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Si estás leyendo este artículo seguramente estás deseando tener una vida asombrosa. Quieres estar en plena forma. Quieres ser siempre agudo, estar feliz, vigoroso y listo para coger la vida con verdaderas ganas. Quieres hacer con tu vida mucho más de lo que la gente haría en diez vidas. Te contamos cómo.

Preparar todas las noches la agenda del día siguiente

Cada noche después de finalizar el trabajo diario y tener una idea clara de las tareas del día siguiente, escribe la agenda para ese día. Eso no significa solo un listado de cosas que hacer; significa escribir un itinerario con las horas concretas destinadas a cada tarea específica.

Si comienzas a hacer esto observarás dos importantes ventajas. Por supuesto serás más productivo durante el día si sabes exactamente lo que tienes que hacer a cada hora, pero hay una ventaja menos obvia en tener la agenda organizada.

Si has planificado el día siguiente, es muchísimo más fácil disfrutar de las tardes. Cuando se fija una agenda, por la noche ya está todo hecho. Te puedes relajar y disfrutar. Puedes irte a dormir en vez de estar tumbado en la cama estresándote con todo lo que tienes que hacer al día siguiente.

Lo primero es hacer ejercicio todas las mañanas

Cuando te despiertes, lo primero que debes hacer es cinco minutos de ejercicio con peso corporal en modo circuito.

Esto conlleva ciertos beneficios. El primero y el más importante es que te ayuda a despertar cada mañana, primero proporcionándote un motivo inmediato para salir de la cama además de preparar tu sistema nervioso. Por otro lado, también te ayuda a establecer tu ritmo cardiaco durante el día, de forma que estés listo para dormir 16 horas más tarde.

Además contribuye algo a fortalecer la masa muscular y a quemar grasa. Cinco minutos al día no es mucho, pero sin embargo aporta lo mismo que hacer un día de ejercicio extra cada semana.

Pero lo que es más importante, te introduce en el hábito de hacer ejercicio y te hace asimilar la idea de que la salud es importante, además de establecer la prioridad de cuidar tu cuerpo. Cuando se hace esto todas las mañanas, resulta también mucho más fácil hacer ejercicio de forma regular.

Además, este hábito es flexible. Si se quiere quemar más grasa se puede prolongar ese ejercicio matutino. Si te encuentras de viaje o si te quieres saltar el gimnasio y hacer ejercicio antes de comenzar el día, prolonga el ejercicio de la mañana al menos hasta media hora, con una mayor variedad de ejercicios. Cuando hayas fijado este hábito, siempre conseguirás estar en forma aunque lleves una vida de locos, lo que hará que tu mente esté más despejada.

Pensar lo que comemos

Antes de comer o de beber algo que tenga calorías, párate a pensar por un momento si es beneficioso. ¿Lo quieres tomar de verdad o prefieres cambiar de opción?

Hay dos hábitos que puedes adoptar para obligarte a tener más en cuenta lo que comes, y para los dos se necesita el teléfono. El primero; puedes sacar una foto de todo lo que comes. Los estudios revelan que es bastante más eficaz hacer un diario de fotos de lo que comemos que llevarlo escrito.

Para el registro de tu dieta puedes publicar las fotos en una carpeta de Facebook o en tu cuenta de Instagram. Y además con esto parece que se consigue que la comida sepa mejor.

El segundo; puedes hacerte un selfie antes de cada comida – o mirarte al espejo si tienes uno a mano. Mirarse a uno mismo invita a la reflexión, lo que hace que realmente te des cuenta del impacto que tiene en tu salud la decisión que estás a punto de tomar.

Hagas lo que hagas, el comienzo es el mismo: puedes aumentar sustancialmente la calidad de las decisiones que tomas cada día, simplemente parándote a pensarlas durante un momento.

Si odias a alguien, debes preguntarte si te sientes inferior a él

El odio está a menudo algo motivado por un sentimiento de inferioridad secreto, en especial cuando el objeto de tu odio tiene algo que deseas – dinero, fama, popularidad, algún tipo de éxito.

¿Deseas tener más dinero – pero odias a los ricos?

¿Odias a la gente atractiva y/o promiscua pero deseas en el fondo que haya más amor en tu vida?

¿Deseas ser más “guay” pero te molestan las personas que lo son?

Nunca llegarás a ser aquello que odias. No tendrás éxito si eso significa ser “el malo”. Analiza los motivos que hay detrás de tu odio y tu resentimiento – si hay algún resquicio de envidia en ellos, sal de ese odio y trabaja en construir tu propio éxito.

Cuando odias a alguien, haz lo posible para envidiar algo de esa persona.

Si envidias a alguien – por su éxito, o por algo que tenga – tienes que envidiar todo lo que ello conlleva.

¿Tienes envidia de alguien por su dinero?

Entonces tendrías que envidiar también su duro trabajo y todas las penurias que pasó para llegar hasta ahí.

¿Desearías tener el físico increíble de alguien? Entonces también tienes que desear pasar 5 horas a la semana en el gimnasio y no beber nunca alcohol.

Cuando haces lo posible para ampliar el alcance de tu envidia y lo metes todo en un mismo paquete, pasan estas cosas. Normalmente dejarás de envidiar al otro cuando te des cuenta de los sacrificios que su éxito conlleva.

Sin embargo, en otras ocasiones pensarás que en realidad merece la pena y entonces la emoción tóxica de la envidia se transformará en algo positivo y constructivo – habrás llegado por ti mismo a un nuevo modelo de comportamiento.

Cuando alguien te irrite, retrasa tu respuesta

Cuando alguien te fastidia, no respondas inmediatamente. Si estáis juntos en ese momento, lo que hay que hacer es tomarse una pausa durante unos segundos antes de responder. Pero si estáis en Internet, ahí todo es mucho más fácil.

¿Que alguien te envía un email mezquino? ¿Te llamó idiota en Twitter? En vez de responder en el momento, intenta hacerlo unas horas más tarde. Si alguien me escribe algo que me sienta mal añado una tarea a mi agenda que sea responderle al final del trabajo o a la mañana siguiente.

Ahora, en el momento, me hago la ilusión de que le voy a poner a caldo cuando llegue la hora. Este imbécil se va a enterar. Le voy a poner fino en todo Twitter.

Pero cuando aparece en mi agenda “Responder al imbécil en Internet”, mi ira ya habrá desaparecido. El 10% de las veces escribiré una respuesta calmada y razonable. El 90% de las veces me daré cuenta de que no debo prestarle ni la más mínima atención, y en vez de hacerlo me pondré a trabajar y me daré una palmadita en la espalda por ser tan productivo.

Lo mejor de todo, con el tiempo te das cuenta de que eso es lo que siempre pasa y que incluso dejas de pensar que tu enfado te va a durar. Llegados a este punto, cuando alguien me insulta, mi reacción habitual es una breve ráfaga de ira, seguida de un regocijo porque sé que ese enfado fue algo desproporcionado y no va a durar. Con más práctica, espero hasta que mi explosión inicial termine desapareciendo.

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