Los bancos estadounidenses van a ganar mucho dinero
Lucy Nicholson/Reuters
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Le explicamos qué está sucediendo en el sector bancario y lo que le espera a la banca comercial y de inversión.

El año pasado fue bastante agitado. Cuando los grandes bancos de Estados Unidos presentaron sus informes de ganancias para el primer trimestre de 2016, la situación no parecía nada halagüeña.

La Reserva Federal tardó más de lo esperado en subir los tipos de interés, lo que mantuvo a raya los márgenes de préstamos. Los temores sobre la economía mundial afectaron negativamente a los resultados de las unidades de inversión en lo que suele ser su mejor temporada del año.

Los reguladores echaron más leña al fuego: en abril pasado la Fed rechazó los planes para liquidar a los prestamistas con problemas de cinco de los seis bancos más grandes del país.

Sin embargo, los banqueros están más felices esta primavera. Las cosas empezaron a mejorar el año pasado tras un comienzo un tanto desastroso. La victoria de Donald Trump en las elecciones de noviembre, acompañada por sus promesas de mejorar la situación de la economía estadounidense, reducir los impuestos corporativos y relajar la regulación financiera, impulsó la subida de las acciones de los bancos, tal y como se puede apreciar en el gráfico.

La Fed aumentó en diciembre los tipos de interés, movimiento que repitió en marzo, y lo más probable es que mantenga esta tendencia en el futuro. Y los resultados del primer trimestre de 2017 han sido bastante positivos, aunque la alegría no fue compartida. Mike Mayo, analista independiente del banco, dice:

"Las actividades de Wall Street han tenido mejores resultados que la economía en su conjunto".

Los ingresos de los negocios del mercado de capitales de las cinco mayores firmas de Wall Street, según Mayo, aumentaron una media de un quinto durante el primer trimestre del año en comparación con el año anterior.

Las operaciones de suscripción y de renta fija han subido; mientras que la negociación de acciones y la consultoría se mantuvieron sin cambios sustanciales. Morgan Stanley (NYSE: MS), el último gran banco que presentó su informe, fue sin duda el más destacado.

El 19 de abril informó de que sus ingresos por renta fija casi se habían duplicado, hasta alcanzar los 1.700 millones de dólares, aparentemente gracias a una revisión a fondo de la división a principios del año pasado. Los ingresos netos de la empresa aumentaron en un 70%, hasta alcanzar los 1.900 millones de dólares.

El día anterior, Goldman Sachs (NYSE: GS) había decepcionado a los analistas, aunque sus ingresos netos fueron dos veces más altos que los registrados un año antes. Sus ingresos de renta fija, divisas y materias primas se mantuvieron sin cambios (también en 1.700 millones de dólares).

En lo que respecta a los valores, el banco no obtuvo unos grandes beneficios. La volatilidad de los mercados de divisas, el petróleo crudo y las acciones fue moderada: los fondos de cobertura (donde Goldman Sachs es más dependiente que sus rivales) fueron consecuentemente menos activos.

Aun así, Martin Chávez, de Goldman, admitió que "podrían haberlo hecho mejor".

Los negocios en Main Street fueron más lentos. Según la Fed, los créditos bancarios crecieron tan solo un 0,7% anual durante el primer trimestre, el crecimiento más lento en casi 6 años. Los préstamos comerciales e industriales se redujeron por primera vez desde finales de 2010. Los préstamos hipotecarios residenciales también registraron caídas.

Pero la ampliación de los márgenes de interés ayudó a algunos bancos, ya que las tasas de préstamo subieron más rápido que los costes de financiamiento: el diferencial del Bank of America (NYSE: BAC) aumentó 18 puntos básicos respecto al trimestre anterior y el de JPMorgan Chase (NYSE: JPM) a diez.

Durante ese mismo trimestre, Wells Fargo (NYSE: WFC), el menos dependiente de la inversión de los 6 grandes bancos, era el que menos destacaría.

Sus ingresos netos, de 5.500 millones de dólares, prácticamente no cambiaron con respecto al año anterior. El aumento trimestral en los préstamos comerciales fue compensado por la disminución en los préstamos de consumo, principalmente hipotecas.

Pero Wells tiene otras preocupaciones. Todavía se está recuperando del escándalo del pasado noviembre sobre la apertura de más de 2 millones de cuentas fantasmas.

El banco espera que un buen resultado trimestral, el despido de varios ejecutivos y la recuperación de 180 millones de dólares en salarios y acciones le ayude a recuperar la confianza de sus clientes.

Sin embargo, todavía le queda un largo camino por recorrer: el número de cuentas corrientes abiertas en marzo aumentó un 7% respecto a febrero, pero un 35% menos que un año antes. Institutional Shareholder Services, una firma que asesora a los inversores, ha recomendado reemplazar a la mayoría de los miembros del consejo de administración del banco en la reunión anual del próximo 25 de abril.

A pesar de los problemas de Wells, los bancos deberían mirar hacia el futuro con optimismo. Es probable que los tipos de interés sigan subiendo incluso más, la economía de Estados Unidos está en buena forma y las empresas de Wall Street seguirán sacándole ventaja a las europeas mientras estas se recuperan.

Sin embargo, todavía no está asegurado que este año vaya a ser bueno. Los planes de reducción de impuestos de Trump todavía son solo eso, planes, y el futuro de la regulación bancaria aún no está claro. Eso es lo que ha provocado que la recuperación de las acciones de los bancos se haya estancado durante las últimas semanas.

Los banqueros afirman que ya es hora de reducir el papeleo: los préstamos, dicen, están siendo retenidos. Ha llegado la hora de que Trump mueva ficha.

Pero su principal asesor económico, Gary Cohn, quien anteriormente ha trabajado en Goldman Sachs, está barajando la posibilidad de una "versión del siglo XXI" de la ley Glass-Steagall, la ley de la época de la Depresión que separaba la banca comercial y de inversión. Sin embargo, las palabras "Glass" y "Steagall" no son para nada tranquilizadoras.

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