Los estudios científicos demuestran que a menudo percibimos una amistad distorsionada.
Piensa en todas las personas con las que interactúas en el transcurso de un día, semana, mes o año. Aquellas con los que puede que intercambies un saludo o les des un abrazo; charles sobre tonterías o entables una conversación más profunda. Todas las que, por designios del destino, habitan tu mundo. Y entonces pregúntate cuáles de ellas son tus amigas – tus verdaderas amigas.
Estudios recientes indican que sólo la mitad de las amistades percibidas son mutuas. Es decir, a alguien que crees que es tu amigo podrías no caerle bien. O, viceversa, cuando alguien que sientes que apenas conoces te llama su mejor amigo.
Es un hallazgo sorprendente que ha generado mucho debate entre psicólogos, neurólogos, expertos en comportamiento organizacional, sociólogos y filósofos.
Algunos culpan al optimismo básico de los seres humanos, cuando no al egocentrismo, por la desconexión entre las amistades percibidas y reales. Otros apuntan a una mala interpretación de la noción misma de amistad en una época en la que “añadir a mis amigos” se utiliza como un verbo, y la inclusión y exclusión social son tan fáciles como un toque en la pantalla del teléfono. Es una preocupación debido a que la autenticidad de las relaciones de una persona tiene un enorme impacto en la salud y bienestar de la misma.
Alex Pentland, investigador en ciencias sociales computacionales en el M.I.T. y coautor de un estudio reciente publicado en la revista PLOS One, titulado “Are You Your Friends’ Friend? Poor Perception of Friendship Ties Limits the Ability to Promote Behavioral Change”, sostiene:
“A la gente no le gusta oír que las personas que perciben como amigas no las consideran amigas a ellas”.
El estudio analizó los lazos de amistad entre 84 sujetos (con edades entre 23 y 38 años) en una clase de gestión empresarial, pidiéndoles que se clasificaran unos a otros en un continuo de cinco puntos de intimidad desde “No conozco a esta persona” a “Uno de mis mejores amigos”. Los sentimientos eran mutuos el 53% de las veces, mientras que la expectativa de reciprocidad quedó en un 94%.
Esto es consistente con los datos de otros estudios llevados a cabo amistad durante la última década, que abarcan más de 92.000 sujetos, en los que las tasas de reciprocidad oscilaban entre el 34 y el 53%.
Pentland dijo que podría ser que “la posibilidad de una amistad no recíproca desafía a la imagen de uno mismo”. Pero el problema puede que tenga más que ver con la confusión sobre qué es la amistad. Pídele a la gente que defina la amistad – incluso a investigadores que la estudian, como Pentland – y obtendrás un silencio incómodo, seguido de un titubeo.
Alexander Nehamas, profesor de filosofía en Princeton, quien en su último libro, “On Friendship” (Sobre la amistad), pasa casi 300 páginas intentando definir la amistad, dice:
“La amistad es difícil de describir. Es más fácil decir lo que no es amistad y, sobre todo, no es decisivo”.
No es un medio para obtener un estatus más alto, agenciarse una invitación a la casa de vacaciones de alguien o simplemente escapar de tu propio aburrimiento. Por el contrario, comenta Nehamas, la amistad es más como la belleza o el arte, los cuales encienden algo profundo dentro de nosotros y se “valora por sí mismo”.
Sin embargo, uno de los tratados más reconocidos en la amistad es el escrito por Dale Carnegie “Cómo ganar amigos e influir sobre las personas”. Las estrellas del pop como Taylor Swift y Drake son admiradas por sus amistades estratégicas, cuando no propagandistas. Y, por supuesto, las redes sociales son plataformas para exhibir las amistades y mejorar la imagen personal.
Ronald Sharp, profesor de inglés en Vassar College, que enseña un curso sobre la literatura de la amistad, señala:
“Tratar a los amigos como inversiones o materias primas destruye la idea misma de la amistad. No se trata de lo que alguien puede hacer por ti, sino en quién y qué os convertís los dos en presencia del otro”.
Recuerda las muchas horas que pasó en teniendo apasionantes conversaciones con su amiga Eudora Welty, que era conocida no sólo por su ficción ganadora del premio Pulitzer, sino también por su capacidad de amistad. Juntos editaron el libro “The Norton Book of Friendship”, una antología de obras sobre la amistad.
“La idea de no hacer nada más que pasar tiempo en compañía de los demás se ha convertido, en cierto modo, en un arte perdido", reemplazado por descargas de textos y tuits, apunta Sharp. “Las personas ansían tanto maximizar la eficiencia de las relaciones que ya no saben lo que significa ser un amigo”.
Según su definición, los amigos son las personas a las que dedicas tiempo para entenderlas y permites que te entiendan.
Debido a que el tiempo es limitado, también lo es el número de amigos que puedes tener, según el trabajo del psicólogo evolucionista británico Robin I. M Dunbar. Él describe capas de amistad, donde la capa superior se compone de sólo una o dos personas, como un cónyuge y el mejor amigo con los que eres más íntimo e interactúas a diario.
La siguiente capa tiene capacidad para un máximo de cuatro personas por las que sientes una gran afinidad, afecto y preocupación y que requieren una atención semanal para mantenerlas. A partir de ahí, los niveles contienen amigos más informales con los que inviertes menos tiempo y tiendes a tener una conexión menos profunda y más tenue. Sin contacto constante, estos caen fácilmente en la categoría de “simples conocidos”. Puede que te lleves bien con ellos, pero no son amigos. Al respecto, Dunbar dice:
“Hay una cantidad limitada de tiempo y capital emocional que podemos distribuir, por lo que sólo tenemos cinco zonas para los tipos más intensos de relación. La gente puede que diga que tiene más de cinco, pero puedes estar seguro de que no son verdadera amistad”.
Tal jactancia implica que tienen almas gemelas de sobra en una cultura donde se nos enseña que apoyarse en alguien es un signo de debilidad y el poder implica no dejar que otros te afecten. Pero la amistad requiere la vulnerabilidad de cuidar además de revelar cosas sobre ti mismo que no coinciden con la imagen elegante de tu perfil de Facebook o Instagram, dice Nehamas. Confiar en que tu vínculo va a continuar, e incluso podría ser reforzado, a pesar de tus deficiencias y desgracias inevitables, según él, es un riesgo que muchos no están dispuestos a tomar.
Los expertos médicos dice que ir a lo seguro participando en relaciones superficiales, insatisfactorias o no recíprocas tiene repercusiones físicas. Los sentimientos resultantes de soledad y aislamiento no sólo aumentan el riesgo de muerte tanto como el tabaquismo, el alcoholismo o la obesidad; también podrías perder tono, o función, en el llamado nervio vago inteligente, que los investigadores del cerebro creen que nos permite estar en relaciones íntimas, recíprocas y llenas de apoyo.
Amy Banks, psiquiatra de los Centros Wellesley para la Mujer, que está especializada en el creciente campo de la neurobiología interpersonal y es la autora de "Wired to Connect: The Surprising Link Between Brain Science and Strong, Healthy Relationships”, señala:
“Es importante tener un buen tono vagal, ya que modula nuestra respuesta instintiva de ataque, huida o bloqueo”.
En presencia de un verdadero amigo, sostiene Banks, el aspecto inteligente o la modulación del nervio vago es lo que nos hace sentir como en casa en lugar de estar alerta como cuando nos encontramos con un extraño o alguien crítico. Es lo que nos permite sentirnos bien a la hora de exponer la parte más vulnerable de nuestra psique y nos ayuda a mantenernos comprometidos y presente en tiempos de conflicto. Si no se tienen amistades auténticas, el nervio vago inteligente no se ejerce. Pierde tono y la ansiedad de uno sigue siendo alta, dificultando las conexiones profundas y permanentes.
Por lo tanto, vale la pena identificar quiénes son verdaderamente amigos entre las muchas personas que encuentras en tu vida. ¿Quién encuentra tiempo para ti? ¿Qué compañía te anima, enriquece y tal vez incluso te humilla? ¿A quién echarías de menos? ¿Quién te echaría de menos a ti? Si bien no hay una definición simple, lo que las amistades tienen en común es que nos dan forma y crean otras dimensiones a través de las cuales vemos el mundo. Esto puede ser para mejor o peor dependiendo de a quién elegimos como amigos. Como dice el refrán, “Dime con quién andas y te diré quién eres”.