Nada acaba antes con el progreso que la indecisión.
Algunas personas tienen el valor de ir tras lo que quieren mientras que otras siguen permitiendo que el polvo se acumule sobre sus sueños.
A continuación te contamos cuáles son las 4 cualidades más evidentes que separan a los emprendedores de los soñadores. ¿Qué eres tú?
1. Tienen valor suficiente para pedir lo que quieren
El difunto Steve Jobs nos dio una gran cantidad de consejos a lo largo de su vida. Cuando se trata de convertir nuestros sueños en realidad, ninguno es más importante que el siguiente:
"La mayoría de la gente nunca coge el teléfono. La mayoría de la gente nunca llama y pregunta. Y eso es lo que separa a veces a las personas que hacen cosas de las que solo sueñan con ellas. Tienes que actuar. Tienes que estar dispuesto a fracasar. Tienes que estar dispuesto a chocar y quemar. Si tienes miedo de fracasar, no llegarás muy lejos".
Si alcanzas tus metas y no tienes cicatrices, no estás apuntando lo suficientemente alto.
Tienes que salir al mundo. Debes aprender a bailar en los límites. Tienes que estar dispuesto a caer.
La gente que quieres a tu alrededor no se dedica a burlarse de la gente cuando esta falla.
Así que, por supuesto, habla con la gente sobre tus ideas para hacerlas más estrictas y pídeles consejo sobre cómo puedes convertir tus sueños en realidad. Sin embargo, no estropees el final del juego después de hacer todo ese esfuerzo - y pasar todo ese tiempo - por no tener el valor suficiente para pedir lo que quieres.
El respeto se da y el progreso les llega a las personas que tienen el valor de decir, "¡Esto es lo que quiero hacer y me encantaría que me dieses tu ayuda!"
2. Comprenden que nada impide el progreso más que la indecisión
No existen las decisiones malas.
La única cosa que cualquiera de nosotros puede predecir con precisión sobre el futuro es que seguirá siendo altamente impredecible.
Esto es algo que los emprendedores comprenden. La experiencia les ha enseñado que lo único que pueden controlar con algún nivel de certeza es la cantidad de cuidado e intensidad que aportan a su trabajo.
Así que en lugar de dejarse paralizar por la indecisión, toman lo que creen que son buenas decisiones y luego se esfuerzan por hacerlas grandes.
Si el coronavirus nos ha enseñado algo, es que no tenemos ni idea de lo que pasará mañana.
Nunca olvides que la calidad de tus decisiones es un reflejo directo del compromiso que das a tu trabajo.
Por supuesto, la idea de que gran parte de la vida está fuera de nuestro control puede ser aterradora. Sin embargo, también puede ser extremadamente liberadora. Sirve como un recordatorio de que no tenemos control alguno sobre las cosas que van a pasar el día de mañana, así que también podríamos hacer lo que queremos para perseguir nuestros sueños hoy.
3. Priorizan sus sistemas sobre sus resultados
Deja de visualizar tus éxitos futuros y céntrate en el trabajo diario.
Los resultados tienen poco que ver con los objetivos que nos fijamos y casi todo que ver con los sistemas que seguimos. Las metas son los resultados que deseamos alcanzar. Los sistemas son los procesos que llevan a esos resultados. Si quieres obtener resultados, olvídate de las metas. Concéntrate en tu sistema.
Si quieres alcanzar tu objetivo de convertirte en un autor de best-sellers, deja de soñar con todos los elogios que recibirás y en su lugar comprométete a escribir 1.000 palabras al día, todos los días.
Si deseas recibir fondos para tu startup, deja de pensar en toda la atención que recibirás y en su lugar concéntrate en hacer todo lo posible para construir unos buenos cimientos.
El éxito les llega a las personas que abrazan los días aburridos, a las que aprenden a amar los martes.
Esto no significa que no puedas soñar a lo grande o fijarte unos objetivos más elevados. Por supuesto que puedes. Tan solo significa que si quieres convertir tus ideas en una realidad tienes que dar más crédito a tus sistemas que a cualquiera de los resultados potenciales.
4. Abrazan sus miedos
Pongamos el ejemplo de una persona que tartamudea. Esta seguramente pierda una gran cantidad de días de su vida preocupándose por lo que los demás piensan sobre ella. Sin embargo, una vez que tome la decisión de enfrentarse a este miedo haciendo un trabajo de ventas, algo mágico puede suceder: por cada persona que se burle de ella, habrá 100 personas dispuestas a ayudarle.
Los clientes querrán trabajar con esta persona porque respetan lo que está haciendo. Los gerentes de otras compañías intentarán contratarla porque pensarán que es una persona valiente.
Probablemente nunca será el mejor orador del mundo. Probablemente nunca le inviten a grabar un audio-libro.
Sin embargo, nada de lo que le digan le impedirá ir tras lo que quiere.