El columnista de Bloomberg Chris Bryant nos explica por qué los fabricantes de material para el ejército y de armas se muestran optimistas sobre las perspectivas del negocio.
Los fabricantes de defensa que se reúnen esta semana en el Salón del Aire de París están bastante satisfechos. Aunque esto no sea una buena señal para nosotros. En medio del terror en Europa, el conflicto en Oriente Medio y el aumento de los ciberataques apoyados por países, varias naciones ya han empezado a aumentar su gasto en defensa de nuevo tras un periodo de recortes. Y ahora, por supuesto, está el presidente Donald Trump, cuyo ego aparentemente frágil y su ignorancia en materia de geopolítica no es que ayuden demasiado para evitar un enfrentamiento internacional.
Aunque el comandante en jefe del ejército más derrochador del mundo (su presupuesto anual es de unos 600.000 millones de dólares) ha castigado a empresas como Lockheed Martin (NYSE: Lockheed Martin Corporation [LMT]) y Boeing (NYSE: Boeing Company [BA]) por el exceso de costes, sigue disfrutando de un gran ejército a su disposición.
Construir más aviones y barcos también crearía el tipo de trabajos industriales que a Trump tanto le gusta. De hecho, su primera gira en el extranjero fue muy provechosa para la industria de las armas. Trump consiguió 110.000 millones de dólares en transacciones de armas en Arabia Saudí y dio la impresión de apoyar las afirmaciones de que Qatar está patrocinando el terrorismo, aumentando así las tensiones en la región.
Y aunque a los líderes europeos no les guste que Trump les haya pedido que aumenten su gasto militar, muchos acabarán haciéndolo, aunque solo sea porque ya no pueden confiar en EE. UU. Si todos los gobiernos europeos se gastaran el 2% de PIB en defensa, tal y como pide la OTAN, esto supondría unos 100.000 millones de euros anuales para gastos de defensa, según estiman los analistas de Kepler Cheuvreux.
Así, mientras algunos científicos creen que el mundo está más cerca del desastre cataclísmico que en cualquier momento desde 1953, los inversores no parecen estar demasiado preocupados. Un índice de Bloomberg Intelligence de grandes acciones de defensa occidental ha ganado alrededor de un 27% desde la elección de Trump, el doble que el S&P 500.
Para ser justos, las acciones de defensa estaban subiendo antes de la victoria de Trump. El sector ha triplicado su valor desde mediados de 2009 a pesar de las débiles ventas. La reducción de costes, la reducción de la competencia y la recompra de acciones (especialmente en Estados Unidos) han los beneficios por acción.
Sin embargo, ahora los inversores deben pagar mucho más dinero para poseer esa corriente de ganancias. Las valoraciones se encuentran en su nivel más alto desde la invasión de Irak en 2003.
¿Se están adelantando los inversores? Existe la creencia de que el envejecimiento de las plataformas militares hará inevitable el aumento del gasto militar durante los próximos años. Muchas de las aeronaves más importantes del ejército estadounidense tienen por lo menos 20 años de antigüedad, señala Bloomberg Intelligence. Sin embargo, la capacidad de Trump de conseguir que el Congreso aumente el presupuesto del Pentágono está en entredicho. Su presupuesto de 2018 decepcionó a muchos.
El proteccionismo es también una preocupación. Si Trump defiende las políticas de "Compra en América", otros países estarán tentados a hacer lo mismo, dañando potencialmente a los contratistas militares a ambos lados del Atlántico. Los clientes extranjeros representan un cuarto de las ventas de Lockheed Martin. En BAE Systems (LSE: BAE Systems [BA]), el mayor fabricante de armas de Europa, el porcentaje es de casi cuatro quintos.
Por supuesto, lo único que realmente reforzaría las valoraciones de esas empresas de defensa sería otro conflicto global a gran escala, tal y como explican en este artículo de Bloomberg Julie Johnson y Roxana Tiron. Sería un poco arriesgado afirmar que el mercado está barajando esa posibilidad. Pero como indicador, no es demasiado alentador.