10 formas en las que tu casa está afectando a tu salud
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Todos asociamos la palabra "hogar" con felicidad. Sin embargo, si eres como la mayoría de los mortales, algunas cosas de tu casa podrían estar jugando en contra de tu salud.

Los científicos han estado observando las causas de la obesidad y las enfermedades crónicas, y algunos han descubierto que ambas enfermedades pueden verse exacerbadas por la forma en la que organizamos y nos relacionamos con los espacios en los que vivimos. Sin embargo, haciendo algunos cambios sencillos podemos romper nuestros malos hábitos en el hogar.

A continuación te mostramos una lista de cómo tu casa podría estar perjudicándote, junto con consejos para reorganizar tu hogar con el objetivo de mejorar tu salud e incluso perder peso.

1. Tus cocina está llena de calorías vacías

"Ya sea helado, galletas, caramelos, patatas fritas u otros artículos, el mero hecho de saber que los alimentos que te hacen engordar están en la cocina o en el escritorio de tu oficina puede acabar con cualquier programa de alimentación saludable", dice Christine M. Palumbo, dietista y consultora de comunicaciones de nutrición. "Esto es especialmente cierto entre las 3 p.m. y la hora de acostarse, cuando los antojos tienden a ser más fuertes".

Una de las mejores formas de superar un antojo es mantener los alimentos tentadores fuera de casa. ¿No te imaginas echando tus galletas favoritas de casa para siempre? Leah Kaufman, dietista registrada con sede en la ciudad de Nueva York, sugiere que raciones individualmente los alimentos que sueles comer en exceso. Si sabes que cada bolsa de galletas tiene 150 calorías, es menos probable que vuelvas a comerlas más tarde.

2. Estás dejando entrar demasiada luz en tu dormitorio

Cada vez más estudios confirman la relación entre una buena noche de sueño y un peso saludable. De acuerdo con una nueva investigación publicada en el American Journal of Epidemiology, los participantes de la investigación que dormían en las habitaciones más oscuras tenían un 21% menos de probabilidades de ser obesos que los que dormían en las habitaciones más iluminadas. Esa conexión está asociada a la principal hormona del sueño producida por nuestros cuerpos, la melatonina. Cuando mejor duermas, más peso perderás.

3. Tienes el dormitorio lleno de dispositivos electrónicos

Un estudio publicado por la revista Pediatric Obesity ha descubierto que los niños que se pasan la noche viendo la televisión o usando el ordenador tienden a tener hábitos de estilo de vida más pobres y son menos propensos a descansar lo suficiente. Los investigadores averiguaron que los estudiantes con acceso a un dispositivo electrónico tenían 1,47 veces más probabilidades de tener sobrepeso que los niños que no tenían este tipo de dispositivos en su dormitorio.

4. Tus platos y tazones son del tamaño y color equivocado

Pon la misma cantidad de comida en un plato grande y luego en un plato de tamaño moderado. Es muy probable que percibas que la cantidad de comida en el plato más grande es menor porque sobra plato por todos lados. Cuando servimos comida en platos más grandes, subconscientemente queremos llenar el espacio vacío. La investigación de Cornell demostró que tanto los adultos como los niños vertían más cereal en tazones más grandes y consumían un 44% ciento más de calorías.

Otro estudio de Cornell demostró que el color del plato podría ejercer un efecto significativo en la cantidad de pasta que sirves sin darte cuenta. En el estudio, los participantes a los que se les sirvió pasta en un plato blanco pusieron en su plato un 22% más de pasta que los que recibieron platos rojos. La meta, dicen los científicos, es crear un mayor grado de contraste entre la comida que estás comiendo y el plato en el que te sirves.

5. Tienes la fruta escondida en el frigorífico

Si pones los alimentos saludables fuera de tu vista, es menos probable que los consuma. ¿Pero por qué están fuera de tu vista en primer lugar? La mayoría de las frutas no necesitan ser refrigeradas, y es estéticamente atractivo mantenerlas fuera. Cómprate un frutero y llénalo con artículos coloridos y saludables como manzanas, naranjas y peras.

Lo que realmente comemos

6. Abusas de la calefacción y el aire acondicionado

Un estudio reciente publicado en la revista Diabetes sugiere que el mero hecho de regular correctamente la temperatura en casa puede ayudarte a perder grasa mientras duermes. Las temperaturas más frías mejoran sutilmente la eficacia de nuestras reservas de grasa marrón, la grasa que te mantiene caliente, ayudándote a quemar la grasa almacenada en tu vientre. Los participantes pasaron unas semanas durmiendo en habitaciones con temperaturas variables. Después de cuatro semanas durmiendo a 18 grados, los sujetos casi habían duplicado sus volúmenes de grasa marrón.

7. Las luces de tu casa son demasiado tenues por las mañanas

Tras una mala noche de sueño, las hormonas que controlan el hambre pueden volverse locas y hacernos desear comida basura. Eso es malo, pero puede empeorar si no consigues poner algo de luz en tu vida a primera hora cuando te despiertas. Los adultos que no duermen bien y además no se ven expuestos a una luz potente por la mañana tienen concentraciones más bajas de leptina (una hormona que nos hace sentir llenos), según ha demostrado un estudio publicado en el International Journal of Endocrinology.

El estudio mostró que las personas que usan luz azul en sus casas (el tipo de luz que dan las bombillas de bajo consumo) tenían niveles más altos de leptina. Así que en cuanto te despiertes, abre las cortinas o, si aún está oscuro, enciende las luces de bajo consumo.

8. Tienes demasiadas pantallas de televisión

La ciencia lo confirma: Mientras más televisión consumas, mayor será tu riesgo de volverte obeso. Saca el televisor de la cocina; ya que solo servirá para invitarte a comer. Una vez hayas reducido la cantidad de televisores que tienes en casa, reduce la cantidad de programas de televisión que ves.

9. Tu sala de estar es demasiado acogedora

Tras un largo día en el trabajo, resulta tentador tirarte en tu acogedor sofá y no moverte hasta que sea la hora de dormir. No importa si estás leyendo, comprando por Internet o incluso continuando con tu trabajo, sigues sentado, y eso es malo. Los científicos todavía están estudiando exactamente por qué sentarse es tan perjudicial para la salud, pero una explicación obvia y parcial es que cuanto menos nos movemos, menos combustible necesitamos; el exceso de azúcar en sangre inunda el torrente sanguíneo y contribuye a la diabetes y a otros riesgos relacionados con el peso.

10. Tu equipo de ejercicio está guardado

Cuando las mancuernas, las bicicletas estáticas y las cintas de correr están fuera de la vista, están fuera de la mente, lo que puede hacer que sigas engordando. En lugar de guardar tus equipos de ejercicio en el sótano, ponlos en otro sitio en el que te guste pasar el tiempo.

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