El profesor de economía en la Universidad George Mason y columnista de Bloomberg Tyler Cowen explica por qué el futuro del euro no parece tan malo como su pasado.
Nunca es tarde para reconsiderar un punto de vista, y últimamente he estado inclinado a pensar que el euro es una moneda mejor y menos vulnerable de lo que había sido. Sigo creyendo que su creación y posterior expansión fueron errores, pero ahora los veo como errores mucho más pequeños que antes. Las consecuencias negativas de esta decisión ya se encuentran en el pasado, por lo que las perspectivas del euro podrían ser bastante buenas.
¿Cuál es la nueva evidencia? Por un lado, la geopolítica parece estar favoreciendo al euro. En las elecciones de Francia, los Países Bajos y (pronto) Alemania se está rechazando a la extrema derecha y los partidos populistas que se oponen al proyecto europeo.
Uno de los objetivos originales del euro era vincular a los países con la Unión Europea y sus normas para el libre comercio y la libre circulación de personas.
Reino Unido, el principal país de la UE que no quiso adoptar el euro, ha votado ahora a favor de salir del bloque en su conjunto, para perjuicio suyo. Estonia y Letonia, que adoptaron el euro en parte por razones políticas para estrechar sus lazos con la UE, siguen pareciendo seguras frente a posibles agresiones de Rusia.
Los mayores puntos problemáticos políticos parecen ser Hungría y Polonia, ninguno de los cuales forman parte de la zona euro. Eso puede que sea una coincidencia, pero también podría reflejar un vínculo psicológico muy real resultante de la adopción de la moneda.
Económicamente, al euro también le va mejor. Europa está recuperándose de su crisis económica, pero la evidencia más amplia sugiere reconsiderar su actitud con el período 2008-2012, cuando el euro se ganó una mala reputación. Muchas economías europeas sufrieron grandes caídas en el empleo y la producción, e incluso el euro fue parcialmente culpable. Fue especialmente un problema para Grecia y Chipre, donde una crisis de solvencia indujo a los depósitos denominados en euros a huir del país, contrayendo crédito y aumentando las presiones deflacionarias.
Ahora pienso en el período 2008-2012 como el desencadenante de una burbuja de exceso de inversión a largo plazo en la periferia de la UE y, por lo tanto, fueron circunstancias especiales en las que prácticamente todas las políticas económicas eran radicalmente inferiores. Dado que es improbable que vuelvan a producirse estas condiciones, el euro mejorará mucho en el futuro.
Continuando con este tema: compare el desempeño de la austeridad fiscal ahora con ese período anterior. Grecia ha estado pasando por un ajuste fiscal sin precedentes, con un superávit primario del 3,9% del producto interno bruto. Pero la producción griega, aunque se encuentre en mal estado, se ha mantenido más o menos estable. Portugal ha reducido drásticamente la inversión del sector público, disminuyendo su déficit del sector público del 4,4% del PIB al 2,1%. En lugar de colapsar, la economía ha crecido un 1,4%.
Por supuesto, la austeridad fiscal no funcionó tan bien en la primera parte de esta década, y tampoco lo hizo el euro. El colapso económico derivado de la salida de fondos de los países periféricos de la UE fue simplemente demasiado fuerte, por lo que no deberíamos generalizar demasiado con respecto a los resultados económicos tan negativos de ese período.
Otro factor: La naturaleza cambiante del comercio internacional está reduciendo los beneficios de los tipos de cambio flexibles. En la teoría económica estándar, un país en problemas puede limitar los costes de una recesión permitiendo que su moneda se deprecie, aumentando así sus exportaciones. La afiliación al euro ha limitado ese recurso. Pero a medida que las cadenas de suministro atraviesan más fronteras, la depreciación es menos efectiva. Si Italia importa materias primas de las economías emergentes y luego exporta productos de cocina acabados al resto del mundo, una moneda más débil no ayudará mucho. Aumenta las exportaciones, pero algunas de esas ganancias se devuelven cuando Italia debe pagar precios más altos por los materiales importados.
También es instructivo considerar el reciente debate en Islandia, un país que con el tiempo podría adoptar la moneda de la UE y en el corto plazo, vincular la tasa de cambio del euro con la moneda nacional. Con una población de alrededor de 330.000 habitantes, Islandia desconfía de los flujos de capitales externos, que fluctúan fácilmente una moneda de tipo flotante. Sin embargo, el turismo es ahora el sector económico más importante de Islandia y adoptar el euro o vincularlo con la corona irlandesa facilitaría las cosas para los visitantes y nativos. El euro puede que tenga sus fallos, pero Islandia parece concluir que las alternativas serían peores.
Sigo pensando que Grecia nunca debería haber entrado en la eurozona y que Italia sigue siendo un problema grave debido a su deuda, lento crecimiento y posibles insolvencias bancarias. El euro no es la causa principal de esos problemas, pero en algunos escenarios podría hacer que la situación empeorara mucho más, especialmente si titulares de depósitos en euros comenzaran a retirar su dinero de los bancos italianos para dirigirlo a los países vecinos, como sucedió con Grecia. Eso no es un problema fácil de arreglar, y ojalá Italia siguiese utilizando la lira.
Sin embargo, los votantes franceses reconocieron el domingo lo que los economistas deberían ver también: los mejores días del euro probablemente estén por llegar.