Las personas que están dispuestas a mejorar la eficiencia de sus negociaciones o inversiones, deberían prestar más atención a la toma de decisiones.
Hace poco me invitaron a un vestuario de hockey donde un psicólogo deportivo de la NHL fue contratado para tratar a un equipo de jugadores de entre 16 y 20 años con un gran futuro. Era el comienzo de la temporada y el entrenador estaba decidido a darle a su equipo todas las ventajas posibles.
El psicólogo comenzó la sesión con una pregunta: "¿Cuántos de vosotros pensáis que hay un aspecto mental para un máximo rendimiento en el hielo?" Como era de esperar, todos los jugadores levantaron la mano.
Después, continuó con otra pregunta: "OK. Entonces, ¿qué porcentaje del juego es mental?"
Una vez más, los jugadores levantaron las manos: "25%" respondió uno, "50%" dijo otro y "100%" grito el entrenador.
El siguiente comentario del psicólogo dejó la sala en silencio. "Bueno, parece que está entre un 25 y 100%. Entonces, ¿cuánto tiempo pasáis trabajando para mejorar vuestro juego mental?"
Ninguno levantó la mano. Estaba claro que los jugadores reconocían la importancia de la preparación mental para el deporte, pero muy pocos realmente se centraban en cómo podrían mejorar esa parte de su juego. De hecho, muchos jugadores ni siquiera sabían por dónde empezar.
Lo mismo podría decirse de los inversores y operadores activos. La mayoría de los operadores sabe que una gran parte de su éxito está determinado por su enfoque mental hacia los mercados. Sin embargo, solo algunos realmente hacen un esfuerzo por entender sus propias fortalezas y debilidades mentales.
La negociación o inversión activa se relaciona con la toma de buenas decisiones – y la toma de decisiones suele verse empañada por las emociones. Reconocer y controlar las emociones negativas es parte del juego mental. De hecho, la aparición de Finanzas del Comportamiento como disciplina ha ayudado a los inversores a atribuir un nombre a los sesgos que todos tenemos– no porque negociamos sino porque somos humanos.
A continuación, incluimos algunos de los sesgos cognitivos más comunes que los inversores tratan de superar:
Aversión a las pérdidas: atribución de más valor a una acción por la mera posesión de la misma.
Anclaje: valoración del precio de una acción como sobrevalorada o subvalorada basándose en la anterior cotización, alta o baja, de esa acción.
Sesgo de confirmación: búsqueda de información que valide las creencias y opiniones existentes.
Efecto manada: tendencia a seguir a la multitud con la visión de que la misma debe tener razón.
Sesgo por resultados: evaluación de una negociación o inversión en función de su resultado más que de la calidad de la decisión en el momento en que se tomó.
Enmarcado: extracción de diferentes conclusiones a partir de la misma información dependiendo de cómo se presenta esa información.
Estos sesgos no son nuevos. Los psicólogos los han estado estudiando durante más de medio siglo y si le pregunta a un grupo de gestores activos sobre los sesgos cognitivos en el ámbito de la inversión, la mayoría sería capaz de citar al menos algunos de ellos.
Lo sorprendente es que muchos inversores sofisticados, a pesar de ser conscientes de los sesgos, hacen muy poco para reducir su influencia. No trabajan en su "juego mental". Algunos inversores profesionales utilizan instructores, pero la mayoría no hace nada – y están sujetos a los mismos errores una y otra vez. Al igual que el psicólogo deportivo en el vestuario de hockey, la mayoría de los participantes del mercado son conscientes del papel que las emociones humanas y los sesgos desempeñan en su negociación o inversión. Sin embargo, casi ninguno adopta un enfoque disciplinado para limitar el impacto negativo de los mismos en el rendimiento.
Vamos a tomar el sesgo de confirmación como un ejemplo.
Existe una tendencia para los inversores que buscan y aceptan la información que apoya su visión y posicionamiento actual en el mercado. Los artículos que afirman lo contrario a su visión central suelen descartarse como irrelevantes, poco importantes o totalmente equivocados. Pero, ¿ese descarte está realmente justificado? ¿Se llevó a cabo un análisis exhaustivo para corroborar la visión de que el artículo estaba equivocado? Muchas personas simplemente no quieren oír la información que no apoya a su creencia o posición actual, colocando un peso mucho mayor en las noticias y los datos que confirman su visión inicial.
Esta tendencia puede ser contrarrestada mediante la validación rigurosa de los dos lados de una oportunidad de inversión, independientemente de las creencias preestablecidas o posiciones existentes. El sesgo de confirmación, especialmente cuando se combina con la aversión a la pérdida, puede ser muy peligroso. Cuando un inversor tiene una posición en una acción, existe una tendencia de valorar esa acción más que si no la tuviese. El sesgo de confirmación alimenta a la aversión a la pérdida, ya que genera un refuerzo positivo. Cuanto más oímos y leemos sobre los méritos de nuestras actuales participaciones, más justificamos nuestra valoración de las acciones y menos probable es que pensemos con claridad acerca de sus perspectivas de futuro.
Las personas que se proponen seriamente mejorar su rendimiento en las negociaciones prestan atención a cómo y por qué toman decisiones. Evalúan constantemente si están sujetos a los prejuicios que afectan al comportamiento. Así que, ¿cómo lo hacen?
Una forma de alejar los sesgos, teniendo en cuenta el ejemplo anterior, es simplemente dejar una posición cuando comience a prestar más atención a las noticias y los datos que apoyan la posición en vez de a la información contradictoria, independientemente de si la posición está ganando o perdiendo dinero. Abandonar una posición puede ser completamente liberador. Se eliminan por completo los sesgos cognitivos y permite un pensamiento más claro. Con una "hoja en blanco" la posición puede ser restablecida al día siguiente después de revisar todos los fundamentos. Cuando la negociación no se restablece, es una buena señal de que la aversión a la pérdida y el sesgo de confirmación estaban en juego. Este es solo un ejemplo de un método que los inversores y operadores activos pueden utilizar para ayudarse a sí mismos a tomar mejores decisiones (y más imparciales).
Para los nuevos operadores, familiarizarse con los sesgos más comunes es fundamental - es difícil identificar un sesgo si no hay conciencia de su existencia. Llevar un diario para analizar las negociaciones o contratar a un instructor que te ayude a identificar sesgos que se pasan por alto es otra medida que los operadores pueden tomar para mejorar la toma de decisiones. El reconocimiento de los sesgos no es suficiente – acciones concretas para eliminarlos es la única manera de reducir sus efectos perjudiciales. Utilizar la visualización, las técnicas de relajación y fijar objetivos también entran en el libro de jugadas del rendimiento mental de los operadores serios.
Los operadores pueden aprender algo de los atletas profesionales: a nivel de élite, un alto porcentaje de rendimiento se determina mediante la mejora de la parte mental del juego. Hay mucho más en el éxito de una negociación que el mero análisis de los mercados – también requiere un conocimiento astuto de nuestras propias personalidades y prejuicios.