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Un avión retirado de una línea aérea indonesia ha encontrado una nueva vida en China: ahora es un restaurante que ofrece la cocina favorita de todos: comida de avión.

Lily Airways abrió al público a principios de este mes, sirviendo platos de cocina francesa y estadounidense en Wuhan, una megaciudad del centro de China con 20 millones de habitantes.

Los precios del menú varían de 25 $ a 60 $, y el comedor con 20 mesas dentro de la cabina adaptada puede albergar hasta 200 personas al día. Para mantener la atmósfera de un avión, los compartimentos superiores se utilizan convenientemente para depositar las pertenencias personales de los clientes y el personal va vestido con uniformes de auxiliar de vuelo. Nada ha cambiado drásticamente, a excepción de los asientos, que han sido sustituidos por unos más convenientes, y cómodos para las rodillas.

“Volar en un avión es incómodo porque no todo el mundo tiene la oportunidad de viajar en primera clase”, dice Li Lang, el cerebro detrás de la inversión de 5 millones de dólares. “Aquí vamos a subvertir por completo la experiencia de comer a bordo”, le contó Li a BuzzFeed News en una entrevista telefónica.

Los amantes de la comida lo suficientemente afortunados para soportar una larga fila, tendrán una verdadera experiencia de vuelo – sin volar en realidad. Todo el mundo recibe una tarjeta de embarque, espera en la sala de espera, y pasa por la puerta a través de un puente hacia el avión.

Teniendo en cuenta el precio que se paga por la experiencia, es una pena que en realidad no vueles a ninguna parte después de todo eso.

La zona peatonal Guanggu en Wuhan, donde se encuentra el restaurante, es una mezcla de estilos arquitectónicos europeos, y dicen que puede alojar a 3 millones de personas al mismo tiempo.

Estas ciudades clones han surgido por toda China en los últimos años; las más famosas (o infames) son Jackson Hole en Pekín, el pueblo austriaco de Hallstatt en Guangdong, y, por supuesto, no te olvides de la Torre Eiffel en Hangzhou.

“Al principio no sabía lo que quería hacer con el avión”, comenta Li, un nuevo rico chino de 40 años. “Tan sólo quería comprar uno”.

Cuenta que más tarde se inspiró en proyectos como el hotel construido en un avión en Suecia. Además añade que nunca se ha arrepentido de su decisión.

El avión fue desmontado y enviado a China durante varios meses, y luego se volvió a montar, ya que volar en un avión tan grande tiene un coste excesivo, sostiene Li.

Lili Ye, de quien lleva el nombre el restaurante, dice: “Este regalo es la mejor expresión de amor de mi marido a su familia”.

Después de probar nombres desafortunados como “Fancy” (Lujoso), Li se decantó por “Lily”, ya que representa a su esposa Lili, a él mismo, y la flor que simboliza el amor armonioso.

Lo más difícil para la pareja han sido las críticas negativas esporádicas que reciben. “¿Puedo decir que ha sido caro e incomible?” Comentó un usuario en el portal Weibo.

“Para nosotros es doloroso que los clientes no sepan apreciar la comida”, declara la pareja. (Esta es su primera y única incursión en la industria alimentaria). Ellos insisten en que contratan chefs extranjeros para ofrecer la comida más auténtica a sus clientes.

Por lo menos, el restaurante le proporciona a Li un aparcamiento privado para mostrar su colección de coches.

Próxima parada de este vuelo: La ciudad de los sabores.

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