El deseo de impresionar a los demás y buscar placeres momentáneos supone demasiados gastos. El autor del blog de finanzas The Simple Dollar, Trent Hamm, habla de la sociedad de consumo en la que vivimos y explica cómo hacer frente al problema.
Hace poco, intercambié unos emails realmente interesantes con un lector, al que llamaremos Tim, sobre los recientes problemas económicos de sus suegros a medida que van haciéndose mayores.
Sus suegros tienen setenta y pocos años y no han ahorrado prácticamente nada para su jubilación. Dentro de poco ya no podrán trabajar y, dado que su mujer es hija única, sus suegros esperan que la familia de Tim se haga cargo de ellos.
Por otro lado, los padres de Tim tienen sesenta y pocos y ya están jubilados y, casi con toda seguridad, nunca se convertirán en una carga económica para Tim, su mujer y sus hijos.
Le pregunté a Tim cuál pensaba él que era la diferencia entre las dos situaciones. ¿Era una cuestión de ingresos? ¿De planificación de futuro? ¿Qué causó la diferencia en ambos casos? Me lo explicó de forma muy breve.
«Mis padres no se han pasado toda su vida adulta fingiendo ser ricos».
Fue una afirmación tan reveladora que me dejó pensando varios días.
De alguna manera, los padres de Tim tienen cierto paralelismo con nuestros propios padres: tanto mi madre como mi padre están jubilados ya; mi madre tiene sesenta y pocos y mi padre setenta y pocos. Mi padre, de hecho, se jubiló hace casi 10 años.
Nunca han gastado mucho dinero a lo largo de su vida. Cuando yo era pequeño gastaban muy poco dinero, a menudo ni siquiera por elección propia, por lo que vivir con pocos ingresos es algo fácil por naturaleza para ellos.
Los padres de mi mujer hacen las cosas de otra manera. Tienen más o menos la misma edad, pero ninguno de ellos tiene la intención de retirarse por completo hasta dentro de mucho, a pesar de que están ahorrando para ello. En lugar de ello, viajan un poco con la excusa razonable de que cuando sean más mayores quizá no puedan hacerlo. Podrán jubilarse durante algunos años, cuando sean bastante mayores ya, pero probablemente no lo harán hasta que la salud los obligue a hacerlo.
Para ser exactos, el motivo principal por el que mucha gente no ahorra para el futuro es que prefieren gastarse su dinero ahora. Tienen las cosas que quieren hoy (casas, coches, bienes de consumo, viajes, ropa, aparatos electrónicos, etc.) y todo ello está por delante de otras cosas, como ahorrar para su jubilación.
La verdad es que una vida económica equilibrada que implica vivir dentro de nuestras posibilidades incluye cosas como ahorrar para la jubilación.
Una vida económica normal debería incluir ahorrar al menos el 10% para el futuro antes que cualquier otra cosa, porque sin eso vas caminando por una cuerda floja sin red de seguridad durante los últimos años de tu vida, que es cuando la salud va deteriorándose. Esta era la única forma en la que la gente encontraba seguridad económica en el pasado.
Las últimas dos generaciones han sido capaces de evitarlo gracias a planes de pensiones y a la seguridad social. Estos elementos han ocupado el lugar de los ahorros para la jubilación para mucha gente que se jubila hoy día. Así que, durante su vida adulta, muchos de ellos nunca han necesitado ahorrar para la jubilación.
Pero esa red de seguridad se ha esfumado para la mayor parte de quienes estamos trabajando actualmente. No conozco a nadie que tenga una pensión tradicional; lo mejor que cualquiera de mis amigos tiene es un plan de pensiones individual al que contribuye su empleador, independientemente de si él contribuye o no. Pero esta contribución, además de la seguridad social, dará lugar a una pensión bastante exigua.
¿Qué significa todo esto? Que si la gente quiere poder hacer algo durante sus últimos años además de trabajar hasta el momento de su muerte, entonces tienen que empezar a vivir una vida económica equilibrada que incluye al menos un 10% de contribución para la jubilación. No hay ningún truco de magia que nos ahorre este trámite.
¿Por qué no ahorra la gente? Sencillo. La mayoría de la gente le da mucha importancia a lo que quiere en estos momentos para poder vivir una vida próspera. A la gente se le presenta una situación compleja cuando se trata de decidir entre los mayores excesos que suponen sus gastos, las cosas menos importantes en las que eligen gastar su dinero y ahorrar para la jubilación, y una y otra vez eligen las cosas menos importantes. Escogen cosas como un café latte doble o el último iPhone en lugar de seguridad para su futuro.
La gente vive como si tuviera más dinero del que en realidad tiene y, para poder hacerlo, prescinden de los ahorros para la jubilación (y, a veces, incluso llegan a endeudarse con la tarjeta de crédito).
Es decir, que es exactamente como mi lector describía. Mucha gente se pasa la vida fingiendo tener más dinero del que tiene.
¿Por qué hace esto la gente? ¿Cuál es el motivo?
Algunas personas lo hacen para impresionar a los demás, pero es una razón cuestionable debido al efecto «foco de atención». En realidad, muy poca gente se da cuenta del coche que conduces o de la ropa que llevas, y les importa a menos personas aún.
Hay muchas técnicas para superar el efecto «foco de atención», pero todas se reducen a lo mismo: dedicar tu tiempo libre a mejorar como persona, para que ya no tengas la sensación de necesidad de «fingirlo hasta lograrlo».
En lugar de ello, tendrás valor real para añadir, para que no tengas que mostrar una imagen falsa de ti mismo.
Algunas personas lo hacen con motivo de una terapia de compras, porque gastar les hace sentirse mejor sobre su situación real. Hacer esto convierte ir de compras en un entretenimiento, lo que no solo es una forma de entretenimiento cara, sino que también consume tiempo que podrías dedicar a muchas otras formas de entretenimiento.
Hay muchas estrategias buenas para superar la terapia de compras:
- incluyendo mantener recordatorios constantes de tus objetivos a gran escala;
- hablar con tus amigos en momentos razonables que no incluyan esos derroches en compras;
- centrarte en amistades que no practican la terapia de compras;
- hacer que sea difícil acceder a tus herramientas de gasto;
- buscar activamente vías no económicas para tus altibajos emocionales.
Algunas personas están tremendamente influenciadas por los medios de comunicación y siguen al pie de la letra lo que la televisión, las revistas y otras fuentes dicen sobre cómo comportarse y qué comprar.
La clave para resolver este punto es cambiar tu dieta de medios de comunicación. Para mí, la clave fue simplemente no ver tanta televisión, que es algo que fui haciendo gradualmente con los años hasta ahora, que veo la televisión poquísimo. La mayor parte de lo que leo son libros, por lo que no veo muchos anuncios de revistas.
Algunas personas están muy influenciadas por sus amigos y vecinos y siguen el ejemplo de sus hábitos de gasto. Al fin y al cabo, en palabras de Jim Rohn, eres la media de las cinco personas con las que más tiempo pasas.
La mejor estrategia aquí es no vivir nunca en un barrio donde tú tienes unos ingresos más bajos; en lugar de ello, deberías estar por encima de la media de ingresos de tu barrio para que nunca sientas la necesidad de gastar para mantener las apariencias. También deberías echarle un vistazo a tu círculo social y hacer un esfuerzo por pasar más tiempo con amigos que deciden no gastar tanto dinero.
Algunas personas prefieren tirar la casa por la ventana mientras son jóvenes y están sanos que ahorrar dinero para cuando sean mayores y, quizá, no estén tan sanos. Piensan que su «futuro yo» se encargará de esa cuestión cuando llegue el momento.
El problema es que no saben lo que deparará el futuro. Las opciones de empleo tienden a cambiar cuando te haces mayor, al igual que tus limitaciones físicas, y con los rápidos cambios en el mundo de la tecnología es muy, muy difícil imaginar cómo será la vida dentro de 20 años.
Los ahorros para la jubilación no son solo dinero para vivir cuando ya eres mayor, es dinero que garantiza que puedes sobrevivir durante tus últimos años, cuando las «reglas» de tu vida han cambiado un poco, tanto en términos de tu situación personal como de cambios en la sociedad.
Todo esto son simples excusas para que la gente finja ser rica en el presente y por tanto, por extensión, no ahorre adecuadamente para su futuro. ¿Te suena alguna de estas situaciones? A mí muchas de ellas me eran familiares en el pasado, pero hice un esfuerzo consciente por reducir su impacto y no puedo evitar ver el efecto positivo que esos cambios han tenido en mis hábitos de gasto. Ahora no me siento tan obligado a gastar como antes y, aun así, no me siento con «desventaja» en ningún aspecto de mi vida. Me siento en paz porque sé que mi futuro está asegurado, lo que es bastante agradable.
No finjas ser rico; puede que te haga sentir bien en el momento, pero el sentimiento no durará. Solo te deja con una sensación de desasosiego cuando reflexionas sobre tu vida y te deja con pocas opciones tan solo a unos pocos años vista.
Lo mejor que puedes hacer es empezar a ahorrar para tu jubilación hoy mismo. No te des tiempo para convencerte de lo contrario. Apúntate a un plan de jubilación en el trabajo o contrata un plan de pensiones individual a través de la firma de inversiones que elijas y empieza a aportar dinero de inmediato. Luego, escoge vivir un poco más frugalmente que antes.
No te arrepentirás nunca.