Por qué dejar de centrarte puede ayudarte a encontrar soluciones

Los seres humanos necesitamos tiempo y espacio para desenfocarnos. Nuestras ideas más brillantes se nos suelen ocurrir en los momentos de descanso.

La mayoría de nuestros mejores pensadores han ensalzado durante mucho tiempo las virtudes de la comprensión de nosotros mismos. En la antigua Grecia, el acto de vagar por la mente era considerado como una forma de guiarnos hacia un estado saludable del ser, para volver a conectar con una parte de nosotros mismos a la que, de otro modo, estaríamos ciegos.

Muchos de nosotros estamos atrapados en la búsqueda de formas de ser más productivos. Escribimos interminables listas de tareas y descargamos aplicaciones de planificación, siempre buscando actividades a las que dedicar nuestra atención. Sin embargo, hay que tener en cuenta los periodos del día en los que permitimos que nuestra mente vague sin rumbo.

Srini Pillay, neurocientífico y aclamado escritor, argumenta por qué debemos incluir estas pausas en nuestro día. En un artículo para la Harvard Business Review, este escribe:

No es de extrañar que estos periodos intensos de hiperconcentración nos hagan sentir quemados y apáticos. Especialmente en el mundo de la tecnología, llevamos la ocupación como una insignia de honor, evitando el aburrimiento a toda costa. Pero como explica Pillay, "de acuerdo con investigaciones recientes, tanto la concentración como la desconcentración son vitales. El cerebro funciona de forma óptima cuando alterna entre la concentración y la desconcentración, lo que permite desarrollar la resiliencia, mejorar la creatividad y tomar mejores decisiones".

Es cierto. Ser un emprendedor y un líder de éxito significa estructurar nuestros días de forma que permitan la inmersión en el trabajo profundo y la suave conexión a tierra que ofrecen los períodos de ensoñación. Incorporar deliberadamente ambas cosas a tu rutina diaria puede ayudarte a reforzar tu agilidad y capacidad para gestionar el cambio con mayor eficacia.

Las investigaciones modernas han descubierto que cuando se permite a tu cerebro vagar, sin pensar en nada en particular, siguen surgiendo patrones de actividad conocidos como red de modo por defecto (DMN, por sus siglas en inglés). Esto significa que durante los períodos de descanso la DMN utiliza la energía para activar viejos recuerdos, y para conectar creativamente puntos a los que de otra manera no podríamos acceder.

Los investigadores cognitivos creen que para maximizar los beneficios de permitir que nuestra mente divague, debemos apoyarnos en la ensoñación constructiva positiva (PCD, por sus siglas en inglés), que energiza el cerebro y se caracteriza por la imaginería lúdica y el pensamiento creativo.

Las soluciones llegan cuando no estamos ocupados directamente en tareas, y tenemos la libertad mental para entretenernos con nuevas ideas y encontrar conexiones que antes se nos habían escapado. Se encuentran en el espacio liminal entre el enfoque y el desenfoque.

Tu estado de ánimo cuenta mucho. Si estás alejado del trabajo "ocupado" pero pensando en todo lo que podría o ha salido mal, en realidad no estás descansando. De acuerdo con los investigadores, nuestras reflexiones fuera de la tarea - ya sean positivas o negativas a propósito - son las que marcan la diferencia.

No es de extrañar entonces que nuestras mayores inspiraciones parezcan llegar cuando estamos tomando el sol mientras damos un paseo o nadando al aire libre. Cualquier emprendedor sabe que las mejores ideas surgen de los lugares más insospechados. Participar en una actividad discreta que te guste es una parte vital para llegar a lo más profundo de los recuerdos perdidos y conectar los puntos para las soluciones ahora, y en el futuro.

El objetivo es lograr un equilibrio entre la inmersión total y una mente relajada y errante. Aquí es donde nuestras ideas audaces y extravagantes encontrarán espacio para crecer y florecer.