La que fue Ministra de Medio Ambiente de Dinamarca desde 2011 a 2014, Ida Auken, ha escrito un ensayo sobre el futuro del mundo donde la gente no tiene ninguna propiedad, ni transporte personal, ni contaminación, ni privacidad.
Bienvenido al año 2030. Bienvenido a mi ciudad – o mejor dicho, “nuestra ciudad”. Nada me pertenece. No tengo coche. No soy dueño de una casa. No poseo electrodomésticos ni ropa.
Puede que te parezca extraño, pero en esta ciudad, nos sentimos más que satisfechos con esta vida. Todo lo que considerabas un producto, se ha convertido en un servicio. Tenemos acceso al transporte, alojamiento, comida y todo lo que necesitamos en nuestra vida cotidiana. Una por una todas estas cosas se convirtieron en gratuitas, por lo que al final no tuvo sentido que poseyéramos algo.
Al principio se digitalizó la comunicación y se hizo gratuita para todos. Luego, cuando la energía limpia se hizo también gratuita, las cosas comenzaron a moverse más rápido. El precio del transporte cayó espectacularmente. Ya no tenía sentido poseer un coche, puesto que podíamos utilizar un vehículo no tripulado o un coche volador para hacer viajes más largos en unos minutos.
Empezamos a movernos de una manera mucho más organizada y coordinada cuando el transporte público se hizo más fácil, más rápido y más cómodo que el coche. Ahora casi no puedo creer que aceptáramos las congestiones congestión y atascos, por no hablar de la contaminación del aire debido a los motores de combustión. ¿En qué estábamos pensando?
A veces uso mi bicicleta cuando voy a ver a mis amigos. Me gusta el ejercicio y disfruto el paseo. Es algo que da un verdadero placer. Es curioso que algunas cosas no parecen perder nunca su entusiasmo: caminar, ir en bicicleta, cocinar, dibujar o cultivar plantas. Parece totalmente lógico y nos recuerda cómo nuestra cultura surgió de una estrecha relación con la naturaleza.
“Los problemas ambientales parecen lejanos”
En nuestra ciudad no pagamos ningún alquiler, porque alguien está usando nuestro espacio libre cuando no lo necesitamos. Mi sala de estar se utiliza para reuniones de negocios cuando no estoy allí.
De vez en cuando, prefiero cocinar para mí mismo. Es fácil – me traen el equipo de cocina necesario a mi puerta en cuestión de minutos. Desde que el transporte se convirtió en gratuito, dejamos de tener todas esas cosas guardadas en nuestras casas. ¿Para qué tener una máquina de hacer pasta y una sartén para crêpes llenando nuestros armarios? Simplemente podemos pedirlos cuando los necesitemos.
Esto también ha facilitado el avance de la economía circular. Cuando los productos se convierten en servicios, nadie tiene interés en cosas con una vida corta. Todo está diseñado para que dure, se pueda reparar y reciclar. Los materiales están fluyendo más rápidamente en nuestra economía y pueden transformarse fácilmente en nuevos productos.
Los problemas ambientales parecen haberse quedado en el pasado, ya que sólo utilizamos energía limpia y métodos de producción limpios. El aire está limpio, el agua está limpia y nadie se atrevería a tocar las áreas protegidas de la naturaleza porque son muy valiosas para nuestro bienestar. En las ciudades tenemos mucho espacio verde, y plantas y árboles por todas partes. Todavía no entiendo por qué en el pasado llenamos todos los espacios libres de la ciudad con hormigón.
El fin de las compras
¿Compras? Ni siquiera puedo recordar lo que son. Por lo general, sólo tenemos que seleccionar las cosas que vamos a utilizar. A veces lo encuentro divertido, y a veces sólo quiero que el algoritmo lo haga por mí. Él ya conoce mejor que yo mis propios gustos.
Cuando la inteligencia artificial y los robots se hicieron cargo de gran parte de nuestro trabajo, de repente tuvimos tiempo para comer bien, dormir bien y pasar tiempo con otras personas. El concepto de hora punta ya no tiene sentido, ya que el trabajo que hacemos se puede hacer en cualquier momento. Realmente no sé si lo seguiría llamando trabajo. Es más como tiempo de pensar, tiempo de crear y tiempo de desarrollar.
Durante un tiempo, las nuevas tecnologías sólo se usaban con fines de entretenimiento y la gente no quería molestarse con problemas difíciles. Fue en el último momento cuando descubrimos cómo usar todas estas nuevas tecnologías para propósitos mejores que simplemente pasar el rato.
“Fuera de la ciudad la gente lleva una vida diferente”
Mi mayor preocupación es toda la gente que no vive en nuestra ciudad. Los que perdimos en el camino. Aquellos que decidieron que toda esta tecnología era demasiado. Aquellos que se sintieron obsoletos e inútiles cuando los robots y la inteligencia artificial nos sustituyeron en la mayor parte de nuestros trabajos. Los que se disgustaron con el sistema político y se volvieron contra él. Estas personas viven diferentes vidas fuera de la ciudad. Algunos han formado pequeñas comunidades que se autoabastecen. Otros simplemente se quedaron en las casas vacías y abandonadas en pequeñas aldeas del siglo XIX.
De vez en cuando me enfado por el hecho de no tener una verdadera privacidad. Un sitio a donde pueda ir y donde registrarme. Sé que, en algún lugar, todo lo que hago, pienso y sueño queda grabado. Sólo espero que nadie lo use contra mí.
En general, es una buena vida. Mucho mejor que el camino al que nos dirigíamos, donde quedó muy claro que no podíamos continuar con el mismo modelo de crecimiento. Tuvimos cosas terribles: enfermedades derivadas del estilo de vida, el cambio climático, la crisis de refugiados, la degradación ambiental, ciudades completamente congestionadas, la contaminación del agua, la contaminación del aire, el malestar social y el desempleo. Perdimos a demasiadas personas antes de darnos cuenta de que podíamos hacer las cosas de manera diferente.