Cómo el hecho de ser demasiado eficaz, quedarse trabajando hasta tarde o ser demasiado comunicativo puede funcionar en tu contra.
Pasamos la mayor parte de nuestras vidas en el lugar de trabajo, trabajando lado a lado con compañeros que vemos más a menudo que a nuestros amigos, realizando tareas para los superiores a los que vemos más que a nuestros padres.
Es lógico que queramos causar una buena impresión en aquellos con los que entramos en contacto tan a menudo. Pero en nuestra búsqueda por ser el mejor empleado, no solemos darnos cuenta de algunos de los rasgos positivos por los que la gente nos elogia, en realidad podrían ser perjudiciales para nuestra carrera.
Estas son cinco cualidades positivas a primera vista, cuyo uso excesivo puede provocar el efecto contrario al que estamos buscando.
El mártir que se queda hasta tarde
Siempre hay al menos una persona en todos los trabajos que es la última en apagar las luces después de que todo el mundo se haya ido. Algunas de estas personas creen que quedarán bien ante su supervisor si los ven haciendo ese sacrificio extra, pero no es así.
A los compañeros no les suele gustar este comportamiento, porque ellos no están dispuestos a trabajar hasta tan tarde, y este tipo de personas creen de forma errónea que el jefe los recompensará por ello. Sin embargo, los supervisores no están interesados en cuánto tiempo trabajas – para ellos es más importante el resultado. Si estás trabajando hasta tarde en un proyecto que es comparable a un proyecto que otro compañero terminó más rápido, puede que te vean como alguien que simplemente tiene malas habilidades para la gestión del tiempo, un trabajador lento o alguien que deja las cosas para el último momento.
Trabaje hasta tarde solo si tienes que hacerlo. Aquellos que respondan a los correos electrónicos de trabajo enviados por su jefe por la noche o toman la iniciativa en proyectos de última hora donde se esperan largas horas de dedicación, demostrará su valor para la empresa. Pero trabajar hasta tarde por aparentar no te llevará lejos en absoluto.
El multitarea
Esta es la persona que está escuchando en una conferencia telefónica, mientras escribe en su ordenador para terminar un proyecto no relacionado. Terminan un aspecto de una tarea en particular y luego trabajan en otra, sin llegar a completarla nunca.
Cuando divides tu atención entre varias tareas, a menudo sacrificas la eficiencia y la precisión. Podrías tardar más tiempo en completar una tarea, ya que trabajas en cinco simultáneamente. Y dado que cambias de marcha constantemente, podrías cometer errores en varias tareas que te fueron asignados, lo que te obliga a tomar más tiempo para corregir esos errores.
Los empleadores quieren que te encargues de cuatro tareas y las completes en un día, pero también quieren que las lleves a cabo a la perfección, todas ellas. En lugar de trabajar en esas cuatro tareas al mismo tiempo, sería más beneficioso dedicarle toda tu atención a cada tarea individualmente, comenzando con la tarea más difícil y pasando gradualmente a lo más sencillo.
El empleado eficiente
Los empleadores puede que no estén de acuerdo cuando lean esto, pero ser demasiado eficiente en ciertos puestos de trabajo podría ser perjudicial para tu carrera. Esta es una zona gris, porque algunos estarán de acuerdo y otros no. Pero esto no se aplica a todos los trabajos.
Vamos a tratar de explicar esto con un ejemplo: Supongamos que en una oficina hay un empleado que lo termina todo demasiado rápido. Termina todas sus tareas y debe asumir tareas adicionales porque sus colegas se han quedado rezagados. Si la recompensa por terminar tu trabajo pronto es más trabajo, entonces ¿para qué molestarse? Especialmente si no vas a recibir un aumento o promoción en un futuro próximo. Y si no hay trabajo extra, pero completas tu tarea a las 3, aún te quedan dos horas para finalizar tu jornada de trabajo.
Pregúntate esto: ¿Recibes una recompensa por hacer un trabajo rápido? Si no es así, recuerda el dicho – trabaja de forma más inteligente, no más duro.
El goloso
A esta persona le encanta comprar donuts, pasteles y galletas para sus compañeros. ¿A quién no le gustan los dulces? Tendrías que estar loco para enfadarte con alguien que te compra galletas. Pero hay un inconveniente.
Cuando compras donuts para la oficina, no estás respetando las dietas de la gente. Y aunque no es tu trabajo prestar atención a las cosas que tus compañeros pueden o no pueden comer, estás corriendo el riesgo de hacer que algunas personas se enfaden contigo porque estén intentando perder peso o por aislarlos debido a una alergia a ciertos alimentos.
Observa cómo funciona tu oficina. Si trabajas en un lugar que tiene una mesa con aperitivos y la gente regularmente trae tentempiés para sus compañeros de trabajo, entonces deberías participar en la cultura de la oficina. Si te gusta traer dulces, pero notas que algunas personas no parecen contentas con este comportamiento por razones de dieta, cámbialo un poco y trae un plato de verduras de vez en cuando. Y si tus supervisores parecen molestos por tus sutilezas, no los irrites más por continuar con esa práctica. En su lugar, invita a un compañero de trabajo a almorzar o tomar un café con otros para disfrutar de ese tiempo en común de una manera diferente.
El compañero popular
Es la persona que no puede ir por un pasillo sin detenerse a hablar con todos los compañeros de trabajo que se cruza. Chocar las manos, asentir con la cabeza, y apuntar a las personas son algunos de los comportamientos que se observan en los compañeros de trabajo populares. En principio puede que no parezca algo terrible, pero a veces una sociabilidad excesiva puede resultar un inconveniente.
Los efectos secundarios de ser popular incluyen hablar más de la cuenta. Tal vez dijiste la verdad acerca de dónde estabas realmente ese día que llamaste diciendo que estabas enfermo, o tal vez le dijiste a alguien algo de lo que pasa en tu vida personal que los supervisores podrían considerar una bandera roja cuando se trata de asignaciones importantes o promociones.
También podrías molestar a los compañeros de trabajo al intercambiar información sobre los sueldos, lo que a su vez irritará a los supervisores. Y, por muy triste que parezca, algunos jefes se sienten amenazados por empleados que se vuelven demasiado populares.
Ser popular era un gran título en el instituto, pero el trabajo no es la escuela, así que ten cuidado al tratar de hacer demasiados amigos en la oficina. A veces es mejor pasar desapercibido.