Proyecto especial en colaboración con el prime bróker EXANTE
En la serie de artículos escritos por Victor Argonov titulada Does being an investor mean being a citizen of future? (Ser inversor ¿significa ser un ciudadano del futuro?) y dedicada a las tendencias en las inversiones privadas, hemos discutido cómo el desarrollo de las tecnologías de la comunicación ha afectado a nuestra sociedad, en general, y a la economía y a las inversiones, en particular. También hemos tratado de pronosticar si el capitalismo estándar podrá ser sustituido por la democracia directa procedente de los inversores corrientes. Ahora vamos a analizar la historia del corretaje y, en el siguiente artículo, aprenderemos a navegar por el mundo del gran mercado.
Las cafeterías convertidas en bolsa de valores
A pesar de que el comercio en línea ha aparecido hace relativamente poco, la gente aspira a simplificar y democratizar el proceso de negociación durante el tiempo que sigan existiendo las bolsas y los mercados de valores. Un buen ejemplo que nos ofrece la historia, donde podemos ver estos esfuerzos, se encuentra en la experiencia del Jonathan's Coffee-House en Inglaterra.
Royal Exchange de Londres. Fundada en 1565 como una simple bolsa de intercambio de productos básicos. En 1695 permitió empezar a negociar con valores, pero en 1698 este tipo de acuerdos se prohibió de nuevo. Hoy día esta bolsa no está en funcionamiento.
Durante prácticamente todo el siglo XVII los Países Bajos fueron los líderes de las finanzas en Europa. En 1608 se fundó una bolsa de valores en Ámsterdam que podía albergar hasta 4.500 personas, lo que suponía un récord en aquellos tiempos. Las bolsas de valores han demostrado ser un negocio muy lucrativo. Gracias a ella casi todos los países europeos estaban en deuda con los Países Bajos. La Royal Exchange de Londres empezó a funcionar en 1565, pero solo empezó a representar una competencia real para la bolsa de Ámsterdam en los años de 1695 a 1698. Durante mucho tiempo fue una simple bolsa de intercambio de productos básicos, pero en 1695 su gestión permitió empezar a negociar con bonos del Estado y acciones de empresas. Los resultados de esta decisión fueron dos: por un lado, la bolsa ganó popularidad, pero el alboroto y el ajetreo que generaban los corredores de bolsa resultaba desagradable para los «caballeros respetables» y en 1698 los corredores fueron de nuevo expulsados de la bolsa. Esta decisión tuvo una gran importancia histórica, aunque no precisamente a favor de la Royal Exchange.
Los emprendedores deseosos de negociar con acciones encontraron un nuevo sitio de reunión: la Jonathan's Coffee-House de Londres. A diferencia de la Royal Exchange, este lugar estaba abierto para todo el que quisiera entrar. Los propietarios de este café y sus visitantes no tenían prejuicios anticuados y acogían a cualquier persona que quisiera invertir o «apostar». El café se convirtió en un gran centro de negocios. Fue el mismo lugar donde, en el siglo XVIII, se acuñaron muchos términos familiares como clearing, bull y bear. En 1773 los comerciantes de la Jonathan's Coffee-House construyeron un nuevo edificio para sus transacciones, que se llamó Bolsa de Londres. Con el tiempo, esta bolsa de valores se ha convertido en el centro financiero a nivel mundial, superando incluso a la Bolsa de Ámsterdam y a la Royal Exchange de Londres en términos de influencia.
Uno de los muchos edificios relacionados con la Bolsa de Londres, que se fundó en 1773. Hoy día es uno de los centros financieros más importantes del mundo.
Las bolsas de valores convertidas en cafeterías
El ejemplo del Jonathan's Coffee-House ha demostrado que las bolsas de valores deberían ser más flexibles y sensibles a las tendencias históricas. Sobre todo, no deberían ignorar las necesidades cada vez mayores de comunicación, sino más bien dar con nuevas posibilidades para satisfacerlas.
Tradicionalmente, las bolsas de valores han sido lugares donde el acceso a la gente común estaba bastante restringido. Por ejemplo, la Bolsa de Nueva York (NYSE) cuenta con 1.366 miembros. Aquí, el derecho a ser socio puede comprarse (el precio varía de algunos miles de dólares a millones de dólares) o alquilarse (al módico precio de unas decenas de miles de dólares al año). La gente corriente no puede entrar sin más en la bolsa de valores y empezar a negociar. Si quieren hacerlo, tienen que utilizar los servicios de uno de sus miembros como agente (bróker), pagando sus honorarios.
Antes, estas comisiones se pagaban al bróker para que negociase directamente en el parquet, y eran bastante cuantiosas. Pero en la década de 1970 las bolsas de valores comenzaron a hacer un amplio uso de las tecnologías de la información. Las transacciones fueron automatizadas y, más tarde, fue posible empezar a hacerlas a distancia a través de redes informáticas. Los brókeres pudieron entonces realizar operaciones desde sus hogares. El rendimiento de las bolsas aumentó y el trabajo del bróker para realizar cada transacción y sus honorarios correspondientes empezaron a disminuir. La aparición de internet en la década de 1990 permitió automatizar por completo las transacciones. Hoy han aparecido los brókeres online, capaces de proporcionar por internet información en directo sobre el mercado a los inversores, recibir órdenes de los inversores y completarlas en los mercados de valores. Como resultado, la gente corriente ha podido empezar a participar en las negociaciones desde sus hogares, junto con los brókeres profesionales.
Terminal de negociación online para brókeres de Exante en varios dispositivos. En lugar de acudir al edificio de la bolsa, el inversor moderno puede «entrar» en ella desde tu teléfono.
El moderno bróker online es mucho más que un miembro de la bolsa de valores que recibe órdenes de los clientes en un terminal y las remite a la bolsa por medio de otro terminal. Se trata de un sistema automatizado en el que las acciones intermedias que se producen dentro de una transacción son mínimas. Algunos grandes brókeres online, como Interactive Brokers, Saxo Bank o Exante, ofrecen a sus usuarios acceso directo al mercado (DMA). Toda la transacción (desde el envío de la orden al bróker hasta la recepción por parte del cliente del éxito de la compra o de la venta de un instrumento) la llevan a cabo los DMA-brokers prácticamente al instante. El coste de cada transacción es insignificante y permite utilizar las tarifas más baratas. A mediados de los '90 la tarifa media de un bróker convencional era de 1 dólar por acción (y, a menudo, solo podían comprarse lotes indivisibles de 100 acciones). Los modernos brókeres online pueden emplear tarifas de 1 o 2 céntimos de dólar (y permiten comprar acciones individuales). Además, estos brókeres permiten operar en varios mercados de valores a la vez, incluyendo la Bolsa de Londres y la de Nueva York, así como mercados en Tokio, Hong Kong, NASDAQ, etc. Esto hace que decenas de miles de herramientas financieras estén disponibles.
¿Aún más cerca de la «gente corriente»?
Por lo tanto, las bolsas modernas han aprendido de la antigua experiencia inglesa y se negaron a esperar que emergiera otro «Jonathan's Coffee-House» en internet. En lugar de ello, decidieron aprovechar la experiencia de ese antiguo café.
Con la ayuda de las tecnologías de la información y la colaboración de los brókeres online, han reducido drásticamente los costes y han simplificado la participación en las operaciones. Y, aunque legalmente los brókeres y los mercados de valores aún hacen de intermediarios entre los comerciantes, los DMA reducen esta separación para los ordenadores de los clientes, de una forma parecida a como los comerciantes en el café estaban separados por una mesa en la que se discutían los detalles de las transacciones. Probablemente, la única barrera real para los pequeños inversores que todavía puede encontrarse en este arreglo es la necesidad de depositar una cantidad significativa de dinero (unos cuantos miles de dólares) en su cuenta. Este depósito no se utiliza para pagar los servicios del bróker, dado que las tarifas han bajado, pero los inversores siguen teniendo que entregar este dinero a las empresas de servicios de inversión y esto provoca, cuando menos, reticencias.
El requisito de tener que depositar una cantidad importante es una consecuencia natural de las características del funcionamiento de los brókeres online. La principal carga de trabajo de los brókeres tradicionales tenía que ver con llevar a cabo las transacciones directamente en la bolsa. Por su parte, la tarea principal de los brókeres online es proporcionar una conexión legal para los servidores de operaciones y crear una infraestructura técnica para procesar las transacciones automáticamente. Dicha infraestructura requiere una inversión cuantiosa y el bróker aspira a devolver esa inversión en el menor tiempo posible. Si un bróker opta por emplear la estrategia de las tarifas bajas, la única manera de poder alcanzar ese objetivo es aumentando la cantidad global de fondos del cliente.
¿Hay más alternativas disponibles para alcanzar el arreglo mencionado? Sí, las hay, pero tienen sus propios inconvenientes. El mercado moderno puede ofrecer a las empresas de servicios de inversión depósitos bajos, pero estas no cuentan con una gran infraestructura ni acceso a mercados importantes. ¿Cómo operan entonces?
Algunos de estos brókeres (dealing desk brokers o DD-brokers) proporcionan a sus clientes información sobre el mercado obtenida a partir de operaciones reales, pero no emiten órdenes a las bolsas y las procesan usando sus propios fondos. Organizan una especie de intercambio ellos mismos (dealing desk o mesa de cambio). Este arreglo es muy popular en el mercado de divisas, ya que es fácil de llevar a cabo: el dinero es anónimo, no hay dividendos, etc. Al mismo tiempo, hay también DD-brokers que se ocupan de valores. No negocian con acciones reales, sino con compromisos para comprarlas (o, para ser más precisos, Contratos por Diferencia o CFD). Esto proporciona a sus clientes una increíble flexibilidad: depósitos realmente pequeños, gran liquidez, alto apalancamiento y la gama más amplia de herramientas disponibles. Pero este arreglo también conlleva graves inconvenientes:
Otro tipo de brókeres «low cost» son los introducing brokers (introducción de brókeres). Básicamente, se trata de intermediarios adicionales entre los clientes y los brókeres «estándar» que tienen acceso a los mercados de valores. A menudo, además de servicios de inversión, ofrecen también formación a sus clientes y oportunidades para intentar negociar en diversas plataformas y mercados. Está claro que operar con la ayuda de estos brókeres implica unas tarifas más altas, dado que la cadena de intermediarios se amplía. Pero su problema principal es distinto: niegan la responsabilidad por las transacciones. Según sus contratos, se trata de meros intermediarios. De hecho, esto aumenta en gran medida las posibilidades de fraude.
Hoy en día, los mercados de valores siguen evolucionando y distintas empresas online experimentan con todo tipo de arreglos financieros. La competencia se hace más dura y la gente cada vez tiene más información sobre nuevas posibilidades. Por ello, podemos deducir que, en un futuro cercano, los brókeres ofrecerán a sus clientes términos aún más atractivos en todos los sentidos. En concreto, ofrecerán tarifas más bajas, depósitos mínimos y una elevada seguridad todo en uno, negociando con acciones reales de empresas de renombre.