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Existen muchos consejos sobre cómo ganar dinero, pero no tantos sobre cómo mantenerlo, que es igual de importante.

Hice todo tipo de cosas en la facultad para ahorrar. Comí enormes cantidades de fideos ramen como forma barata de aporte calórico. Compartí un pequeño apartamento con otras siete personas para que el alquiler no superara el límite de 100 dólares mensuales. Asistí a todo tipo de eventos en la facultad solo porque ofrecían comida gratis. Me dediqué con astucia al mercado de libros para poder ahorrar en los míos, intentando conseguir otros en buen estado para revenderlos después.

Esos esfuerzos me ayudaron a mantener mis préstamos universitarios bastante más bajos y me ayudaron a superar meses con ingresos muy precarios después de mi carrera universitaria. Vivía con muy pocos ingresos y me las arreglé para comer, tener un sitio donde vivir e incluso de vez en cuanto contar con algo de dinero para mi ocio.

Todo cambió cuando me gradué y comencé a ganar un buen sueldo. Mi gasto se disparó como un cohete. Cambié todo mi armario. Me compré muchos dispositivos nuevos. Me mudé a otro apartamento. Pasé de desplazarme en bici, y de vez en cuando en transporte público, a poseer un flamante coche. Comencé una variedad de colecciones.

Pero si miro hacia atrás y veo todo el desorden, tengo claro que habría evitado muchos años de angustia si simplemente hubiera mantenido la misma austeridad de la universidad durante los años posteriores a esta.

Así que hagamos como si tuviera una máquina del tiempo y pudiera volver atrás y hablar con mi propio yo, justo en la cúspide y ganando mucho más. ¿Qué le habría dicho?

Uno debe preguntarse constantemente si le importará todo esto cuando sea mayor

Cada vez que gastas dinero debes detenerte un momento y situarte en el futuro – 10, 20 o 30 años en el futuro.

¿Te importará haberte gastado todo ese dinero en ese artículo? ¿Contribuirá esa compra de forma realmente positiva en tu vida, especialmente si la comparamos con no realizarla o comprar algo más barato?

Cuando tengas la tentación de gastar más en algo, de lo que te habrías gastado en otros tiempos, detente y hazte esta pregunta.

Si estás comiendo en un sitio caro en lugar de preparar una sencilla comida en casa, ¿ese gasto afectará positivamente a tu vida? ¿Y qué pasaría si vas todos los días a comer allí y gastas 10 dólares en vez de traerte la comida al trabajo? ¿Cómo imprime ese gasto un valor a tu vida que dure dentro de veinte años?

Si estás pensando en comprar un artículo de ocio en vez de sacar más partido a la diversión que te produce el que ya tienes, o en vez de pedirlo prestado a la biblioteca o a otra persona, ¿qué valor obtienes de esa compra? y ¿vas a seguir disfrutando de ese valor dentro de diez años? Esto no quiere decir que no debas gastar dinero en cosas que te divierten ahora, pero la realidad es que muchas de las cosas que tengan un impacto positivo en tu vida dentro de veinte años, también deben merecer ahora la pena.

Distribuye de forma automática parte de tu renta desde el principio

Cuando se tiene dinero parado en la cuenta de ahorro puede ser tentador gastarlo en algo que parezca atractivo. Esto atiende al antiguo proverbio; el diablo da trabajo a los ociosos. Se trata de dinero parado y probablemente terminará siendo gastado en alguna tontería.

La solución a este problema es tener destinado cada dólar que entra a un objetivo concreto, y después poner en marcha procedimientos para poner a trabajar ese dinero con el menor esfuerzo posible.

Pero ¿cómo se puede destinar cada dólar a algo concreto? La clave es planificar el gasto. Siéntate y elabora un plan de adónde quieres que vaya todo tu dinero.

Digamos que encuentras un trabajo con el doble de lo que te pagan ahora. Fantástico, ¿eh? Antes de meterte de lleno y empezar a ver circular todo ese dinero, siéntate y prepara el plan mensual. ¿Cómo vas a gastar tus ingresos? ¿Alquiler? ¿Transporte? ¿Servicios? ¿Fondo de emergencia? ¿Ahorros para la jubilación? ¿Devolución rápida de deuda? ¿Comida? ¿Hobbies? ¿A dónde va a ir a parar todo ese dinero?

Después, cuando hayas pensado dónde irá destinado todo ese dinero, automatiza todos esos pagos en cuanto comiences a obtener los ingresos extra. Domicilia el pago a tus cuentas de jubilación. Domicilia el pago de tus facturas. Domicilia la transferencia para el fondo de emergencia. De esta forma, cada dólar que tengas irá a parar al destino previsto por sí solo, sin tener ni siquiera que pensar en ello.

Esto te dejará una pequeña reserva de liquidez para gastos más flexibles – como comida, ocio y aficiones – que podrás gastar como consideres.

No abandones los entretenimientos solo porque sean “baratos”

Cuando estaba en la universidad solía pasar horas paseando. Paseaba por la ciudad y descubría algo nuevo cada vez. Caminaba por el río. Caminaba por los barrios nuevos. Descubría maravillosas zonas tranquilas por los senderos del gran parque de la ciudad que solía frecuentar. Muchas veces sacaba un libro de la biblioteca y volvía allí para pasar horas leyéndolo.

Cuando comencé a ganar más, decidí que ya no tenía tiempo para hacer esto. Comencé a ir al gimnasio en su lugar como sustitución de forma de ejercicio. Comencé a comprar libros. Empecé a salir siempre con los colegas de la profesión y a gastar mucho dinero.

Eso parecía lo correcto en aquel momento, pero la verdad del asunto es que todo eso era completamente efímero. Tengo muchos más recuerdos – y he recibido bastante más satisfacción a largo plazo – de esas tardes caminando por las sendas, leyendo libros en un árbol y solo explorando – de los que jamás me proporcionaron las cosas que me costaron bastante más dinero.

Así que, ¿qué hago ahora cuando tengo una tarde libre? Voy de excursión y muchas veces saco un libro de la biblioteca y lo meto en mi mochila. Si tengo una hora o dos libres en esa excursión, busco un sitio agradable en un tronco caído y leo mi libro.

Esta es la clave: Solo porque aumenten nuestros ingresos no hay por qué cambiar los hábitos que realmente nos hacen felices en la vida. Hay que seguir disfrutando de las cosas que nos gustaban antes, cuando el presupuesto era bajo. Si te gusta un hobby, continúa disfrutando de él igual que siempre.

Controla tu deseo de adquirir cosas

Hablando de hobbies, puede ser muy tentador empezar a adquirir muchas cosas para tus hobbies, que no puedes permitirte. Te gusta leer y ¡por fin tienes dinero suficiente para comprar muchos libros! Te gustan los juegos de mesa y ¡por fin tienes dinero para un buen paquete de ellos! Te apasiona la destilación de cerveza casera y ¡por fin puedes permitirte comprar un quemador de propano y una cuba de maceración!

Aunque está bien derrochar un poco al principio para comprar las cosas que tanto tiempo llevamos deseando, no debemos dejar que esto se convierta en algo habitual. Lo mejor es fijar un presupuesto para las aficiones – que sea algo mayor del que se tenías antes, pero nada astronómico – y ceñirse a él. Gasta solo esa cantidad al mes en tus hobbies y si tienes en mente una gran compra “ahorra” para ella añadiendo una cantidad durante unos meses a tu presupuesto hasta que reúnas lo necesario para adquirirla.

Las cosas funcionan igual para casi todo tipo de gastos. Aunque debemos estar en el mercado para sustituir y mejorar lo viejo, no hay por qué mejorar las cosas solo por mejorar. Cuando compramos artículos mejores, debemos centrarnos en las opciones de “mejor calidad-precio” – por ejemplo, Honda y Toyota son estupendos fabricantes en cuestión de “calidad-precio”. Tu enemigo número uno es su deseo de acumular. Contrólalo con presupuestos y preguntándote constantemente si esa compra aporta realmente algún valor a largo plazo a tu vida, o si solo te satisface a corto plazo. Si es así, evítalo o busca una versión más asequible de ese producto.

No quieras ser un “superhéroe”

Una tendencia que suele observarse en la gente que ve que su renta aumenta es que desean ser “superhéroes”. Quieren ser los que invitan a todo, los que dejan la mayor propina, los que den la fiesta más alucinante.

¿La verdad? A la gente que se beneficia de todo esto no le importa en absoluto.

Esa es la verdad. Todos esos gastos son para tu propia satisfacción. Te sirven para sentirte mejor en tu interior. Los demás te pueden dar las gracias, pero no va a producir un impacto duradero en ellos ni les va a impresionar, sobre todo no de la manera que deseas.

No te hagas el “superhéroe”. Preocúpate por ti mismo y por tus obligaciones y deja a los demás gestionar las suyas. Ahorra tu generosidad para momentos en los que alguien necesite realmente ayuda, y son esos momentos de tu tiempo los que suelen ser el regalo que de verdad importa.

No desprecies las marcas blancas

Algo de lo que pude darme cuenta durante mi transición de estudiante de facultad con renta baja a profesional con ingresos mucho más altos, es que pasé casi de forma involuntaria de comprar marcas blancas y baratas en las tiendas a comprar primeras marcas. Dejé de meter en el carro jabón de manos de marca blanca para comprar marcas “de calidad” con aromas raros. Dejé de comprar leche de marca blanca y comencé a comprar leche mucho más cara de una central “de primera”. Y así sucesivamente con todo.

Esta es la clave: si un producto satisface nuestras necesidades, no hay literalmente razón alguna para comprar la marca “superior”. No nos va a ofrecer nada extraordinario si nuestras necesidades están cubiertas. Por la misma razón, si un producto no cubre nuestras necesidades, tampoco vamos a solucionarlo necesariamente con “primeras marcas”.

Este es realmente el momento de observar las comparaciones publicadas en los Informes del Consumidor. ¿Cuál es el papel de cocina de mejor calidad-precio? Compra ese en vez de la primera marca, más cara, si no estás contento con tu papel de cocina.

No rechaces las “marcas blancas” solo porque no sean las caras. No cambies a un producto más caro sin necesidad y ten en cuenta antes las opciones con la mejor “calidad-precio”.

Apunta a la comodidad, no a la alegría o la felicidad

En definitiva, lo primero que hay que recordar es que las cosas no dan la felicidad.

La felicidad continua es el resultado de una vida cómoda, y un ciclo en el que se adquieren cosas continuamente, o en el que se gasta dinero en nuevas experiencias no compra la comodidad. Compra breves brotes de felicidad que se desvanecen con rapidez. Es mucho mejor construir una vida cómoda de la que la felicidad emerge de forma consistente y natural.

Hacer cosas como si fueras un “superhéroe” e invitar siempre en las cenas no te traerá una felicidad duradera. Comprar artículos de primera marca en el supermercado no te dará la felicidad continua. Gastar cada vez más dinero en cosas que hacer cuando se tienen cosas sin acabar en casa, no te dará la felicidad continua.

El único camino hacia lo más parecido a la felicidad continua es a través de una vida cómoda que te proporcione una base fértil para que la felicidad emane de forma natural.

No puedes comprar esas cosas en una tienda. Solo se consiguen con las cosas que te funcionan en la vida, aunque tus ingresos aumenten. Solo puedes conseguir la comodidad si eliminas las cosas estreantes, no gastando dinero en breves brotes de felicidad. Continúa siendo austero cuando tus ingresos crezcan. No te arrepentirás nunca si lo haces con cabeza.

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