La vida no es fácil, pero tampoco hace falta complicarla más todavía.
1. Tienes miedo de fracasar o parecer como un tonto
No sueles intentar cosas nuevas, solo asumes riesgos muy calculados y te preocupas demasiado por lo que la gente puede pensar sobre tus acciones. El miedo al fracaso puede hacer muchas veces que vivamos una vida con la que no estamos contentos simplemente porque es segura. Debemos asumir riesgos para ir más allá y no conformarnos con lo que tenemos.
2. Estás rodeado de gente negativa y permites que te afecten
Permites que sus opiniones te calen, escuchas sus malos consejos, te tomas sus críticas como algo personal y te ves a través de sus ojos. Lo mejor es evitar a la gente tóxica, pero si no te es posible, entonces al menos no permitas que lo que digan te afecte.
3. Eres demasiado escéptico
Crees que todo el mundo tiene un motivo oculto, no crees que la gente se preocupe verdaderamente por ti y siempre estás buscándole los 3 pies al gato. Ser una persona cautelosa es inteligente, pero el hecho de ser demasiado escéptico solo sirve para añadir estrés y ansiedad a tu vida.
4. Te culpas
Siempre te culpas de lo que va mal - hay una diferencia entre asumir la responsabilidad de algo y culparse a sí mismo por ello. Asumir la responsabilidad te ayuda a encontrar la forma de resolver el problema para que así puedas seguir adelante, mientras que culparte a ti mismo solo sirve para que te hundas en tus fracasos en vez de encontrar maneras para superar las dificultades de tu vida.
5. Te comparas con los demás
Siempre estás comparándote y compitiendo. La competencia es sana, pero hasta cierto punto, si te pasas puede que no sea tan buena. Compararnos con los demás nos hace sentirnos mal e impide que nos sintamos agradecidos por lo que tenemos. Si no tienes otro remedio y tienes que hacer una comparación; compárate con quien eras antes y cómo puedes llegar a ser una mejor persona, pero que no te compares con otra persona.
6. Te preocupas demasiado por encajar
No expresas tus preocupaciones o tus verdaderos sentimientos para no ofender a nadie. Siempre estás intentando complacer a la gente. Si tienes que ocultar tu verdadera personalidad para encajar, acabarás perdiéndote a ti mismo solo por una popularidad efímera. No te preocupes por encajar.
7. Crees que eres gafe
¿Crees que siempre tienes mala suerte? ¿Crees que el mundo está en tu contra? ¿Crees que tienes la peor suerte del mundo? Todos hemos pasado por esos momentos antes, pero convertirlo en un hábito es lo peor que puedes hacer. Debes adoptar una actitud optimista porque sino acabarás nadando en un mar de dudas y desesperación.
8. No permites que las cosas avancen
No puedes olvidar tus errores, no puedes perdonar a las personas que te han hecho daño y no puedes deshacerte del rencor que sientes por algunas personas. Aferrarse a los malos recuerdos y sentimientos negativos no sirve de nada. Si dejas atrás las cosas del pasado y las que no puedes controlar, tu vida acabará cambiando de forma radical.
9. Permites que la gente te convenza con facilidad
Permites que la gente te quite las ideas y menosprecie tus sueños. Crees que ellos tienen razón y no luchas por lo que verdaderamente crees. A veces simplemente tienes que dejar de escuchar a la gente y hacer lo que crees que es correcto, ya que se trata de tu camino y el resto de personas no tiene por qué entenderlo.
10. Ves el mundo en blanco y negro
Vivimos en un mundo gris y ver el mundo en blanco y negro no te va a ser de ayuda. Encontrar el equilibrio entre la pasión y la razón y los sentimientos y la lógica es algo bueno. Sí, es difícil, pero las cosas nunca serán blancas o negras, por lo que reconciliarse con la incertidumbre y el hecho de que cualquier cosa puede pasar en la vida es lo mejor que puedes hacer
11. Pierdes el tiempo en cosas que no tienen importancia
Pierdes el día haciendo cosas sin importancia o pasas demasiado tiempo en las redes sociales o viendo la tele. El tiempo es oro y la vida puede ser más difícil cuando no se dedica tiempo a uno mismo y a trabajar en cosas que te beneficiarán a largo plazo.
12. Pospones tus metas y sueños
Has dejado de esforzarte para intentar que se hagan realidad, has llegado a un punto en el que crees que ya no eres capaz de hacer que se hagan realidad independientemente del momento o de las circunstancias. Nunca dejes de perseguir tus metas y sueños, ya que tu vida se volverá mucho mejor y más fácil el día que los alcances.