Desde el año 1925 hasta 2010 han pasado cinco generaciones. ¿Son muy diferentes?
Basta comparar algunos de los personajes que encarnan la 'Generación del Silencio' (aquí entran igual Audrey Hepburn que Paco Rabal) con los de la Generación Z (Nerea Camacho o el hijo de Will Smith) para ver cómo ha cambiado el rumbo el mundo.
Las diferencias se han hecho tan pequeñas que a veces resultan casi inexistentes en los países en desarrollo.
Así, la última generación –por el momento– ha nacido con un presidente negro en EE. UU. y compañeros que tienen dos padres o dos madres; algo que ni se atrevían a soñar sus antepasados, educados en el silencio (de ahí el nombre, que fue acuñado por la revista Time en 1951 en el artículo La generación más joven (1925-1945), en agradar a los demás, en no salirse jamás de la norma y lo marcado. También se los llamó Los poco afortunados.
Para aquellos que vivieron esos tiempos en los que Dylan o Ray Charles ponían la banda sonora, todos los cambios y derechos con los que viven hoy los más jóvenes no eran ni una posibilidad. Para los Z es algo natural; para las anteriores no era ni siquiera normal.
Antonio Banderas o Michelle Obama son algunas de las caras de la generación siguiente, la que se llamó baby boomer por la cantidad de nacimientos que se dieron. Son los más acostumbrados a ver, escuchar y leer noticias.
Ellos son además quienes asistieron a los grandes cambios: el nacimiento de la televisión, la llegada del hombre a la Luna, y la invención de objetos tan de nuestra vida cotidiana como la lavadora eléctrica, los relojes de pulsera digitales, los ordenadores e Internet.
De los boomer (1946-1965) se resalta que es la generación más lectora de todas (ni la X lee más) y también que son los que más disfrutan quedándose en casa, ya que para ellos no es necesario salir (y gastar dinero) para pasarlo bien. O así es como lo entienden y desde luego donde no coinciden en absoluto con los que vienen después: los X.
Es tal el cambio con ellos, rebeldes, individualistas, inconformistas y emprendedores, que acabaron siendo llamados por sus padres Generación X (1965-1984).
Los hijos de los baby boom se encontraron además con un vacío: las líneas que habían marcado las vidas de sus padres y abuelos ya no servían. Lo plasmó Douglas Coupland en la novela Generación X (1991) y José Ángel Mañas en la obra que mejor definió una parte de esa generación en España: Historias del Kronen. Ignoraban entonces lo que el futuro les deparaba: ellos iban a ser la Generación Perdida.
Y tras los X, los millennials o Generación Y, término que se utilizó por primera vez en 1993 en la revista Ad Age. Una diferencia clave con sus hermanos mayores: los X prefieren los ordenadores, los millennials son de smartphone y tableta. Van directamente a los contenidos que les interesan en internet, lo que los aleja de la televisión y mucho más aún de la radio.
Prefieren los Y trabajar desde casa, sin horarios, oficinas y ese mundo laboral que hasta hace poco era (sigue siendo en muchos sitios) el único posible. Liberales, han crecido con derechos que no imaginan que no se tuvieran, son muy poco religiosos y bastante idealistas, aunque ni ellos mismos sean conscientes.
Los últimos, los que se escriben con Z, parecen los destinados a dominar el mundo, ya que son quienes han nacido y crecido con la crisis y los que tienen un carácter acorde con los tiempos que ya están llegando. Todo apunta a que van curtidos, otra cosa es lo que hagan con lo que les quede del mundo.
Lo que preocupa a esta generación, para quienes la diversidad y multiculturalidad es lo normal, es trabajar en lo que les gusta. Aquello del trabajo fijo cueste lo que cueste para ellos es historia. Nuria Vilanova, una de las investigadoras que han realizado el último estudio sobre esta generación, señala un rumbo: "En lugar de escandalizarnos con la forma diferente de comportarse que tienen, tenemos que aprovecharlo como una oportunidad para que haya un mundo mucho mejor".