Tan solo faltan dos semanas para conocer quién será el nuevo líder de Francia: Marine Le Pen o Emmanuel Macron. La pregunta es quién será capaz de ayudar a la más débil de las tres mayores economías europeas.
La tercera mayor economía de Europa ha sufrido años de crecimiento anémico, alto desempleo y déficits presupuestarios, mientras que países vecinos como Alemania y Estados Unidos han experimentado una recuperación más fuerte de la crisis financiera mundial.
El malestar económico del país es un tema importante en las elecciones presidenciales.
Antes del inicio de las votaciones el domingo, la carrera se había reducido a 4 candidatos de todo el espectro político. Dos de ellos - la política de extrema derecha Marine Le Pen y el socialista Jean-Luc Mélenchon - hicieron unas propuestas bastante arriesgadas sobre cómo mejorar la economía. Ambos se oponen a los acuerdos de libre comercio y se han mostrado muy críticos sobre el euro.
Melenchon sufrió una importante derrota el domingo, pero Le Pen se quedó en segunda posición y ahora tiene que enfrentarse al reformista centrista Emmanuel Macron en la segunda vuelta. ¿Pero tiene alguno de ellos la receta mágica para curar a Francia?
Después de años de lento crecimiento, el PIB del país finalmente ha empezado a recuperarse. Pero todavía se encuentra en unos niveles muy bajos.
La economía francesa se expandió un 1,2% en 2016, según el Fondo Monetario Internacional. Las dos economías más grandes de Europa - Alemania y el Reino Unido - registraron un crecimiento del 1,8% durante el mismo período.
El FMI prevé un crecimiento de solo el 1,4% para Francia en 2017, una de las tasas más bajas de toda la UE.
Francia también está intentando reducir su tasa de desempleo, que se sitúa en torno al 10% en estos momentos. Esta cifra se sitúa por encima de la media europea y es más del doble que en Alemania y Gran Bretaña.
El problema del desempleo es aún peor para los jóvenes: el 24% de los que tienen entre 15 y 24 años no tienen trabajo.
La deuda pública, por su parte, ha aumentado hasta casi el 90% del PIB, lo que contrasta enormemente con el 58% de hace diez años.
Sin embargo, no todo es negativo. Francia tiene una desigualdad de ingresos relativamente baja y un menor número de ciudadanos están en riesgo de pobreza que en Alemania o el Reino Unido.
El porcentaje del PIB que gasta el gobierno en programas sociales y bienestar es mucho mayor en Francia que en otras grandes economías.
Sin embargo, el generoso sistema de bienestar ha provocado unos mayores déficits presupuestarios, lo que ha provocado que el sistema de salud francés necesite desesperadamente más dinero. El FMI ha pedido reformas económicas para controlar el gasto público.