Cómo ser una persona con la que dé gusto estar
Página principal Estilo de vida

¿Por qué hay algunas personas con las que resulta agradable estar mientras que hay otras con las que no? El terapeuta cognitivo Hazel Gale ha hablado de los dos tipos de pensamientos y la forma de tomar la decisión correcta.

Hay personas de las que sencillamente da gusto rodearse. La conversación fluye sin esfuerzos. Te ríes. Muestras interés de manera genuina. Esperas con ganas verlas y haces que vean que su compañía fue una manera valiosa de emplear tu tiempo. Obviamente, esta conexión tiene algo que ver con lo que tenéis en común, pero creo que hay algo más que eso. Creo que tienen un ingrediente secreto.

Entender tu modo de pensar

Según la psicóloga Carol Dweck, la mentalidad de una persona se presenta en dos versiones: fija y de crecimiento. Considero que entendiendo esta diferencia clarificamos cómo algunas personas son mejores que otras haciéndonos pasar un buen rato.

En resumen, alguien con una mentalidad fija cree que somos lo que somos y que las cosas realmente no cambian. Esto se aplica tanto a nosotros como a otras personas; y se aplica a rasgos de personalidad, capacidades, creencias... los trabajos. Así que, con una mentalidad fija, si se me dan mal las mates siempre se me van a dar mal. No tiene sentido intentarlo. Si me considero una persona poco graciosa, ese es mi destino... etc.

La persona con mentalidad de crecimiento, por otro lado, cree en la evolución constante. Soy lo que soy ahora, pero difiere de lo que era antes y de lo que seré en el futuro. Si se me dan mal las matemáticas ahora, puedo trabajar en ello y puede que me convierta en un genio de las matemáticas (según la motivación). Si no soy gracioso ahora, puedo trabajar mis habilidades para contar chistes y contarlos por los pasillos algún día. Es solo cuestión de esfuerzo.

Hay ciertas personas con tendencia a la mentalidad fija y otras a la de crecimiento, pero por supuesto no es totalmente binario. Muchos de nosotros cambiaremos entre una y otra dependiendo de nuestra situación.

La manera en la que evaluamos nuestro sentido del valor, éxito y habilidad cambia dependiendo de nuestra mentalidad.

Una persona con mentalidad fija se juzga a sí misma comparándose con otros. Para sentirse buena en algo, tiene que ser mejor que el resto de personas de su entorno (o al menos ser uno de los mejores). Cuando este es el caso, el miedo al fracaso aumenta. Probablemente huirá del reto, incluso (de hecho especialmente) en las cosas en las que se considera buena. Esto sucede porque el fracaso amenaza con poner en peligro su estado «talentoso». Una metedura de pata y ya no será el genio que creía que era. Mejor no arriesgar.

Además, esta mentalidad genera arrogancia porque de este punto protegido fervientemente en lo más alto, una persona fija se siente realmente superior a la gente de quien se rodea. Necesita pensar de esta manera para sentirse bien consigo misma.

La persona con mentalidad de crecimiento, sin embargo, se sentirá exitosa, valiosa, decidida (o lo que sea) cuando está aprendiendo. Lo que esto significa en esencia es que no existe fracaso porque cuanto más duro sea algo, más se empeña en crecer como resultado de hacer esa cosa. Con una mentalidad de crecimiento, recibimos los retos con los brazos abiertos porque no importa si no triunfamos de inmediato. Está de más decir que a largo plazo las personas con mentalidad de crecimiento tienden a avanzar más.

¿Cómo se aplica esto a ser buena compañía?

Ciertas personas con mentalidad fija pueden hacernos sentir pequeños y parece que disfrutan con ello. Ellos serán quienes sonreirán cuando metamos la pata. Serán esos a quienes no querríamos enseñar una obra de trabajo inacabada o que nos viesen con nuestros pantalones de chándal y una camiseta desgastada un domingo por la mañana. Son esas personas que no querríamos que estuviesen delante si decimos algo tonto y esos que nos producen la necesidad de justificarnos si lo hacemos.

Si alguien se transforma en mentalidad fija, todas las cosas y todas las personas de su alrededor comienzan a funcionar como un espejo. Están forzados a un estado perpetuo de autorreferencia. Ellos se preguntan: «¿este amigo/tema/trabajo/elección musical (o lo que sea) cómo me hace quedar?» y es contagioso. Como un grupo malvado y competitivo de niños de colegio, todo el mundo puede acabar cayendo en un patrón incómodo de sin principios... y la cosa se vuelve fea.

Así que un amigo con mentalidad fija puede ser una persona incómoda para salir porque su fijeza es pegadiza. El hándicap de nuestro crecimiento. La anticipación de juicio nos provoca adoptar una postura defensiva y como estamos en un estado de protección, nos contenemos. No podemos asumir riesgos cuando estamos bajo amenaza. No podemos estirarnos cuando estamos aferrándonos con miedo a un sentido de valor que parece estar en tela de juicio, por lo que sentimos que no podemos aprender alrededor de estas personas.

Los momentos realmente buenos llegan con aquellos con los que nos sentimos cómodos. Cuando estamos con ellos, estamos presentes. Una libertad para comprometernos se desarrolla a través de la liberación de cualquier necesidad de controlarnos a nosotros mismos. Si alguien tiene mentalidad de crecimiento, notamos su sentido de abandono al concepto de fracaso y de esa forma nos sentimos infinitamente más cómo cometiendo nuestros propios fallos.

Además, como las personas con mentalidad de crecimiento no tienen que mirar a esos espejos todo el día, son capaces de conectar con las personas de una forma mucho más auténtica. En compañía de una persona como esta es más fácil sentirse comprendido. Y cuando nos sentimos aceptados, dejamos ir nuestra necesidad de autorreferencia. De repente, el espacio entre dos personas se convierte en el centro y esto se llena con conversación o actividad o lo que sea de lo que podamos aprender en ese momento.

Sin competencia en la mesa, estas personas se sienten realmente felices por nuestros éxitos y nosotros nos sentimos incondicionalmente orgullosos de los suyos también. Estas son las personas cuyos buenos humores nos animan y cuyos malos humores parecen algo extraño. Son aquellos a quienes les «gusta» tu publicación en Facebook sin sentir que están entregando parte de su poder.

Algunos de mis mejores amigos de más tiempo son exactamente así, pero no es una cualidad reservada para personas que conocemos dentro y fuera. Podemos notarlo en una persona desde el momento en que la conocemos. Y no solo porque también nos reafirman. No se trata necesariamente solo de las personas que no criticarían nuestro trabajo en proceso o se reirían de la chorrada que acabamos de decir. Sino que, por el contrario, cuando suceden esas cosas, no sentimos como si estuvieran quitando chips de nuestra pila de méritos.

Para las personas que viven en el mundo desarrollado (al menos aquellas de nosotros para las que sobrevivir de manera básica no supone un reto enorme), nuestras mayores preocupaciones parecen surgir de una cuestión sobre nuestra idoneidad; nuestra suficiencia buena. ¿Pero suficientemente bueno para qué? Cuando uno se hace esa pregunta a sí mismo, normalmente se reduce a otras personas de una manera u otra. En esencia, nuestros mayores miedos tienen que ver con nuestra capacidad para gustar. Nuestra capacidad para que nos quieran. Y son esos miedos los que nos pueden hacer que nos congelemos en una mentalidad fija.

Por lo que existe una triste ironía en todo esto. A pesar de que las personas fijas pueden dar la impresión de arrogantes y superiores, probablemente es una inseguridad profunda (y a veces inconsciente) de sí mismos, lo que les fuerza a comportarse de esa manera. Esto significa que las personas que compiten con otras suelen hacerlo por un deseo de sentirse dignos de la admiración, amor o atención de esas mismas personas. Pero por supuesto, buscando una conexión de esta manera, probablemente estén mucho más cerca de conseguir lo contrario.

Sacar conclusiones

Así que es genial salir contigo cuando estás bien contigo mismo como un ser evolucionado. Siéntete cómodo con el hecho de que estás creciendo, no crecido. No estoy diciendo que uno tenga que estar 100% seguro de sí mismo para que sea divertido conocerte. Eso sería demasiado pedir y demasiada seguridad normalmente es un rasgo que pertenece a la categoría fija de cualquier modo. Tiene más que ver con que te sientas cómodo con tu vulnerabilidad. Se trata de ser capaz de bajar la guardia porque saber que tus debilidades no te definen.

Si las mentalidades son contagiosas, entonces no existe manera real de saber quién cogió el error fijo en cualquier relación. Podrían haber sido ellos quienes empezaran, pero también podrías haber sido tú. Tener conciencia sobre esto mismo significa que tienes el potencial para compartir el antídoto. Al adoptar una mentalidad de crecimiento, puedes poner fin a la epidemia e inspirar a otros para que crezcan contigo.

Así que tómate menos en serio porque las imperfecciones son esas cosas con las que la gente conecta de verdad. Aprende a reírte de ti mismo y disfruta del hecho de que otros lo puedan hacer también. Sé el alumno, no el profesor. Haz preguntas cuando no sepas algo y no te preocupes tanto por estropear las cosas. Al final significa que no solo tú, sino todo aquel con quien compartes tu tiempo, tiene más posibilidades de disfrutar de la vida.

Fuente: Medium

Por favor, describa el error
Cerrar