República Checa: un paraíso para los inversores
David W Cerny/Reuters
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El presidente checo dijo esta semana de broma que podría resolver sus diferencias con el primer ministro «con un Kalashnikov». El ministro de Finanzas del país es un multimillonario que no ve ningún conflicto de intereses en ser el dueño de un imperio de productos químicos y medios de comunicación. Los comunistas que abogan por una salida de la OTAN son el tercer partido más popular. En la República Checa, esto se considera estabilidad.

La nación sin litoral de 10,5 millones de habitantes ha marcado su posición como centro de atracción de capital del centro de Europa a la vez que los gobiernos populistas consolidan su control en Hungría y Polonia. La confianza de los inversores es tan alta que solo cuatro países (Japón, Suiza, Alemania y Países Bajos) tienen unos costes de financiación a 10 años más bajos.

Desde que la República Checa se unió a la Unión Europea hace 12 años, el tamaño de su economía se ha duplicado, el desempleo se ha reducido a la tasa más baja de la UE, y su moneda se ha revalorizado cerca de un quinto frente al euro. Las grandes empresas se han vendido y están generando miles de millones de dólares en ingresos cada año para propietarios como Volkswagen AG y Société Générale SA. Peter Attard Montalto, economista de Nomura Plc que sigue la región desde Londres, dijo:

«Los políticos checos han respetado y dado la bienvenido a inversiones extranjeras de una manera que no se ha visto en el resto de la región. Hay un grado fundamental de confianza de los inversores en las instituciones checas y en su estado de derecho».

Con el país recuperándose de la recesión, el crecimiento se aceleró a un 4,7 por ciento anual en el tercer trimestre, el tercer ritmo de crecimiento más rápido de la UE. Esto, combinado con un déficit presupuestario cada vez más reducido, está atrayendo más capital. Las posesiones extranjeras de bonos nacionales checos aumentaron un 36 por ciento durante el año hasta el 30 de noviembre, según muestran los datos del gobierno. Esto se compara con el 5 por ciento de crecimiento de Polonia y una disminución del 21 por ciento en Hungría durante el mismo período.

Vale la pena tener vecinos con problemas. El rendimiento de los bonos soberanos checos de 10 años se redujo a un 0,63 por ciento en Praga el jueves, 0,22 puntos porcentuales por encima de los valores del estado alemán de vencimiento similar. Eso se compara con tasas del 3,13 por ciento en Polonia y del 3,54 por ciento de los clasificados como bonos basura de Hungría.

Los mercados polacos cayeron después de que Standard & Poor's rebajara el 15 de enero la calificación crediticia del país, lo que justificó con la preocupación de que su nuevo liderazgo está debilitando la independencia de instituciones como los tribunales y los medios de comunicación. Tras la victoria en las elecciones de octubre, el partido Ley y Justicia dijo que quiere financiar el aumento de las prestaciones sociales con ingresos provenientes de los impuestos adicionales sobre los grandes bancos y minoristas. Los planes se hacen eco de las políticas del primer ministro húngaro, Viktor Orban, quien en 2010 reforzó el presupuesto con los gravámenes sobre determinadas empresas, en su mayoría de propiedad extranjera.

Eso no quiere decir que la República Checa sea un paraíso para los inversores. Las calles empedradas de la capital medieval, Praga, atraen a unos 6 millones de turistas al año y el país es uno de los principales fabricantes de automóviles del mundo en términos per cápita, y produjo casi el doble de vehículos que Italia el año pasado. Viendo la cultura política que predomina en la actualidad, no resulta sorprendente que Praga sea la ciudad de nacimiento de Franz Kafka.

Descontento ciudadano

Mientras que la actual administración de dos años ha sobrevivido a la esperanza de vida media de un gobierno checo, la coalición ha conseguido enredarse en discusiones sobre las prioridades de gasto, las políticas fiscales y el camino hacia la adopción del euro. La disputa fue noticia el 26 de enero cuando el presidente Milos Zeman dijo en broma que si las elecciones no pudieron acabar con el primer ministro Bohuslav Sobotka, «una opción no democrática sería hacerlo con un Kalashnikov» (un portavoz de Zeman calificó el comentario de «hipérbole»).

El otro líder de la coalición es Andrej Babis, un exfuncionario de comercio de la era comunista y el segundo ciudadano más rico del país, con una fortuna de al menos 2,2 mil millones de dólares, según el índice de multimillonarios de Bloomberg. En 2011, Babis creó un nuevo partido llamado ANO, que en checo significa «sí» y un acrónimo que también significa «Acción de Ciudadanos Descontentos». Tras la costosa campaña electoral de Babis dos años más tarde, ANO terminó segundo, lo que permitió a su fundador ser ministro de Finanzas.

Babis lanzó una campaña en contra de lo que consideraba una corrupción rampante. Desde que asumió el cargo en el gobierno ha rechazado las acusaciones de conflictos de intereses y ha rechazado las peticiones del primer ministro Sobotka para que venda sus participaciones en la industria química, alimentaria y forestal, así como en dos de los más grandes periódicos nacionales.

Jiri Pehe, asesor del expresidente Vaclav Havel, que ahora es director de la Universidad de Nueva York en Praga, dijo:

«Es contraproducente, y hasta cierto punto peligroso, cuando una de las personas más ricas del país no solo tiene altos cargos políticos, sino también un imperio de medios de comunicación. En estos casos es donde la democracia se enfrenta a los riesgos de la oligarquía».

El palacio frente al río del Castillo de Praga

Babis no oculta su impaciencia ante los procedimientos parlamentarios. Ha bromeado diciendo que disparar a la mitad de los legisladores produciría resultados más rápidos que los largos debates típicos de la cámara legislativa barroca. Pero los inversores han elogiado sus esfuerzos para reducir el déficit presupuestario y su resistencia a las propuestas de Sobotka de aumentar los impuestos corporativos.

El gobierno de coalición ha aumentado las pensiones y acordó construir más carreteras, pero la carga de la deuda soberana Checa, alrededor de un 41 por ciento de la producción económica, es menos de la mitad de la media de la UE. El presupuesto, sin embargo, podría estar bajo presión en las próximas décadas a causa del envejecimiento de la población, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico.

Eso no parece ser un problema para los inversores que buscan rendimientos estables y de bajo riesgo. A pesar de los frecuentes cambios de liderazgo (13 gabinetes han ocupado el palacio frente al río del siglo XIX bajo el Castillo de Praga desde la división de Checoslovaquia hace 23 años), lo que cuenta es la trayectoria económica, dijo Dmitri Barinov, un administrador de Union Investment Privatfonds GmbH en Frankfurt. Barinov, que dice que la deuda Checa es popular entre los clientes con aversión al riesgo, dijo:

«En comparación con Polonia y Hungría, la economía checa y sus perspectivas de crecimiento están más estrechamente vinculadas a Alemania. Los inversores consideran el país como si se tratar de un mercado desarrollado y no emergente, es decir, un mercado bueno, estable, pero en cierto modo aburrido».

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