7 formas de convertir el estrés en motivación
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Las personas de éxito son capaces de conseguir que el estrés se convierta en una herramienta útil para ellas.

El estrés crónico nos suele dejar abrumados y atascados en una mentalidad negativa que nos agota mental y físicamente. Las situaciones estresantes nos hacen sentir impotentes, sin embargo, el estrés es una parte inevitable de nuestras vidas. Usado de manera efectiva, puede ayudarnos a conseguir cosas de las que no nos creíamos capaces. El estrés puede impulsarnos para alcanzar nuestro potencial. Sin estrés, nos sentiríamos perdidos y sin propósito.

Sin embargo, mientras que un poco de estrés puede ayudarnos a mantenernos motivados, el estrés crónico puede dejarnos irritables, deprimidos, distraídos y ansiosos. Aprende a gestionar el estrés dentro de esa delgada línea. Estas siete estrategias te ayudarán a convertir hasta la situación más estresante en una oportunidad de éxito.

1. Comprende que el estrés nos ayuda a funcionar

No todo el estrés es malo. Existen diferentes tipos de estrés, y algunos sirven para un propósito importante. El “buen estrés”, al que los psicólogos llaman “eustress”, es el estrés que sentimos cuando estamos entusiasmados con algo.

Por ejemplo, es la emoción que sientes cuando consigues tu primer gran cliente: estás entusiasmado, pero también eres consciente de que tienes mucho trabajo por delante. Este es el tipo de estrés que podemos sentir cuando nos montamos en una montaña rusa o cuando vamos a nuestra primera cita. Nos da el tipo de emoción que nos hace sentir vivos, inspirados y apasionados.

También existe el estrés agudo, que se produce cuando algo nos sorprende o nos pilla desprevenidos. El estrés agudo es la respuesta del cuerpo para asegurarse de que reaccionas y tomas las medidas necesarias para lidiar con esa situación inesperada. Esta es la sacudida que necesitamos para hacer frente a cualquier cosa que surja, ya sea buena o mala.

El estrés agudo no tiene efectos negativos duraderos si lo tratamos rápidamente. Una vez que el factor estresante ha sido tratado, nuestro cuerpo puede volver a un estado de preestrés feliz y saludable.

2. Construye tu resiliencia

El estrés es fundamental para que funcionemos de forma eficaz. Sin un poco de estrés, seríamos menos productivos y estaríamos menos motivados para hacer las cosas. Acepta el estrés como algo que te ayuda a desarrollar la resiliencia.

La resiliencia es la forma en la que gestionamos el estrés de manera efectiva para así recuperarnos después de un momento difícil. Cuando nos enfrentamos a situaciones que provocan tensión, aprendemos a enfrentarnos a la adversidad, a hacer frente a nuestros asuntos importantes y a superar problemas. Aprendemos a formular planes realistas y a llevarlos a cabo.

8 maneras de lidiar con el estrés

Lidiar con el estrés agudo te ayuda a desarrollar las habilidades para la vida que necesitas para tener aún más éxito. Nadie tiene éxito sin asumir una multitud de situaciones estresantes y aprender a gestionar sus sentimientos en el calor del momento. A medida que aprendemos estrategias para trabajar en situaciones estresantes, también ganamos confianza en nosotros mismos así como una comprensión más profunda.

3. Hazle frente al estrés crónico

Aunque algo de estrés puede ser positivo, existen algunas formas problemáticas de estrés que afectan de forma negativa a nuestra salud mental y física. Incluso el “buen estrés” abandonado durante demasiado tiempo puede convertirse en un mal estrés.

Se trata de un estrés crónico, que persiste durante un período de tiempo prolongado. El estrés crónico puede ser debilitante y nos deja abrumados, ansiosos y exhaustos. Puede provocar insomnio, presión arterial alta y un sistema inmunológico debilitado. Este tipo de estrés está asociado con enfermedades cardíacas, depresión y obesidad.

Es de vital importancia que encuentres estrategias para hacerle frente al estrés de manera saludable antes de que estos problemas se conviertan en un gran problema. Aprovecha tu sistema de apoyo para comunicarte con tus amigos y seres queridos. Con la ayuda de otras personas, podrás enfrentarte a los desafíos y problemas de frente. Hacerlo te dará una sensación de logro y resolución.

4. Reconoce tus límites

La regla de oro para hacerle frente al estrés es saber cuándo decir que no. Tienes que aprender a abstenerte de aceptar más compromisos de los que eres capaz de gestionar. Por supuesto, esto es más fácil decirlo que hacerlo, ya que a nadie le gusta decir que no. A la mayoría de nosotros nos gusta pensar que somos capaces de llevarlo todo para adelante. Sin embargo, cuando abarcamos demasiado, nos abrimos a problemas mayores y al estrés crónico.

Cuando somos cuidadosos y reflexivos con nuestros compromisos, nos estamos proporcionando el espacio necesario para hacerle frente a situaciones estresantes y recuperarnos de ellas. Debemos aprender cuáles son nuestras limitaciones y establecer límites para asegurarnos de mantener las obligaciones no esenciales fuera de nuestro alcance. No te mates intentando hacer feliz a todo el mundo. Sé consciente de tus límites y date espacio para trabajar lo mejor que puedas.

5. Determina lo que puedes controlar

Una verdad universal sobre la vida es que no tienes control sobre la mayoría de las cosas que te suceden. Tómate un momento para pensar en las cosas que controlas. La realidad es que hay muchas cosas que están completamente fuera de tu control, pero de hecho, lo único que puedes controlar es a ti mismo y tus acciones. Tienes influencia sobre una variedad de otras cosas, pero solo puedes controlarte completamente a ti mismo. Así que mantén el control de ti mismo y no culpes a los demás por tus acciones.

Aprende a dejar que las cosas sucedan

Tu actitud y la mentalidad que proyectas es cómo influyes en las situaciones, para bien o para mal. Para tener éxito y ser feliz en la vida, usa tu energía efectivamente para crear situaciones que te funcionen, mientras reconoces que no lo controlas todo. Acepta cuando las cosas no funcionan y entiende que estás haciendo todo lo que puedes.

6. Diferencia entre rumiar y resolver problemas

No es útil repetir constantemente las interacciones negativas y las conversaciones hirientes, y permitirse pensar en situaciones y resultados adversos. Por otro lado, resolver un problema y aprender de los errores es absolutamente necesario para tener éxito.

Así que, cuando te encuentres atascado en algo y no dejes de repetirlo en tu mente una y otra vez, pregúntate si estás rumiando o si realmente estás resolviendo problemas. ¿Está examinando las lecciones aprendidas o fijándote en un tema? Asegúrate de que estás centrado en buscar soluciones, pensando en formas de solucionar un problema o de evitar que los problemas se vuelvan todavía más graves.

Si estás siendo productivo, ¡continúa! Pero si estás atascado en un bucle de pensamiento negativo, es hora de cambiar. Cambia tu actividad y concéntrate en otra cosa: este es un uso más efectivo del tiempo y te ayudará a mantenerte en el camino hacia el éxito.

7. Encuentra la oportunidad

El estrés es generado por lo impredecible. En su esencia, el estrés es indicativo de cambio, algo está sucediendo y uno se ve obligado a responder a esa demanda. Cuando te encuentres bajo estrés, reconoce que estás enfrentándote a nuevos desafíos y situaciones que podrían llevarte en una nueva dirección.

Intenta prepararte para ver el estrés como una oportunidad y aprovéchala a tu favor. El estrés puede ayudarte a aceptar el cambio y hacer las modificaciones necesarias. Las situaciones estresantes nos obligan a hacer ajustes, innovar y ser creativos.

Echa un vistazo a tu vida. Algunos de tus logros más significativos probablemente han sido el resultado de circunstancias estresantes que te han obligado a transformarte de alguna manera. Al cambiar tu forma de pensar y ver el estrés como una puerta hacia nuevas soluciones y oportunidades, cambiarás el concepto de un problema por el de una posibilidad. No permitas que el estrés te detenga.

Encuentra formas de aprovechar esa tensión interna; crea nuevos caminos y haz nuevas conexiones. Utiliza el estrés como un catalizador para el cambio necesario y la oportunidad de crear circunstancias más favorables.

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