9 señales de que eres adicto al trabajo

Lo entendemos - en algunas ocasiones la vida puede parecer una locura, y el trabajo puede ser abrumador. Todos hemos pasado por eso: Te quedas hasta tarde en la oficina, contestas llamadas durante las vacaciones o te pierdes eventos familiares porque tienes un proyecto importante que acabar.

Sin embargo, también hay algunas personas que se quedan hasta tarde todos los días, nunca desconectan durante las vacaciones y no tienen un sentido del equilibrio entre el trabajo y la vida privada. Esas personas son simplemente adictas al trabajo. Cuando eres una de ellas, te sientes avergonzado por tomarte tiempo libre o por dar prioridad a otras obligaciones por encima de tu trabajo. Un adicto al trabajo es una persona que pone su trabajo primero, siempre, y quiere que todos lo sepan para demostrar lo realmente trabajador que es.

Sin embargo, ser adicto al trabajo no es para nada bueno, ya que esto suele provocar agotamiento, y puede afectar de forma negativa a otras áreas de tu vida como tu vida social, incluyendo tus amistades y relaciones.

Estas son 9 señales de que eres adicto al trabajo.

No importa la hora del día (o de la noche) o la naturaleza del correo electrónico, siempre respondes. Deseas que tu jefe y/o compañeros sepan que estás trabajando las 24 horas del día, y que siempre estás disponible para responder a los correos electrónicos sea la hora que sea.

Nunca te tomas la hora de comer para salir a disfrutar de un buen almuerzo en un restaurante. En su lugar, te preparas la comida para poder calentarla rápidamente en la cocina de la oficina y comer en tu escritorio mientras sigues trabajando.

A pesar de que tienes vacaciones pagadas, nunca las usas. Te da miedo la cantidad de trabajo que se puede acumular para cuando vuelvas, y además, no quieres que tu jefe piense que eres un vago. Prefieres parecer un adicto al trabajo, de hecho, es algo de lo que te enorgulleces.

Ni siquiera cuando estás de vacaciones eres capaz de desconectar totalmente del trabajo. Después de todo, no deseas que tus compañeros de trabajo o gerentes piensen que no eres de fiar, ni siquiera durante tus vacaciones.

Siempre te encargas de todo el trabajo tú solo debido a que no confías en que los demás sean capaces de ayudarte. Así que, en lugar de pedir ayuda, te ahogas en el trabajo. Además, no tienes ningún inconveniente en decirle a tus compañeros lo mucho que tienes que hacer mientras rechazas sus ofertas de ayuda.

El hecho de que otros compañeros de trabajo se tomen días libres, aunque sea por razones importantes, como pueden ser problemas familiares, te molesta. Nunca pondrías la vida por encima del trabajo. Un equilibrio entre el trabajo y la vida privada no es un término de tu vocabulario.

Trabajas las 24 horas del día, todas las horas del día. Eres el primero en llegar a la oficina y el último en irte, y todo el mundo lo sabe, ya que no te da vergüenza contárselo a todo el mundo.

A pesar de haber contraído una enfermedad como la gripe, por ejemplo, vas a a trabajar de todos modos. Tienes demasiado que hacer para permitir que una enfermedad tonta se interponga en tu trabajo, incluso si eso significa arriesgar la salud de todos los que te rodean.

Tu trabajo es lo primero, pase lo que pase. Y quieres que todo el mundo lo sepa. Esa es la razón por la que nunca puedes asistir a almuerzos, fiestas de oficina, o cualquier otra cosa, incluso con tus compañeros de equipo porque, mientras ellos se divierten y se conocen más, tú estás trabajando, por supuesto.