Guía para los que quieren beber en la ladera de una montaña y degustar platos locales.
Hay quien planea su día de esquí pensando en bajadas por lugares escondidos y pistas negras. Otros traman el viaje más directo del remonte al bar. Actualmente las dos estrategias son casi mutuamente exclusivas.
Los mejores bares après ski solían concentrarse en Europa, pero el fenómeno de reclamo universal de beber en lo alto de una montaña degustando comida local y dando rienda suelta al increíble bailarín que hay en tu interior, tiene su sitio en todos los rincones de altitud del mundo. Y al contrario de las pistas, pasarlo bien en estos bares no depende del cada vez más impredecible tiempo. Con nieve o no, la fiesta continúa.
Teniendo todo esto en cuenta, hemos cerrado la lista de los mejores lugares del mundo para correrse una juerga después esquiar, desde Suiza hasta Argentina.
MooserWirt, St. Anton, Austria
Hacia el tramo final de la pista azul nº 1 de St. Anton - la bajada principal hacia la villa de St. Anton - se encuentra el rey del mix de MooserWirt’s, DJ Gerhard, que ameniza a los esquiadores desde la pista hasta la fiesta con el mix que lleva su firma de los hits del Europop, y de himnos schlager alemanes. Este estridente bar sirve la mejor cerveza por metro cuadrado en Austria; la verdad es que sus cañeros están tan repletos que se rumorea que se extienden 10 metros de extremo a extremo. En este antiguo caserío, los extraños se unen abrazados bailando con sus botas de esquí bajo la bola de discoteca. Fuera, la multitud de esquiadores un poco entonados alborozan mientras intentan bajar la cuesta de 500 metros que conduce al pueblo.
Garibaldi Lift Co., Whistler, Columbia Británica
Este tranquilo enclave après ski en lo alto del Whistler Gondola, tiene tanta gente guapa que ver, que hasta los esquiadores más profesionales son conocidos por pasar en el último remonte y presumir de tener derecho a un asiento en su patio. El ambiente tipo Cheers, música en vivo y sus hamburguesas monstruosas atraen a los locales, y ¿qué es lo que les mantiene? Las copas como el Cowboy Caesar: un Bloody Mary canadiense con borde de especia de bistec y acompañado de charque.
Bar Gyu+, Niseko, Japón
Realmente difícil de encontrar, el Bar Gyu+ está escondido en Yotei Zaka Street, justo en la carretera principal de la villa de Hirafu. Su estrafalaria entrada, una puerta de máquina expendedora vintage de Coca-Cola oculta detrás de los bancos de nieve, conduce a un acogedor bar con sala de estar donde sus sofisticados barman vestidos con chaleco y pajarita sirven whiskies japoneses, bebidas artesanas locales y sus demandados cócteles. Suave música de jazz y un cómodo menú de picoteo, con patatas fritas con ajo shoyu y alitas de pollo, hacen de este un lugar en Niseko un sitio al que ir tras desengancharse de las pistas.
Cloud Nine, Aspen, Colorado
Los juerguistas que acuden a esta cabaña de guardas patrulleros reformada, consumen (y se rocían) tanto champagne todas las temporadas que hacen la mayor caja en América de Veuve Cliquot. Situado a 3.400 metros de altura en las Montañas de Aspen, es el enclave americano que más se aproxima a un escenario après ski de estilo europeo. Los dos turnos diarios (a media noche y a las 2 de la mañana) comienzan con una raclette y terminan con los comensales bailando encima de las mesas a Justin Bieber. En esos días de esquí de cielo azul, la fiesta se dispersa alrededor del porche. Un consejo: reservar con una semana de antelación - dos si está en la ciudad durante los fines de semana de temporada alta.
La Folie Douce, Val d’Isère-Tignes, Francia
Es como las Vegas en los Alpes: La Folie Douce es a partes iguales cabaret, club nocturno y un teatro con bebidas alcohólicas. Probablemente es el único bar del mundo que cuenta en su personal con un coreógrafo, un director creativo, un compositor, acróbatas, saxofonistas y bailarines. Desde que abrió sus puertas en 1980 en lo alto del remonte de Val d’Isère’s Daille, sus propietarios han intentado replicar el concepto en otras cinco ubicaciones en Francia - pero la original, con muchedumbres de esquiadores ataviados en sus trajes de esquí, no tiene rival. Si la multitud te quita el sitio, reserva en el porche VIP donde las botellas de Château Peyrassol se sirven con un mini remonte.
Mute, Bariloche, Argentina
El bar más de moda situado en la base de la estación de esquí de Cerro Catedral, Mute (pronunciado moo-tay), atrae a una estupenda multitud de jóvenes con sus fiestas patrocinadas por su marca de licor y ambiente acogedor. Los snowboarders y esquiadores se sacuden a un lado sus trajes cubiertos de nieve (incluidas las botas) y se tumban en los sofás para tomarse Quilmes (la contrapartida argentina a la Budweiser) y Fernet con Coca-Cola, mientras ojean los deportes en las múltiples pantallas de televisión. Después, a la hora del crepúsculo, las bandas en vivo dan paso a los Dj y Mute se torna en el único club nocturno legal de la zona de esquí.
The Bavarian, Taos, Nuevo México
Un salón de cerveza alemana en las pistas de Nuevo México suena sospechoso, pero confía en nosotros, después de abordar las legendarias pistas del Taos Ski Valley, no hay nada como un stein of hefeweizen y brat. Situado en la base del remonte 4, The Babarian te transportará a los Alpes con su música Oompah tirolesa y el atuendo de su personal de minifaldas dirndls y lederhosen. Las cervezas se importan directamente de Alemania, incluso los brebajes de hace siglos que son tan difíciles de encontrar. (Pide la doble bock de Klosterbrauerei Weltenburg, la bebida más antigua de Baviera). Siéntate en una mesa comunitaria en el concurrido porche y seguro que se va de allí con nuevos amigos, sobre todo si les ofrece su strudel de manzana.
Henu Stall, Zermatt, Suiza
Cuando desciendes por el tramo final de la pista Furi-Zermatt, se oyen los golpes de ritmo de la banda de Hennu Stall antes de llegar a ver su vieja caseta après ski. Un camino de esquíes y bastones apoyados, conducen al bar, donde la gente toma su primera copa y se mueve bajo una sombrilla gigante a rayas. La bebida elegida: chupitos de Jäger servidos en unos esquíes vintage de un metro de largo. Dentro, este bar de dos niveles se asemeja a un cobertizo convertido en discoteca, donde los esquiadores gritan a los cuatro vientos himnos pachangueros universales como YMCA y Yellow Submarine.
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