Ironías financieras desafortunadas
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¿Por qué incluso en el mundo de las finanzas no se puede prescindir de la ironía?

«La ironía es la honestidad con el volumen hacia arriba», dijo una vez George Saunders.

A continuación se incluyen mis ironías financieras preferidas.

1. Unos costes de trading más bajos hace que sea más tentador operar, lo que aumenta los costes

El coste de una transacción media en 1970 era del 1,2%. ¿Quiere comprar 10.000 dólares en acciones? Le costará 120 dólares. Gracias.

Los costes se han derrumbado en los últimos años y en muchas corredurías se acercan a cero.

Pero dudo mucho que unos costes más bajos hayan ayudado a los inversores. Todo lo contrario: han eliminado todas las barreras.

La prueba clara es que cuanto más opere, peor le irá. Eso ocurre porque la mayoría de las operaciones son expresiones de sus falsas ilusiones y fundamentos.

Como en el caso de los impuestos al combustible para promover los vehículos eficientes, los costes de operaciones promueven un comportamiento eficiente al poner una carga financiera entre usted y sus malas decisiones. Le hacen pensar antes de actuar. Con el tiempo, eso puede ahorrarle más que lo que se ahorra con unos costes de operaciones más bajos. Si pensaba que una comisión por operaciones de 120 dólares era mucho, calcule el coste de operar al día con su plan 401(k). No tiene ni punto de comparación.

2. Sus principales años de inversión están en la adolescencia y en sus 20, pero los principales años de beneficios entre los 40 y 50

El interés compuesto experimenta un crecimiento exponencial, pero los rendimientos de mercado son aleatorios e implacables a corto plazo.

Esto es lo que ocurre: el tiempo está a su favor cuando es joven, pero no tiene dinero para invertir. Cuando es mayor y tiene dinero para invertir, los años de los intereses compuestos han pasado y lo que le queda es luchar contra los caprichos psicóticos de los rendimientos de mercado a corto plazo cuando se acerca la hora de la jubilación.

Por esto es por lo que mucha gente piensa que el mercado es un casino. Como no invierten de forma seria hasta que se acerca la jubilación, no tienen suficiente tiempo para dejar que el mercado funcione, y lo que les queda es apostar con los rendimientos de mercado a corto plazo.

La solución es enseñar a las generaciones jóvenes lo importante que puede ser ahorrar aunque solo sean unos cuantos dólares. En este sentido hemos avanzado bastante. Gracias a la inclusión automática en el plan 401k, los trabajadores jóvenes están ahorrando para la jubilación a un nivel que sus padres ni siquiera podían imaginar.

La afirmación sigue siendo la misma: el mercado está hecho para personas con 30-50 años por delante de ellos y ese siempre va a ser el segmento de población que menos dinero tiene.

3. La inversión se vuelve más cara cuanto más rico es

Una persona rica paga lo mismo por un par de zapatos que una pobre. La persona rica pagará más por asesoramiento de inversiones que una persona con menos dinero, aunque reciban el mismo producto.

Casi todos los costes financieros se calculan en función al porcentaje de valores. Por ejemplo, pongamos que un fondo de inversión cobra un 1% al año. Alguien que invierte 10.000 dólares pagará 100 dólares al año. Alguien que invierte 100.000 dólares pagará 1.000 dólares al año. Ambos reciben el mismo servicio. Se trata del mismo paquete de valores del mismo gestor que dedica el mismo esfuerzo a pesar de la cantidad de dinero que tenga.

El gestor tiene sus propios gastos en relación a los activos (costes de mantenimiento y operaciones), razón por la que este sistema de costes está tan arraigado. Todo el mundo que está en este entorno ha tenido que aceptar el aumento de los costes con los activos, lo que hace que sea difícil para la gente salir de esta situación. El resultado es que cuanto más rico es, más caro se vuelve invertir. Es una de las pocas industrias con economías de escala negativas.

4. El éxito atrae el dinero, pero atraer dinero asegura menos éxito

Si un gestor tiene éxito en el mercado durante varios años, los inversores le premiarán con miles de millones de dólares para que los invierta.

Pero la oportunidad es un recurso escaso. No es algo que incluso el inversor más inteligente encuentra a diario. Por lo tanto, el dinero nuevo se encuentra en lo único que le queda al gestor en su lista: activos demasiado caros o ideas de menor calidad. La desilusión no está muy por detrás.

El dinero no persigue a la oportunidad, persigue al rendimiento pasado. La ironía es que en un mundo cíclico, el alto rendimiento del pasado es a menudo un presagio de una crisis futura. Esto va contra toda lógica y por ello nuestro cerebro quiere creer que seguimos repitiendo el mismo error de ir detrás de todo lo que parece oro una y otra vez.

Algunos gestores cierran sus fondos a nuevos inversores para mantener el equilibrio entre el dinero y la oportunidad. Esto es algo raro. Bill Gross, Bill Miller, Ken Heebner y John Hussman han tenido que enfrentarse a la maldición del éxito, con distintas etapas en su carrera profesional como las siguientes:

  • El gestor disfruta de una racha ganadora.
  • Los inversores se acumulan con la esperanza de que esta racha siga.
  • El gestor pone el dinero del nuevo inversor en ideas con menos futuro. Bajan los rendimientos.
  • Los inversores retiran el dinero.
  • El gestor encuentra una nueva oportunidad.
  • Quedan pocos inversores para disfrutarla.
  • El gestor disfruta de una racha ganadora.

Muchos inversores repiten este proceso hasta que se arruinan. Los más inteligentes se dan cuenta de que es un proceso cíclico y que ir detrás de los rendimientos del pasado es el camino más rápido hacia la miseria.

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