«Votar» a través de inversiones
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Proyecto especial en colaboración con el prime bróker EXANTE

En la serie de artículos escritos por Victor Argonov titulada Does being an investor mean being a citizen of future? (Ser inversor ¿significa ser un ciudadano del futuro?) y dedicada a las tendencias en las inversiones privadas, hemos discutido cómo el desarrollo de las tecnologías de la comunicación ha afectado a nuestra sociedad, en general, y a la economía y a las inversiones, en particular. Vamos a tratar ahora de pronosticar si el capitalismo estándar podrá ser sustituido por la democracia directa procedente de los inversores corrientes, analizaremos la historia del corretaje y aprenderemos a navegar por el mundo del gran mercado.

¿Por qué el asunto de la libertad de las inversiones privadas es tan importante en la era de la información? Porque está íntimamente relacionado con el tema de la autoridad. Un sistema en el que todas las personas son un inversor bien informado y racional es, básicamente, el sistema de la democracia directa. También es un sistema en el que no solo se tiene en cuenta la opinión de la persona, sino también su interés en los resultados.

La inversión como forma de voto para proyectos

Cada inversor «vota» con su dinero a favor de determinados proyectos. Su responsabilidad de voto más allá de marcar una X en una papeleta electoral, ya que incluye sus fondos personales. Su voto «vale» lo que esté dispuesto a invertir. A diferencia de la democracia representativa tradicional, en la «democracia inversionista» cada votante obtiene información de forma directa sobre el rendimiento de su inversión: ¿ha demostrado ser rentable o no? De esta forma, es posible observar la «selección natural» de las decisiones que mejoran la vida de los ciudadanos, al menos a nivel económico.

Una opinión muy popular indica que una «selección» comercial particular solo es válida para proyectos a corto plazo destinados a un beneficio inmediato, mientras que los proyectos a largo plazo solo puede sustentarlos un estado. Pero el mercado de las inversiones no se limita a acciones de empresas que han demostrado su rendimiento; también hay inversiones atrevidas que proporcionan fondos para la activación, un tanto arriesgada, de nuevas empresas de alta tecnología. Muchas de ellas fracasarán, pero algunas llegarán a rendir grandes beneficios.

Y lo que es más importante, el dinero «como voto» es capaz de apoyar proyectos que no tienen ningún futuro comercial. Al hacer crowdfunding la gente puede invertir en proyectos de los que, en principio, no se espera que aporten beneficios pero que tienen cierto atractivo. Páginas como kickstarter.org o boomstarter.ru a menudo proporcionan cantidades increíbles de dinero para juegos, películas y productos de software independientes. Muy a menudo estas cantidades superan el presupuesto inicial solicitado y sirven como recompensa para el autor por su excelente idea.

Es posible que, en el futuro, los inversores privados sean capaces incluso de fundar «grandes proyectos de construcción» o iniciativas que podrían ser significativas para toda la humanidad. Hoy día mucha gente echa de menos la era industrial, en la que algunos países podían permitirse la construcción de los primeros cohetes espaciales o las primeras plantas de energía nuclear. Hoy en día, se piensa que esto es imposible. En general, tanto las personas como los gobiernos tienen menos agallas; pero si tuvieran la oportunidad de invertir de nuevo en «grandes proyectos», como una nueva etapa de viajes a la luna, probablemente lo harían, incluso sin obtener beneficios a nivel personal, solamente con la confianza de que el proyecto realmente se llevará a término.

Anuncio del ISEE Reboot Project, un proyecto de crowdfunding destinado a la reparación del satélite ISEE (2014). Los organizadores lograron recaudar 150.000 dólares y pudieron volver a poner en marcha los motores del satélite, inactivos desde 1987.

Los coordinadores de los proyectos de activación de inversiones han empezado hace muy poco a experimentar con formas de poder ofrecer estas garantías. Incluso ahora tenemos algunos primeros ejemplos, aunque no demasiado grandes, de crowdfunding para proyectos de alta tecnología basados en ideas. El ISEE Reboot Project es un ejemplo de ello. Este proyecto estaba destinado a restablecer el funcionamiento de un viejo satélite ISEE de 36 años que fue puesto fuera de servicio en 1997. Sus organizadores lograron reunir 150.000 dólares, llevaron a cabo los cálculos necesarios, volvieron a poner en marcha los motores del satélite con comandos enviados desde la Tierra y restablecieron su órbita.

Las inversiones como posible fuente de renta básica para todo el mundo

Posiblemente, la liberalización de las inversiones en el futuro hará posible utilizar métodos del mercado para hacer frente incluso a cuestiones que tradicionalmente han pertenecido al estado, como son la seguridad social y la erradicación de la pobreza. Algunos países (Alemania, Suiza, etc.) llevan años discutiendo la cuestión del rechazo de la política del pleno empleo y la introducción de una renta básica para todos los ciudadanos, unos ingresos garantizados para todas las personas, independientemente de su situación laboral. A diferencia del subsidio por desempleo, para recibir estos ingresos no sería necesario aportar ninguna prueba de necesidad y no se cancelaría si una persona en paro encontrase un trabajo.

En comparación con el sistema habitual de subsidio por desempleo, esta renta básica motivaría en mayor medida a los desempleados a encontrar un trabajo y reduciría la carga burocrática en el sector social del gobierno. Pero requiere de grandes fuentes de financiación. Por lo general, impuestos o recursos naturales para proporcionar financiación (este ejemplo puede observarse en Alaska, Irán y otros países productores de petróleo). Sin embargo, no es totalmente imposible que en el futuro una alternativa más realista para ello sea un sistema de inversiones individuales, en el que todos los niños aprendan unos principios básicos de economía a una edad temprana y tengan la oportunidad de realizar buenas inversiones antes de ser adultos, lo que les proporcionaría, al menos, unos pequeños ingresos. Este sistema marcaría la transición final del capitalismo industrial hacia una sociedad en la que todos los miembros fuesen copropietarios de unos medios de producción globales. Asimismo, reconciliaría en gran medida a los pensadores de izquierdas y de derechas.

Un camión descargando monedas de 5 céntimos frente al Palacio federal en Berna (Suiza) durante el evento público «2.500 francos mensuales para todo el mundo».

Las inversiones como forma de voto para los regímenes políticos

A simple vista, los escenarios planteados son utópicos y los políticos nunca cederían el poder a los inversores corrientes. Pero desde el principio de los tiempos, el poder político siempre ha dependido de la economía. El dinero siempre ha sido sinónimo de autoridad de forma directa o indirecta. La única diferencia es que antes la mayoría de los medios influyentes estaban en las grandes capitales (y los gobiernos servían a sus intereses), mientras que hoy en día los pequeños inversores siguen aumentando su importancia. Mientras que antes para los gobiernos lo importante era satisfacer los intereses de los dueños de grandes propiedades, hoy el atractivo de las inversiones generales va ganando importancia y este atractivo depende de un número de factores cada vez mayor.

Los regímenes políticos modernos dependen de la opinión de los inversores casi tanto como de la opinión de los votantes. El motivo es que, cuando un país pierde su atractivo para los inversores, comienza a experimentar una crisis económica y el apoyo al gobierno disminuye. Un país debería considerarse atractivo para los inversores si proporciona protección para todos los propietarios y garantiza que ni el gobierno ni los delincuentes confiscarán ningún negocio. Otros factores muy necesarios e importantes también son una vida tranquila, impuestos bajos para todos, transparencia y estabilidad en el sistema legal.

Actualmente, otro indicador significativo del atractivo de un país para los inversores es la libertad de información. Si un país impide el desarrollo de las tecnologías de la información, si hace que sus compañías de internet censuren el contenido y proporciona información de sus usuarios a los organismos encargados de hacer cumplir la ley, entonces esto entorpece las actividades empresariales, no solo en el sector de las tecnologías de la información, sino también en otras áreas que dependen de internet. En la mayoría de los casos, los inversores prefieren invertir su dinero en otros países sin restricciones.

Así que, en resumidas cuentas, hoy día ya existen elementos de la democracia inversionista directa, aunque conectados únicamente a la actividad económica. Los inversores estimulan el progreso científico y tecnológico, así como la expansión de las libertades civiles. Los inversores deciden qué países se convertirán en líderes del desarrollo económico global y cuáles tendrán que atravesar necesariamente ciertos cambios.

No es utopía, es realismo

Está claro que todavía quedan muchos obstáculos en el camino de la democracia inversionista real. Hoy los baremos del atractivo de las inversiones no se basan únicamente en las experiencias reales de los inversores, sino que también se ven influidos por los contactos políticos de sus autores. La mayoría de las personas aún son prácticamente analfabetas en lo que respecta al mundo de las finanzas. Y, por supuesto, nuestro mundo sigue presentando enormes diferencias económicas. Pero las inversiones no son solo «referendos» de la gente rica; en ocasiones, una donación de 200 dólares puede determinar el destino de una película o un videojuego independiente. Y, por ejemplo, en ciudades de Rusia más pequeñas que Moscú y San Petersburgo, unas pocas decenas de miles de dólares son un auténtico capital, ya que pueden invertirse en inmuebles. El mercado inmobiliario está formado casi en su totalidad por este tipo de capital y se ve influido por él.

Pero no debemos dejarnos llevar por ilusiones: en un futuro cercano es muy difícil que surja una «democracia inversionista» en la que el «derecho a voto» sea igualitario. Un multimillonario siempre va a tener más «votos» que un empleado de clase media. ¿Pero existe realmente la igualdad en la democracia tradicional? Aunque no haya trampas en el recuento de votos, la igualdad solo puede encontrarse durante la propia votación, ya que esta no existe durante la elaboración de las listas de candidatos de cada partido. Podría darse el caso de que en el mundo moderno, la influencia real de un votante medio y de una persona de la élite sea mucho mayor que sus ingresos. Esto significa que, para una persona preocupada por estos temas, lo ideal es usar varios medios de influencia disponibles al mismo tiempo. Y, por supuesto, nuestro mundo sigue presentando enormes diferencias económicas. Pero incluso un pequeño inversor, «ceteris paribus», tiene más poder de influencia sobre procesos globales que un ciudadano «corriente» con los mismos ingresos. Y este poder sigue en aumento...

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