Un acuerdo que puede ser beneficioso para todo el mundo
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Si EE. UU. y Europa consiguen ponerse de acuerdo sobre un acuerdo comercial histórico este año mientras que el presidente Barack Obama sigue siendo presidente de EE. UU. y antes de que Francia y Alemania estén atrapados por las elecciones de 2017, las conversaciones que comenzaron el lunes en Bruselas serán bastante fructíferas.

Eso significa que deben tratar uno de los principales puntos de discusión: cómo los inversores y los gobiernos solucionan los conflictos.

La UE ha puesto en marcha un plan para crear un tribunal especial para resolver los conflictos de los inversores. Este tribunal es inviable, tanto práctica como políticamente hablando: su legalidad dentro de la UE es cuestionable, y las posibilidades de que el Congreso de EE. UU. permita que el tribunal tenga autoridad en EE. UU. son casi nulas.

Hay que centrarse

Y lo que es más importante, un nuevo tribunal no es necesario, ya que la Asociación Trans-Pacífica, el acuerdo comercial que se concluyó el año pasado, es un modelo perfecto para solucionar estas disputas. Entre otros cambios, el TPP ha proporcionado mayor transparencia y ha hecho que sean las empresas las que deban presentar las pruebas (que debe satisfacer las preocupaciones europeas de que las multinacionales utilicen las medidas para desafiar la política nacional).

Los negociadores no deberían malgastar su tiempo solucionando este problema, por lo que pueden pasar a tratar otros temas, como los aranceles agrícolas, la seguridad alimentaria y las normas reguladoras.

Un fuerte acuerdo este año sería un logro significativo. Sí, parece que las negociaciones nunca vayan a acabar (esta es la ronda 12), y se han vuelto cada vez más polémicas. No obstante, los beneficios potenciales para ambas partes son demasiado grandes como para desaprovechar esta oportunidad.

La economía transatlántica representa aproximadamente la mitad del producto interior bruto mundial. Europa y Estados Unidos son para el otro fuente y destino de inversión extranjera directa. El pacto en cuestión, la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión, crearía la mayor zona de libre comercio del mundo y daría lugar a varios millones de nuevos puestos de trabajo dependientes de la exportación. Se estima que el plan para reducir las barreras arancelarias y no arancelarias al comercio impulsará sus respectivos PIB alrededor de medio punto porcentual.

Cuanto más se prolonguen las negociaciones, mayores serán las probabilidades de que no se llegue a un acuerdo. Los críticos proteccionistas de Europa, nerviosos por la crisis migratoria, el lento crecimiento y el estancamiento de la productividad, están levantando la voz cada vez más alto. Y mientras que la UE ha hecho poco para promocionar los beneficios de un acuerdo, los partidos populistas han extendido la alarma con éxito.

En un momento en el que la inseguridad económica y más general están poniendo en peligro la cooperación internacional, una economía transatlántica más fuerte puede reforzar los valores occidentales, los intereses estratégicos y servir de ejemplo para otras partes del mundo.

Fuente: BloombergView

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