El verdadero éxito tiene que ver con quién eres y lo lejos que has llegado.Cuando se es ambicioso, la sensación de fracaso es inevitable de vez en cuando. Tener metas ambiciosas implica inevitablemente vivir momentos en los que nuestra realidad ya no se corresponde con esas expectativas.
Vivimos en un mundo que refuerza esta sensación. Aunque la mayoría de las personas no lo admitirá, en nuestro subconsciente los bienes materiales son sinónimo de éxito. Es una pena que nos dejemos engañar por esta lógica porque seguramente sabemos que el hábito no hace al monje.
La mayoría de las personas se dan cuenta de que la felicidad es un indicador de éxito más importante que la influencia, los bienes materiales o el prestigio. Saben que el éxito reside en mantener buenas relaciones con los amigos y familiares y en que te guste el trabajo que desempeñas.
Sin embargo, nuestra percepción nos suele llevar por el mal camino cuando se trata de éxito. Es difícil no asociar a las personas más exitosas con aquellas que tienen las casas más grandes, los coches más caros y los amigos más influyentes. Independientemente de lo que consigas, siempre habrá alguien con más, y esto puede hacerte sentir que estás perdiendo. El problema no está en la falta de juguetes; sino en creer que esos juguetes indican el verdadero éxito.
El verdadero éxito tiene que ver con quién eres y lo lejos que has llegado. Si alguna vez te preocupa no ser tan exitoso como deberías, puede que estés utilizando criterios de evaluación equivocados. A veces solo necesitas recordar lo que ya has logrado en la vida. Los siguientes indicadores de éxito te ayudarán a hacer precisamente eso.
1. Ya no te importa lo que piensen los demás
Solo te preocupas por lo que otros piensan cuando todavía sientes la necesidad de demostrar algo. Por el contrario, sabes que lo has "conseguido" cuando ya no te preocupas más por eso – cuando eres fiel a ti mismo y a tus principios y estás satisfecho con tu vida.
Sabes que lo has conseguido cuando entiendes que las opiniones de los demás son solo eso – opiniones. No tienen ningún efecto sobre la realidad ni cambian quién eres.
2. Eres positivo
La esperanza y el optimismo son factores esenciales para una vida feliz. Si piensas demasiado en las cosas que van mal, te conviertes en una persona amargada y resentida. Cuando eso sucede, fracasas – no importa lo que hayas logrado. El verdadero éxito significa ver siempre el lado positivo de las cosas y creer que tienes el poder de mejorar incluso las peores situaciones.
3. Sabes que el fracaso no es para siempre
Has aprendido que las únicas personas que nunca fallan son aquellas que no intentan nada. Cuando falles, no asumas de manera automática que es un fracaso. Más bien, asume cada fallo como una oportunidad para aprender algo – y luego seguir adelante.
Si todavía luchas con esto a veces, debes saber que nunca experimentarás el verdadero éxito hasta que aprendas a aceptar el fracaso. Tus errores te preparan el camino para el éxito, al mostrarte cuando estás en el camino equivocado. Los mayores logros suelen venir cuando te sientes la persona más frustrada y estancada.
Es esta frustración la que te obliga a pensar de manera diferente, a mirar fuera de la caja y descubrir la solución que tanto ansiabas.
4. Mantienes las cosas en perspectiva
A veces suceden cosas malas. Es parte de la vida. Sin embargo, para la mayoría de nosotros, nuestro peor día sería como unas vacaciones para alguien que tiene verdaderos problemas – como no tener que comer o intentar sobrevivir a una guerra civil. Dejar las llaves dentro del coche –o incluso no conseguir un ascenso en el trabajo – no son cosas tan malas, una vez que aprendes a tener perspectiva. Si ya dominas la capacidad de mantener tus problemas en perspectiva, considéralo como un éxito importante.
5. Pides ayuda cuando la necesitas
Negarse a pedir ayuda, no importa cuántos apuros estés pasando, es un signo de inmadurez emocional. En cambio, pedir ayuda significa que ya no sientes la necesidad de demostrar que eres una persona perfecta. Esto muestra que no te preocupa que la gente descubra tus debilidades y que entiendes que nadie consigue tener éxito solo.
6. Te das cuenta de que la vida no es un juego de suma cero
Tampoco es un sube y baja. Solo por el hecho de que alguien haya alcanzado un gran éxito, no significa que sufras un fracaso en igual medida. Simplemente no ganaste esta vez. Una señal clara de éxito es la capacidad para celebrar los logros de los demás con entusiasmo sincero.
7. Ves la diferencia entre drama y entusiasmo
¿Recuerdas aquellos días en los que las relaciones estables eran aburridas y te cansabas pronto de quien te trataba bien? Si ese tipo de "drama" es cosa del pasado, enhorabuena. Si prefieres la estabilidad y la intensidad al drama, está teniendo éxito.
8. Ya no eres el centro del universo
Todos conocemos a personas "exitosas" que actúan como si fueran el centro del universo. Es su mundo y el resto de nosotros solo viven en él ... ¿verdad? Eso no es el éxito. El verdadero éxito requiere la capacidad de sentir empatía – para darse cuenta de que los sentimientos y sueños de otras personas son tan importantes como los nuestros y que no podemos tener éxito sin ellos.
9. Aceptas lo que no puedes cambiar y cambias lo que puedes
Hay una diferencia entre el pesimismo y el sentido práctico. Si un huracán viene hacia ti, no hay nada que puedas hacer para detenerlo. Pero una vez que aceptas que el huracán se acerca, puedes empezar a trabajar para mitigar sus efectos.
Si tu empresa reduce la plantilla y te despiden, todo el tiempo que pases negándolo simplemente retrasa todo lo que te vendrá después. Solo serás capaz de seguir adelante cuando comiences a explorar tus opciones y a hacer planes para cambiar lo que puedes.
Asumir la responsabilidad de cambiar las cosas que no te gustan de tu vida es uno de los mayores indicadores de éxito.
Una visión conjunta
No tiene sentido sentirse fracasado solo porque piensas que deberías tener un trabajo mejor, una casa más grande o un coche más bonito. El verdadero éxito viene del interior y es completamente independiente de las circunstancias.