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Sólo unos sencillos pasos te ayudarán a lidiar con el mal hábito de dejar las cosas para más tarde.

Las personas posponen las cosas por muchas razones, pero el resultado es siempre el mismo: o se apresuran para acabar el trabajo en el último minuto o no cumplen la fecha límite. Aunque es frustrante dejar las cosas para el último momento, la gente sigue teniendo este mal hábito. ¿Por qué?

Según Caroline Webb en la Harvard Business Review, nuestros cerebros están programados para postergar las tareas. Webb muestra la investigación de la Universidad de California que demuestra que el placer de conseguir algo a corto plazo casi siempre es mayor que el beneficio de obtener una recompensa futura. Dada la elección entre ideas concretas e ideas más abstractas, nuestro cerebro por naturaleza está más inclinado a darle preferencia a lo primero.

Pero sólo porque nuestro cerebro esté aparentemente trabajando en contra de nosotros, eso no quiere decir que no podamos superar la indecisión. En cambio, debería inspirarnos a trabajar en la tarea aún más, ya que no es un defecto personal, sino una parte de nuestro comportamiento natural, que se puede volver a entrenar.

Sin más preámbulos, te presentamos una guía para que actúes, basada en las últimas investigaciones sobre el tema:

Encuentra un compañero de responsabilidades

Cuando compartimos nuestras metas con otra persona, se crea una presión social, pero a diferencia de la presión de los compañeros a los que nos enfrentamos en el instituto, esto puede ayudar a lograr el éxito.

Compartir tus objetivos con un compañero puede crear un sistema donde tienes alguien que te anima y te recuerda que debes dejar de aplazar las cosas. De hecho, según un estudio de Webb, los expertos han descubierto que instintivamente queremos ser respetados por nuestros compañeros, y tenemos más probabilidades de alcanzar nuestras metas de esta manera.

Así que cuando tengas una tarea que completar en el trabajo, dile a alguien cuando vas a terminarla. Si le dices a un cliente o empleado exactamente cuándo vas a hacer algo, tu cerebro se sentirá más obligado a hacerlo en realidad. Mejor aún, informa a tu supervisor o mentor, esto ayudará a impulsar tu responsabilidad y posibilidades de éxito.

Haz que el coste de la acción parezca más pequeño

Identifica el primer paso. A veces sólo nos sentimos intimidados por la tarea que estamos evitando. Puede que tengamos “aprender francés” en nuestra lista de tareas pendientes, pero ¿quién puede hacer eso en una tarde? Caroline Webb dice que el truco aquí es dividir las tareas grandes y amorfas en pequeños pasos que no parecen tan desalentadores. Mejor aún: identifica el primer paso más pequeño, algo que sea tan fácil que incluso tu cerebro pueda ver que los beneficios son mayores que los costes del esfuerzo.

Así que en lugar de “aprender francés” podrías decidir “escribirle a Ana un correo electrónico para pedirle consejo sobre el aprendizaje del francés”. Alcanza esa pequeña meta, y te sentirás más motivado para dar el siguiente paso que si hubieras seguido castigándote por tu falta de conocimientos de idiomas.

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Recompénsate por tus pequeños logros

Podemos hacer que el coste del esfuerzo parezca aún más pequeño si vinculamos ese pequeño paso a algo que realmente queremos. Por ejemplo, puede que leas revistas o libros poco intelectuales cuando estás en el gimnasio, porque el placer oculto ayuda a distraer tu mente del “esfuerzo” a corto plazo que hay que hacer durante el ejercicio. Del mismo modo, es posible reunir la autodisciplina suficiente para completar una tarea poco agradable si te prometes que la harás en una bonita cafetería con tu bebida favorita en la mano.

Elimina el bloqueo oculto

A veces nos encontramos volviendo a una tarea repetidas veces, no queriendo dar el primer paso. Oímos una voz pequeña en nuestra cabeza diciendo: “Sí, buena idea, pero… no”. En este punto, tenemos que hacerles algunas preguntas a la voz, para averiguar lo que realmente está haciendo poco atractivo realizar esa acción. Esto no requiere necesariamente psicoterapia. Con paciencia hazte algunas preguntas de “por qué” – “¿por qué parece difícil hacer esto?” y “¿por qué ocurre eso?” – y el bloqueo puede surgir con bastante rapidez. A menudo, el problema es que un deseo de competencia perfectamente inocente está socavando tu motivación.

Por ejemplo, supongamos que te resulta difícil atenerte a una rutina de objetivos para la mañana. Unos cuantos “por qué” podrían poner de relieve que el reto se deriva de tu igualmente fuerte deseo de tomarte el desayuno con tu familia. Una vez que has hecho el conflicto más explícito, es mucho más probable que encuentres una manera de superarlo – tal vez estableciendo tus metas diarias la noche anterior, o de camino al trabajo.

Confía en ti mismo

Una vez que hayas descubierto lo que te está impidiendo adoptar medidas en una tarea o proyecto específico, es el momento de superar tu miedo. La investigación de Webb muestra que es más probable llevar a cabo un análisis de rentabilidad en algo nuevo, pero es mucho menos probable sopesar las posibles desventajas de mantener el status quo. Este sesgo de omisión puede impedirnos hacer mejor las cosas sólo porque signifique hacer algo diferente.

Supera este miedo mediante el uso de la regla del 70% del Cuerpo de la Marina. Siempre y cuando tengas el 70% de la información para tomar una decisión, el 70% de los recursos necesarios para completar el proyecto, y estás 70% seguro de que vas a tener éxito, entonces estarás listo. La idea detrás de la regla del 70% es que es imposible estar totalmente preparado para cualquier cosa. Confía en tus instintos y empieza a actuar.

Concéntrate en las consecuencias de la dilación

Mark Twain dijo una vez: “No dejes para mañana lo que puedes hacer pasado mañana”. No le hagas caso.

En lugar de ello, concéntrate en lo que ocurrirá si pospones una tarea o proyecto hasta el último minuto. Podrías tener una emergencia que provocaría que no cumplieras el plazo. Como resultado puedes perder un buen trato o dañar la imagen de tu empresa. Tu cliente puede que sienta que le has ofrecido un mal servicio, lo que también podría afectar a tu reputación y posibilidad para obtener trabajos futuros.

Cuanto más piensas en los efectos negativos de posponer una tarea, más motivado estarás para evitar esos efectos y terminar el trabajo. Según Webb, los psicólogos llaman a esto un enfoque de prevención, ya que la mayoría de la gente trata de evitar consecuencias negativas, incluso más que recibir resultados positivos. Este modo de pensar te ayudará a trabajar con todas tus fuerzas incluso cuando quieras rendirte o dejar el trabajo para otro día.

Acepta que la dilación es una parte natural de quien eres, pero al igual que cualquier otra cosa, también tienes el poder para entrenar tu cerebro y superarla con estos pasos. L. M. Heroux dijo, “Deja de hablar. Empezar a caminar”. Podemos alterar ese consejo un poco y decirte, “Deja de leer. Comienza a tener éxito”.

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