La nueva dieta de moda: Whole 30
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Esta tendencia de moda entre los amantes de un estilo de vida saludable puede ser un verdadero desafío.

La Generación del Milenio está obsesionada con Whole 30, la dieta «sectaria» de moda que está extendiéndose por todo Instagram y Pinterest. Chantal Strasburger escuchó las primeras palabras sobre la dieta Whole 30 después de que una amiga suya, que adoraba la comida basura, le confesase que había transformado su dieta para intentar distanciarse del azúcar. Según averiguó sobre la Whole 30, no se trataba solo de una pausa del azúcar, sino de otros muchos tipos de alimentos conocidos. Strasburger se quedó perpleja.

Strasburger le dijo a Business Insider que «siempre he intentado llevar una dieta sana», pero le gustaron las reglas específicas y las directrices a seguir que esta nueva dieta Whole 30 proponía. Así que le dio una oportunidad. En la actualidad, la antigua empleada de Teen Vogue admite estar enganchada.

¿Qué es la Whole 30?

Quizá haya oído algo sobre el tema o haya visto fotos en Pinterest o Instagram, pero aquí le presentamos lo básico que tiene que saber: la Whole 30 es, como el nombre indica, un programa estricto de 30 días para perder peso que le hace renunciar a todos los lácteos, cereales, legumbres, soja, alcohol, azúcar y alimentos procesados.

Con bastante frecuencia la Whole 30 es comparada con su prima la Dieta Paleo, que existe desde los 70 y que hace hincapié en la ingesta de alimentos sanos o nada que no hubiesen consumido los primeros pobladores de la tierra (aunque ha sido rechazada por la comunidad científica).

Aunque ambas dietas se obtengan de grupos de alimentos similares, existen algunas diferencias fundamentales. La Whole 30 no contempla la ingesta de azúcares mientras que la Paleo sí permite el azúcar refinado. La Whole 30 no permite reproducir la comida basura en forma de golosina con ingredientes autorizados, mientras que la Paleo no presenta ningún problema con ello, y la Paleo recomienda la ingesta de carne solo alimentadas con pasto o cereales mientras que la Whole 30 no recomienda tal cosa.

Dallas y Melissa Hartwig, una pareja de Salt Lake City, fueron los que comenzaron esta dieta en 2009. Los Hartwigs empezaron a escribir sobre su nuevo régimen alimenticio en el blog que Melissa tenía entonces después de que Dallas afirmase que seguir este estricto régimen le ayudaba a reducir la inflamación crónica que padecía en el hombro.

Ambos miembros de la pareja son nutricionistas certificados aunque no toda la comunidad de profesionales de la alimentación aprueba la Whole 30.

«La selección (de alimentos prohibidos) es aleatoria y bastante extraña desde un punto de vista nutricional», afirmó David L. Katz, M.D., el director fundador del Yale-Griffin Prevention Research Center (centro de prevención e investigación), a Business Insider en un email. «Si la intención es una alimentación completa, la prohibición de los cereales integrales y las legumbres va en contra de toda evidencia».

Pero esto no ha impedido que la Whole 30 se haya convertido en una gran tendencia. La pareja pronto consiguió aunar a un gran número de seguidores para la marca que desde entonces cuenta con más de 150.000 seguidores en Instagram, 1,5 millones de visitantes a la página web y más de 230.000 Me gusta en Facebook. Han escrito dos libros sobre Whole 30 y cuentan con múltiples hashtags (etiquetas) como #iamwhole30 o #whole30recipes para promocionar la marca. Cada una de estas hashtags lleva a cientos de fotos procedentes de plataformas sociales.

Hay infinitos tablones sobre Whole 30 en Pinterest que se pueden visitar en busca de inspiración

Muchas de las personas que cuelgan sus fotos pertenecen a la Generación del Milenio. A pesar de las directrices restrictivas que prohíben todo alimento del pan al alcohol, los veinte y treintañeros visitan el programa, comparten los resultados obtenidos y sus comidas al tiempo que buscan inspiración en Instagram y Pinterest de otros que viajan en el mismo bote.

«Tengo una página secreta en Pinterest llena con recetas de la Whole 30», admitió Strasburger a Business Insider. «Considero que podría catalogarse de algo «sectario». También estoy enganchada a las fotos del antes y el después de Instagram. Podría pasarme horas viéndolas».

¿Qué implica seguir la Whole 30?

Whole 30 le hace renunciar a los lácteos, los cereales, las legumbres, la soja, el alcohol y especialmente el azúcar

El amigo de Strasburger, Michael Offerman, admite haberse reído de ella por la Whole 30 al principio.

Offerman, estratega en una oficina de Nueva York para la agencia de estrategias de marca Redscout, le dijo a Business Insider que Chantal «iba a las fiestas y no bebía ni comía pizza y nosotros le decíamos “Chantal, esto es una locura, esta dieta es absurda”».

Pero después de ver su avance, Offerman decidió darle una oportunidad.

Nos contó que: «Mi compañero de habitación y yo la hicimos juntos. Pensé: será sano, algo divertido que solo dura 30 días. Me gustaba el hecho de tener un tiempo asociado a la dieta porque acaba con la sensación de dieta interminable».

Antes de empezar la dieta, la mayoría están animados a deshacerse de todos los alimentos que no cumplan los estrictos requisitos de la Whole 30 y se van de compras.

«Tiramos una tonelada de comida, fuimos al supermercado y nos gastamos el cuádruple de lo que normalmente nos gastamos en comida. Carnes y verduras. Nos volvimos locos», dijo Offerman.

Pero la dieta no es algo tan fácil como ir a gastarse una fortuna al supermercado. Además de tomarse tiempo para planificar las comidas y permitirle a tus papilas gustativas y tu cuerpo que se adapten, la primera semana de la Whole 30 puede ser un infierno».

Estarás de mal humor, pero por poco tiempo

«Comienzas sintiendo mucho malestar y casi como si estuvieses desintoxicándote porque el cuerpo no recibe tanta azúcar como de costumbre. Te vuelves un cascarrabias y estás de mal humor y lo odias todo», dice Strasburger.

«La primera semana y media me sentía muy miserable. Me parecía que estuviese comiendo más de lo habitual porque lo que me pedía el cuerpo eran hidratos. El eliminar los lácteos de mi dieta fue especialmente difícil para mí», coincidió Offerman.

Pero ambos coinciden en que la segunda semana empezaron a notar que la ropa les quedaba más suelta, dejaron de tener antojos por azúcar o pan y tenían más energía.

«El mayor descubrimiento que hice fue dejar de echar cosas en falta. Justo antes de empezar la dieta, estaba comiendo una tonelada de humus y estaba alimentando ese sentimiento a cucharadas. Creí que sería lo más duro que había hecho jamás, pero tras una o dos semanas te das cuenta de que no lo necesitas, no lo echas de menos y tus papilas gustativas se adaptan a los nuevos alimentos», afirma Strasburger.

Sus amigos tendrán que superarlo

El mayor desafío no fueron las restricciones de la dieta después de todo, sino la presión externa que ejercen nuestros iguales. Tanto Strasburger como Offerman afirman que tuvieron momentos en los que quisieron abandonar la Whole 30 por no poder beber alcohol en sociedad, ir a comer con compañeros de trabajo o tener la libertad de pedir lo que les apeteciese cuando salían a cenar con amigos.

«Es muy duro si vives en una ciudad en la que tu vida social se basa en comer», le dijo Strasburger a Business Insider, que vive en Nueva York.

«Hay tantos eventos sociales que giran en torno a la comida y la bebida que realmente no nos damos cuenta hasta que nos privamos de ellos. Especialmente el alcohol, en mi opinión. Es mucho más común de lo que pensé», dice Offerman.

El experto en nutrición, Dr. Katz, advierte que esta presión puede derivar en dificultades para seguir la dieta después de que pasen los 30 días.

«Se trata de algo absurdo y es bastante poco probable que la mayoría lo apoyen o que los miembros de la familia lo compartan. En otras palabras, se trata de una «dieta» y no de una forma de comer saludable a largo plazo».

Puede que no pierda peso, pero se siente fantástico

Sus seguidores dicen que la dieta puede ser beneficiosa para todo, desde el acné hasta el insomnio

La Whole 30 no se vende como una dieta que ayuda a perder peso, sino más bien como dieta que se centra en mejorar los hábitos alimenticios y cambiar la forma de pensar sobre la alimentación.

«Pienso que muchas personas, yo incluido, se sienten un poco decepcionados por no perder peso, pero ese no es el objetivo, aunque sigue siendo algo en lo que la gente piensa», dice Offerman.

En lugar de eso, el programa se centra en lo que denomina «victorias sin escala» ya sea que la ropa le quede mejor, o que mejore el acné o incluso sentir mejoras considerables en la salud. En su página web, la Whole 30 afirma poder ayudar con la diabetes, la depresión, la fatiga crónica, la infertilidad, el dolor de espalda, el insomnio y otros.

La negra es mi antes y la rosa mi después. Veo cómo mediante la #whole30 fui capaz de perder algo de «panza» y casi 3 kilos. Lo que me siento es mejor y con más control. Me siento más capaz y con más ganas de decir que no necesito eso en lugar de, claro que sí, está delante de mí así que por qué no. El desafío es duro y no funciona con los eventos habituales de la vida, pero fue una experiencia bonita. Los objetivos por lo que comencé con ella eran la reconstrucción del aparato digestivo y ¡si venía acompañado de pérdida de peso, genial! Gané más de lo que pensé que ganaría, por lo que recomendaría con seguridad darle una oportunidad a esta dieta. No es sencillo, pero sus beneficios son astronómicos. ¡Ahora, estoy intentando encontrar un punto medio que se adapte a mí y a mi vida!

Por supuesto que algunos expertos afirman que no hay secreto alguno en el hecho de que reducir el azúcar y comer menos alimentos procesados es bueno para la salud.

Según le contó el Dr. Katz a Business Insider, «La obesidad es causa de la carencia de salud y mejorarla sirve para sentirse mejor. Se trata de otra dieta más para una población que conoce la verdad acerca de comer bien para controlar el peso y la salud, pero que se niega a aceptarlo y sigue esperando a unos polvos mágicos».

No obstante, aquellos que la han probado dicen que ha funcionado bien.

Strasburger afirma que «hace que te des cuenta del enorme poder que la comida ejerce sobre nosotros. Si le resulta difícil renunciar al helado 30 días, esa es precisamente la razón por la que debería hacer la Whole 30 porque es obvio que necesita trabajar en por qué está comiendo lo que está comiendo y qué tipo de poder emocional ejerce en usted».

«Creo que me quedaría con los principios básicos de la dieta y haría una versión menos estricta (de la Whole 30)», dijo Offerman cuando se le preguntó si seguiría la Whole 30 o no en un futuro. «Lo haría de nuevo pero con un poco de espacio para saltármela».

Si quiere probar la Whole 30, aquí tiene los mejores consejos:

Planifique toda la semana con antelación. La Whole 30 fomenta que se «planifiquen las comidas» diariamente, que se laven y corten las verduras y que se deje lista la comida. Conseguirá reducir las ganas de salir a comer fuera o de comprar un sándwich por la mañana si ya tiene la mitad de la comida lista para llevar.

Use muchas especias. «Usábamos las especias como cuatro veces más», dice Offerman. «Las usábamos para todo, la sriracha, aderezos para todo o laurel. Las usábamos con todo y estaba buenísimo».

Sea creativo. Strasburger afirma que se haría la base de una pizza con calabacín y huevos, un batido de chocolate con cacao, aguacate y plátano o arroz hecho de coliflor. Busque sustitutos aun no siendo la réplica exacta de su antojo, y adáptelos para que su antojo sea compatible con la Whole 30.

No piense que las comidas son «el desayuno, la comida y la cena». Strasburger explica que «Con la Whole 30, se pretende que deje de pensar en las comidas como el desayuno, la comida y la cena sino como comida 1, 2 y 3. Si deja de pensar en el desayuno como el desayuno sino más bien como la primera comida del día, es más probable que se coma unas coles de Bruselas, una ensalada o pollo, lo que le abre un mundo de opciones».

No pasa nada si hace trampa… un poco. La Whole 30 destaca que sus seguidores deberían dejar de recrear los alimentos como los crepes y la comida basura. Pero algunas veces hacer un poquito de trampa puede ayudarle a finalizar la dieta.

«En la sección de comida integral a granel, encontramos unas bolitas de mantequilla de coco, chocolate y almendra, que sin pertenecer a la Whole 30 se convirtieron en nuestro postre», afirma Offerman. «Era hacer trampas pero no llevan azúcar, así que técnicamente está bien».

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