A medida que el número de empresas públicas disminuye y las empresas privadas aumentan, crece la falta de transparencia y la desigualdad en los mercados bursátiles y financieros.
Apple (NASDAQ: Apple [AAPL]), así como otras grandes empresas públicas, puede que sean especies en peligro de extinción. De hecho, algunos economistas predicen un futuro en el que incluso las empresas más valiosas de Estados Unidos, como Apple, ya no saldrán a bolsa. Ese es el tema de un informe de la Oficina Nacional de Investigación Económica publicado esta semana por los famosos economistas Kathleen Kahl, de la Universidad de Arizona ,y René M. Stulz, de la Universidad Estatal de Ohio.
El carácter variable de la corporación pública estadounidense comparte algunas similitudes con los cambios que han afectado al trabajador a lo largo de los últimos 40 años. Por un lado, no solo se trata del descenso del número de empresas públicas, sino también de una creciente desigualdad de las fortunas económicas de las que quedan.
Como puede ver en el gráfico anterior, el número total de corporaciones públicas ha ido en descenso durante décadas, mientras que la capitalización de mercado total de las que quedan se mantiene cerca de los máximos históricos.
Sin embargo, los economistas del estudio averiguaron que no solo se trata de que las restantes empresas públicas se han enriquecido, sino de que existe una concentración de capital. Los autores escribieron:
"En 2015, 35 corporaciones representan la mitad de los activos de las empresas públicas y 30 representaron la mitad de los ingresos netos. En contraste, en 1975, esas cifras fueron 94 y 109".
Otro cambio llamativo: En 1980, la propiedad institucional de las empresas públicas alcanzaron un promedio de 17,7%, que hoy constituye más del 50%. Por último, las empresas públicas están envejeciendo rápidamente, con una edad media que aumenta de 12,2 años en 1995 a 18,5 años en la actualidad. Esto refleja la creciente falta de voluntad de las nuevas empresas de salir a bolsa y esta tendencia tiene consecuencias muy importantes sobre la naturaleza global de las empresas públicas. Por ejemplo, las empresas más antiguas son menos innovadoras que las nuevas.
¿Por qué esto es importante?
En mayo, la revista Fortune publicó una investigación para descubrir por qué las nuevas empresas están evitando salir a bolsa. Los expertos llegaron a la conclusión de que se debía a que la economía moderna requiere menos inversión de capital y a la amplia disponibilidad de capital hoy en día – como resultado las empresas no sienten la necesidad de lidiar con una mayor regulación y la supervisión a las que están sujetas las empresas que cotizan en bolsa.
Los autores también argumentaron que esto no sería algo totalmente malo, ya que "uno de los inconvenientes permanentes de la propiedad pública es el llamado problema de representación, es decir, la descoordinación de propietarios y gerentes". Según esta teoría:
"Los altos directivos de las grandes empresas públicas poseen pequeñas participaciones y se sienten tentadas a enriquecerse de cualquier manera en detrimento de otros accionistas, cuya propiedad es a menudo tan difusa que no pueden sancionar a los gerentes. Ese problema no surge en las empresas privadas, donde la mayoría de los propietarios suelen ser los propios gestores o miembros de una poderosa junta directiva".
Sin embargo, esta teoría no es perfecta. Si sigue el funcionamiento de las empresas públicas en los últimos años encontramos un problema: las recompras. Las empresas públicas han estado aportando cada vez más ganancias a los accionistas. Desde 1975, la media ponderada de las ganancias totales –tanto en forma de dividendos como de recompra de acciones– ha aumentado del 27,1% al 47% de los ingresos hoy en día. Si los ejecutivos de las corporaciones públicas no seguían el mejor interés de los accionistas, probablemente utilizarían este dinero para invertir en beneficios o proyectos personales, no devolviéndoselo a sus jefes.
Todo esto apunta a que las empresas simplemente no quieren salir a bolsa en la economía moderna.
"En general, las empresas públicas parecen carecer de ambición, incentivos adecuados u oportunidades. Están devolviendo capital a los inversores y acumulando dinero en efectivo en lugar de recaudar fondos para invertir más", escriben Kahle y Stulz.
El número de empresas públicas estadounidenses está disminuyendo y eso no es solo un problema para los líderes empresariales, sino también para todos los que pensamos que la economía se beneficia de la transparencia y el acceso a las oportunidades que crean los sólidos mercados públicos. Y eso no solo afecta a los inversores, sino también a los trabajadores y los votantes. Una economía más privada crea más desigualdad, no solo en los mercados públicos y financieros, sino también fuera de ellos.