El dilema de Samsung
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La unidad de telecomunicaciones de Samsung ha visto su relevancia aumentar, a lo largo de los últimos años, en cuanto a los ingresos de la empresa.

El fracaso del Samsung Note 7, debido a sus baterías dañadas, se produce en un momento en el que la empresa (KRX: 005930) de Corea del Sur ha comenzado a depender de su unidad de telecomunicaciones para casi la mitad de sus ingresos, en medio de un crecimiento más débil de los semiconductores y las pantallas.

Como el mayor fabricante de smartphones del mundo, con una cuota de mercado superior al 20%, incluso una retirada total de todos sus teléfonos Note 7 apenas perjudicaría los números totales de envíos. Sin embargo, el costo comunicado de 2 mil millones de dólares podría tener repercusiones negativas sobre las ganancias de la empresa debido a que el Note 7 es un dispositivo de alta gama.

Una desventaja de su elevado precio de venta medio es que la sustitución de cada unidad pérdida será más cara – o resultará en una mayor pérdida de ingresos.

En la actualidad, Samsung cobra el 26% más por smartphone que la media del mercado. Si puede mantener ese poder de fijación de precios, a pesar de los costes de la retirada masiva de los teléfonos dañados y de una posible disminución de la cuota de mercado, entonces existen muchas posibilidades de conseguir limitar las consecuencias negativas e incluso aumentar el margen operativo.

Lo que podría ser imposible de cuantificar es la pérdida de la reputación de Samsung. La reducción de los precios para captar clientes y comprar lealtad puede que ayude a la empresa a mantener la cuota de mercado. No obstante, esto seguramente daría lugar a márgenes inferiores en un momento en el que goza de una mayor rentabilidad que la mayoría de sus competidores.

Una mejor estrategia a largo plazo sería aumentar su enfoque en I+D, invertir más en el control de calidad y gastar dinero en marketing para recuperar la confianza de los clientes.

Cada una de esas opciones incrementaría los costes, tanto a corto como a largo plazo. Sin embargo, hasta ahora parece que los inversores están dispuestos a capear el temporal creyendo que los clientes serán clementes.

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