6 duras realidades de la vida que los jóvenes necesitan entender
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Puede que todavía no hayan determinado el presente, pero sin duda el futuro está en sus manos. Estas mentes jóvenes e inmaduras algún día se convertirán en nuestros políticos, médicos, científicos, cocineros, productores de televisión, diseñadores de moda, empresarios, y con suerte, en los nuevos defensores de la libertad. Pero, ¿están preparados para ello?

Para los jóvenes de la generación del milenio, las palabras son la causa de la creación de espacios seguros, se deben reprimir los puntos de vista opuestos y cualquier cosa que se percibe como una pequeña agresión es suficiente para hacerlos entrar en un estado de angustia mental.

Es hora de que los jóvenes del milenio comprendan estas 6 duras realidades de la vida, si no queremos dejar nuestro futuro en manos de una generación inmadura y débil.

1. Tus sentimientos son irrelevantes

Fuera del colegio y de la universidad, ya nadie se preocupa por tus sentimientos. La realidad es que alguna vez te van a ofender y van a herir tus sentimientos y nadie te va a consolar porque no tienen por qué hacerlo. Aprender a aceptar las críticas, los diferentes puntos de vista e incluso los insultos directos te hará más feliz a largo plazo. Eso te ayudará más que hacerte constantemente la víctima.

2. No puedes conseguir todo lo que quieres

Muchas veces cuando los padres quieren animar a sus hijos les dicen que pueden conseguir todo lo que quieren. Desafortunadamente, la generación del milenio está convencida de que eso cierto, especialmente ahora que la sociedad ha decidido impulsar también esta idea.

Sin embargo, la realidad es que si tienes 17 años y todavía no puedes entender la división básica, no vas a ser un genio. Si tienes sobrepeso y eres poco atractiva, no vas a ser la reina de la cena de graduación. Si careces de capacidades motoras finas, no vas a ser un cirujano del corazón.

No hay nada de malo en aceptar que no puedes conseguir todo lo que quieres. De hecho, una vez que aceptes esto, serás capaz de centrarte en las cosas que puedes conseguir – las cosas para las que realmente tienes talento.

3. Los estudios sobre el género son una pérdida de dinero

Así es. Aunque algunos jóvenes del milenio obtienen titulaciones inútiles con la esperanza de que les serán beneficiosas para puestos docentes o de investigación, la realidad es que simplemente se endeudan solo para aprender a ser víctimas profesionales. Si estás luchando por llegar a fin de mes, porque nadie que paga más del salario mínimo está interesado en tus cualificaciones, asegúrate de echar un vistazo a la siguiente dura realidad antes de empezar a quejarte.

4. No tienes derecho a recibir beneficios públicos solo por estar en el mundo

Esto incluye la asistencia sanitaria, unos ingresos garantizados y una vivienda. Solo por el hecho de que estés en el mundo no significa que la sociedad te deba algo. La mejor garantía de bienestar y de poder ganarte la vida por ti mismo es trabajando duro, no pidiendo a la sociedad o al gobierno ciertos beneficios. Por ejemplo, exigir que la asistencia sanitaria sea un derecho es equivalente a pedir al gobierno que obligue a los contribuyentes a pagar por ello. Mientras eso pueda parecer una buena idea en teoría, en realidad solo conduce al racionamiento de la asistencia cuando los costes llegan a ser insostenibles, lo que repercute negativamente no solo en ti, sino también en los demás.

5. Tienes derecho a vivir como quieras, pero no a exigir que los demás lo acepten

Tienes derecho a vivir como quieras, siempre y cuando sea dentro de los límites de la ley. Puedes llevar ropa del sexo opuesto, fumar marihuana, emborracharte, tener muchas relaciones sexuales, e incluso asistir a clase de estudios sobre género.

Las autoridades no deben intervenir en la vida privada de los ciudadanos, siempre y cuando su comportamiento no infrinja los derechos de otra persona, pero eso no significa que la sociedad no pueda tener una opinión. No tienes derecho a exigir a la gente que se reserve sus opiniones sobre tu estilo de vida, especialmente si eres una persona abierta y habla sobre ello. Si tú tienes derecho a comportarte cómo quieres, otros tienen derecho también a hablar de lo que les parezca. Tus sentimientos no son un derecho protegido, pero la libertad de expresión sí.

6. El único lugar seguro es tu casa

Te pueden ofender en cualquier lugar. Tal vez sea una broma que oíste durante las vacaciones, una discusión en la oficina o una diferencia de opinión con alguien en la cola del supermercado. Inevitablemente, alguien va a ofender tus sentimientos y valores. Si no puedes manejar esa situación sin perder el control de tus emociones y tienes que refugiarte en tu "espacio seguro" lejos de las palabras hirientes de los demás, entonces es mejor que te quedes en casa.

Aunque recuerda: si la realidad cotidiana te asusta, lo que puedes encontrar en Internet francamente te aterrorizará. Probablemente es mejor que simplemente aceptes estas duras realidades de la vida y no tengas miedo de hacerles frente en cualquier momento.

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