado a sus costas. Con el apoyo de Alemania, Hungría ha pedido a Bruselas que aumente la ayuda para Macedonia - que no es miembro de la UE – mediante la creación de una nueva frontera Schengen de facto, excluyendo a Grecia.

«Si Grecia no cumple con las normas de Schengen, entonces necesitamos otra defensa», dijo Szijjarto. Sí, esperamos que un estado no miembro de la UE defienda la zona Schengen. Pero los tiempos de crisis dan lugar a situaciones extrañas».

21 años tras su adopción, el Acuerdo de Schengen se encuentra en el centro de la visión de un continente económicamente integrado. Pero su desaparición también podría suponer problemas para el otro proyecto de Bruselas - el euro. Jean Claude-Juncker, presidente de la Comisión Europea, ha dicho que restringir el movimiento transfronterizo debilitaría la unión monetaria.

«Sin Schengen, el euro no tiene sentido», dijo Juncker el mes pasado. «¿Qué sentido tiene tener una moneda única en el continente si no se puede viajar libremente por todo el continente?».

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