Las nuevas empresas que ofrecen sensores y algoritmos prometen una nueva era en Wall Street.
El operador estaba en serios problemas. Un milenial que acababa de llegar a Wall Street había hecho unas malas apuestas y había entrado en pánico por recuperar sus pérdidas, asumiendo demasiados riesgos y perdiendo 4,9 millones de dólares en una sola tarde.
No se trata de un día de verdad. El operador participaba en una simulación dirigida de Andrew Lo, profesor de finanzas del MIT. El objetivo: averiguar si es posible identificar a los mejores operadores en función de cómo responden ante la volatilidad del mercado.
Lo había sido invitado al banco de inversión con sede en Nueva York – no dijo cuál -después de dar una charla a sus ejecutivos. Así en 2014, todavía un desconocido para el mundo de las inversiones, llenó una sala de conferencias con monitores para crear un laboratorio donde 57 operadores de bonos y acciones prestaron sus cuerpos a la ciencia.
Los bancos ya cuentan con equipos de macrodatos para analizar la información que poseen sobre sus clientes. Ahora están trabajando para intentar mejorar las operaciones y limitar las pérdidas en lo que más gastan: sus empleados. Empresas como JPMorgan Chase (NYSE: JPMorgan Chase & Co [JPM]) y Bank of America (NYSE: Bank of America Corporation [BAC]) han mantenido contactos con empresas tecnológicas sobre ciertos sistemas que controlan las emociones de los trabajadores para aumentar el rendimiento y el compromiso, según los ejecutivos de unos bancos que han preferido permanecer en el anonimato.
A medida que las máquinas invaden el papel de los seres humanos en los mercados, la tecnología ofrece una forma de igualar la contienda. Los dispositivos utilizados por Lo -sensores de muñeca para medir el pulso y la transpiración - podrían advertir a los operadores de que sus emociones están descontroladas y que, por lo tanto, deben tomarse un respiro. También se podrían utilizar para analizar a las personas antes de contratarlas con el fin de identificar si son adecuadas para asumir riesgos, algo que le resultó muy interesante al banco que ha hecho posible el estudio del MIT.
La aplicación más prometedora, y también la que presenta más problemas de privacidad, sirve para controlar a los empleados, dice Lo. Los gestores de riesgos podrían utilizarla para detectar problemas en una mesa específica, como puede ser el caso de operaciones no autorizadas, antes de que las cosas lleguen demasiado lejos.
"Imagínese que todos sus operadores tuvieran que llevar relojes de pulsera que monitorizan su fisiología, y que dispone de una pantalla que le indica en tiempo real si alguien está perdiendo los papeles", dice Lo. "La tecnología existe, al igual que la motivación - una mala operación puede suponer unas pérdidas de 100 millones de dólares - pero estamos hablando de una intrusión significativa en la privacidad de los empleados".
La vigilancia emocional nos hace pensar en una versión financiera de 1984 de George Orwell, pero no es ciencia ficción. Los bancos ya están empleando servicios que lo incorporan en sus análisis de conducta. Una startup fundada por licenciados del MIT llamada Humanyze ha creado una tarjeta de identificación con un sensor que transmite datos sobre los patrones de habla, actividad y estrés.
Los micrófonos y sensores de proximidad ayudan a las empresas a comprender las diferencias entre los equipos con buen rendimiento y los mediocres. La empresa con sede en Boston está a punto de anunciar un acuerdo con un banco que está enviando algunos empleados a unas oficinas nuevas, según el director ejecutivo Ben Waber. El banco quiere utilizar insignias Humanyze para determinar dónde deben sentarse los operadores, los gestores de activos y personal de apoyo para mejorar la productividad, dice.
Otra startup, Behavox, utiliza programas de aprendizaje automático para escanear las comunicaciones de los empleados y los registros de operaciones. El análisis emocional de las conversaciones telefónicas forma parte de la imagen global del comportamiento del trabajador, según el fundador Erkin Adylov, exanalista de Goldman Sachs. Este dice:
"El reconocimiento de emociones y el análisis de las llamadas telefónicas es algo que cada vez nos piden más los bancos. Todas las cosas que haces como ser humano están impulsadas por las emociones".
Las emociones son reflejos desarrollados para gestionar el comportamiento, dicen los científicos, y mejoran nuestras posibilidades de aprovechar las oportunidades y sobrevivir al riesgo. Están acompañadas de cambios fisiológicos medibles, como el aumento de la presión arterial, sudoración y palpitaciones. Ya en época del economista Benjamin Graham, el padre de la inversión de valor, se hizo manifiesta su importancia a la hora de invertir.
Más recientemente, John Coates, un neurocientífico de la Universidad de Cambridge y exoperador de derivados, ha estudiado cómo la biología influye en las decisiones de las personas que asumen riesgos financieros. Sus experimentos, recogidos en un libro publicado en 2012, The Hour Between Dog and Wolf (la hora entre el perro y el lobo), muestran que las hormonas como la testosterona y el cortisol desempeñan un papel importante en los altibajos del mercado.
Los voluntarios que participaron en el estudio de Lo no podían arriesgar más de 3 millones de dólares y su misión era ganar dinero en los mercados incluyendo el del petróleo, el oro, las acciones, las divisas y los bonos del Tesoro. Todos ellos eran empleados del banco - encargados de operar con renta fija y renta variable - con diferentes niveles de experiencia, desde principiantes hasta operadores con más de 15 años de operaciones a sus espaldas. los operadores con experiencia mostraron una respuesta específica a la volatilidad. En lugar de estar desprovistos de sentimientos, son atletas emocionales. Sus cuerpos responden rápidamente a las situaciones de estrés y se relajan cuando vuelve la calma, lo que les permite estar preparados para el siguiente reto. El jugador más destacado ganó 1,1 millones de dólares en un par de horas operando.
A los que no les fue tan bien, como puede ser el caso del operador que perdió casi 5 millones de dólares, se vieron afectados emocionalmente por sus errores, tal y como reflejaron las mediciones de su frecuencia cardíaca y otros marcadores como los niveles de cortisol, incluso después de que la volatilidad desapareciera.
Los hallazgos de Lo sugieren que existe un punto dulce para el compromiso emocional: si es demasiado grande, la persona se vuelve demasiado agresiva o temerosa; si es demasiado pequeño, la persona no se involucra lo suficiente como para hacer las cosas bien.
Las respuestas de los operadores veteranos eran más controladas, lo que sugiere que la formación y la experiencia juegan un papel esencial.
Existen otras formas de inferir los estados emocionales. Los investigadores dirigidos por Brian Uzzi, profesor de Kellogg School of Management, estudiaron minuciosamente más de 1,2 millones de mensajes instantáneos enviados por los operadores de día durante un período de dos años. Estos descubrieron que, al igual que en el estudio de Lo, las emociones juegan un papel importante en el rendimiento de los operadores. Uzzi, cuyo estudio ha sido publicado este año, dice que está trabajando con dos fondos de cobertura para diseñar un producto basado en la investigación.
A medida que los operadores más jóvenes - acostumbrados a los dispositivos biométricos como las bandas Fitbit - llegan al sector de las inversiones, las aplicaciones diseñadas para fomentar el rendimiento y monitorizar a los empleados pasarán a ser algo normal, dice Lo, quien espera que sean algo generalizado en menos de 10 años. Este añade:
"Cuanto más datos tengamos, más capaces seremos de caracterizar el estado emocional del individuo", dice. "Todo el mundo tendrá que tener este tipo de análisis".