Berenberg avanza que el enfoque de la reforma está poniendo a España por delante de Portugal.
España y Portugal puede que hayan sufrido el mismo dolor durante la crisis de la deuda de la zona euro. Sin embargo, en cuanto a su recuperación, las dos naciones están tomando caminos diferentes.
Si bien las tasas de crecimiento de España están entre las más fuertes en la región de 19 países, con la confianza en que las perspectivas económicas alimenten un incremento de las inversiones, Portugal está pagando el precio de dar marcha atrás en reformas clave. Esto es lo que piensa Holger Schmieding, economista de Berenberg Bank.
La divergencia entre los vecinos de la Península Ibérica comenzó en 2015, cuando el partido Socialista de Portugal superó a un gobierno conservador con la ayuda de grupos de extrema izquierda. Desde entonces, el primer ministro, Antonio Costa, ha aumentado el salario mínimo, así como el número de días festivos, y ha incrementado los sueldos de los funcionarios públicos. El crecimiento se ha ralentizado y las inversiones han disminuido.
La firma de calificación crediticia DBRS ha lanzado la última advertencia, diciendo recientemente que está preocupada por la débil economía y falta de voluntad política para realizar reformas. Eso plantea un problema, ya que la canadiense DBRS es la única de las cuatro mayores empresas calificadoras que considera los bonos soberanos de Portugal aptos para la inversión. La pérdida de esa clasificación haría la deuda del país no apta para el mayor programa de estímulo del Banco Central Europeo – alivio cuantitativo.
Mientras tanto, en España, la economía le ha restado importancia a la situación de estancamiento político que ha dejado al país sin un gobierno durante ocho meses. A pesar del complicado escenario político tras dos elecciones no concluyentes, las inversiones han empezado a mejorar y la creación de empleo se ha recuperado, lo que ayuda a mantener las tasas de crecimiento de alrededor del 3%, el doble de las de la zona euro y el triple de las de Portugal.
Pero España también tiene retos por delante. Al presidente del Gobierno en funciones Mariano Rajoy, que se enfrenta a un voto de confianza el 31 de agosto para asegurar su segundo mandato, aún le falta apoyo en el Parlamento. Perder la votación podría poner al país de camino a unas terceras elecciones, desviando la atención de la aplicación de reformas estructurales que tanto se necesitan y la reducción de un déficit excesivo.