¿Por qué los inversores no deben tenerle miedo a la marihuana?
Mark Blinch/Reuters
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El dinero de Wall Street se ha mantenido alejado del cannabis a pesar de ser una industria en auge.

Las empresas que operan en el lado legal de la industria generarán casi 7 mil millones de $ en ventas este año - una tasa de crecimiento del 25% - según ArcView Market Research, un grupo que monitoriza el mercado. Sin embargo, los inversores más pudientes prefieren sentarse y esperar un poco todavía.

MedMen, una compañía de consultoría que trabaja en la industria de la marihuana terapéutica, puso la semana pasada en marcha el Fondo de Oportunidades MedMen (con un valor de 100 millones de $) con el objetivo de irrumpir en grandes mercados con licencias limitadas.

El fundador y director ejecutivo de Medmen, Adam Bierman, ha dicho que espera que el resto de inversores que participe en esta primera ronda sean personas con un alto poder adquisitivo y family offices. Wicklow Capital, el inversor principal en esta ronda con sede en Chicago, se ajusta perfectamente a esta descripción.

Sin embargo, muchos inversores más grandes, con miles de millones en activos bajo gestión, puede que no se muestren muy entusiasmados, ya que este negocio es ilegal según la ley federal. Los 25 estados en los que poseer cannabis es legal bajo determinadas circunstancias se han librado en parte porque el gobierno de Obama decidió en 2009 que procesar a los pacientes que consumen marihuana con fines terapéuticos es es un desperdicio de los recursos del gobierno.

Es posible que algunos inversores no se sientan cómodos invirtiendo su dinero en esta industria, ya que esto va en contra de sus a veces estrictas reglas.

Prácticamente no hay empresas dedicadas a la industria del cannabis que coticen en bolsa en EE. UU.; al menos 55 cotizaron como penny stocks (acciones especulativas de bajo precio) el año pasado, según Bloomberg.

MassRoots, una red social de fumadores de marihuana, intentó hace poco cotizar en NASDAQ, pero fue rechazada. NASDAQ rechazó hacer comentarios al respecto. Pero MassRoots dijo que la bolsa creía que la empresa ayudaba en la venta de una sustancia ilegal – algo que MassRoots ha identificado como un factor de riesgo en su presentación ante los reguladores para salir a bolsa.

Sin embargo, se espera que 5 estados clave, incluyendo California y Massachusetts, voten una posible legalización de la marihuana en otoño.

"Ese será el punto de inflexión" para que se disipen las dudas del capital institucional, dijo Bierman. Sin embargo, es posible que la participación real todavía quede muy lejos. A esto añadió:

"En EE. UU. no vamos a ver una exposición y participación real del capital en este sector. No estamos cerca del momento en el que la marihuana sea legal a ojos de las leyes federales".

Incluso si cambian las percepciones individuales, muchos inversores importantes no tienen la flexibilidad suficiente como para adaptar sus ideas rápidamente, dijo.

La industria se hizo un pequeño lavado de cara la semana pasada gracias a Microsoft (NASDAQ: Microsoft Corporation [MSFT]). El gigante tecnológico anunció una asociación con Kind Financial, una empresa de software, para ayudar a los propietarios de negocios de cannabis a cumplir mejor la normativa vigente. Microsoft nunca se había asociado con una empresa de la industria antes, y ha sido la primera empresa importante en hacerlo.

Aunque Microsoft no se va a involucrar en los pormenores del negocio, su participación sigue siendo de gran importancia.

Al tratarse de una industria nueva, la gente como Bierman tiene que "crear" el mercado.

Por un lado, MedMen y Privateer Holdings, una firma de capital privado especializada en la marihuana legal, se presentan como lo harían en cualquier otra industria.

Pero luego entra en juego el cannabis, y a la hora de valorar una empresa para decidir si es una buena inversión, no hay ejemplos tradicionales para comparar, al menos en EE. UU. Por lo que los inversores tendrán que arriesgarse.

Si toman esta decisión pronto, conseguirán unos beneficios que jamás volverán a repetirse, dice Bierman.

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