El año pasado fue agotador para los líderes, pero ahora podría ser el momento perfecto para reevaluar.
Cuando los países y los estados empezaron a declarar órdenes de confinamiento al principio de la pandemia, la mayoría de los líderes empresariales se centraron en las acciones cotidianas para mitigar la crisis inmediata, garantizar la seguridad de sus empleados y poner en marcha un plan de supervivencia, olvidándose de los resultados trimestrales.
Más tarde, en el transcurso de los 12 meses siguientes, a medida que las economías locales iban y venían con los cambios en los índices de casos y los cambios en las directrices y mandatos, muchas organizaciones empezaron a elaborar planes a más largo plazo, solo para que se volvieran a tirar a la basura debido a otra circunstancia fuera de su control.
El resultado de todo esto es una plantilla agotada y una falta de apetito por parte de los líderes para empezar a levantar su horizonte de enfoque. La pregunta que más me hacen ahora es: "¿Debemos siquiera intentar construir planes a largo plazo con tanta incertidumbre todavía?".
A lo que mi respuesta es un inequívoco sí. Desde mi punto de vista, la proactividad siempre es mejor que la reactividad, y en realidad hay muchas cosas que todavía se pueden controlar. Por no hablar de que pensar a largo plazo te ayudará a acelerar tus motores de nuevo y a asegurarte de que no te pillen desprevenido.
Para ello, aquí hay tres cosas prácticas que puedes hacer hoy para elevar tu enfoque a largo plazo.
1. Restablecer tus principios rectores
Algo extraño empezó a suceder 3 meses después de que se iniciara la pandemia. De repente, los equipos de liderazgo empezaron a centrarse en lo que era verdaderamente importante para ellos. Tanto si se trataba de sus valores y cultura fundamentales, como de sus clientes clave o de su oferta principal, se encontraron en una posición de mayor claridad de lo que les guiaba.
Cuando las organizaciones crecen, las cosas se acumulan: una línea de productos por aquí, un nuevo proceso por allá. Ninguna de ellas es problemática por sí sola, pero con el tiempo se acumulan y corren el riesgo de oscurecer quién eres, qué haces y a quién sirves. No es que se haya perdido de vista por completo, pero las cosas son definitivamente turbias.
Entonces, cuando las opciones son limitadas y te ves obligado a entrar en el modo de supervivencia, esas adiciones que parecían una buena idea en su momento empiezan a parecer más bien un lastre y es mucho más fácil desprenderse de ellas.
Ahora es un buen momento para codificar esos cambios, para reajustar tus principios rectores. Reúne a tu equipo en una sala y responde a estas preguntas con una perspectiva de futuro:
- ¿A quién servimos?
- ¿Qué problema resolvemos?
- ¿Cuál es nuestra solución?
- ¿Qué nos hace diferentes?
- ¿Qué impacto tiene eso?
- ¿Por qué es importante para nosotros?
- ¿Qué características valoramos?
Es probable que haya algún debate animado sobre las respuestas aquí, y eso es estupendo. Tu trabajo es buscar los temas clave y luego alcanzar un consenso.
2. Reimaginar lo que se puede conseguir
Para un gran número de líderes empresariales, el año pasado les ha quitado el apetito por el riesgo. Demasiadas variables han reducido su capacidad para valorar de forma realista las posibles ventajas de apostar por una nueva oferta de productos, una campaña de marketing o una expansión geográfica.
Sin embargo, la dinámica de estos próximos 12 meses podría ser ideal para experimentar con algunas ideas nuevas. Los economistas estiman que el crecimiento mundial de este año rondará el 4%, por lo que habrá muchas oportunidades para las organizaciones que estén preparadas.
Tras reajustar sus principios rectores, podría estar bien preparado para aprovechar este próximo periodo de exuberancia reimaginando lo que podría lograr como organización.
He aquí algunas preguntas que puedes plantear a tu equipo para iniciar el debate.
Dentro de un año, ¿qué sería lo más obvio que podríamos conseguir?
- ¿Lo más obvio que podríamos conseguir?
- ¿Lo más audaz que podríamos conseguir?
- ¿Lo más fácil que podríamos conseguir?
- ¿Lo más difícil que podríamos conseguir?
- ¿Lo más loco que podríamos conseguir?
Anima a tu equipo a soñar un poco más grande y luego fija dos o tres objetivos específicos para los próximos 12 meses.
3. Hacer algunos experimentos
Una cosa que hemos aprendido de los últimos 12 meses es que es importante no mantener todas las esperanzas puestas en una estrategia, un producto o un mercado. Cuando se tira de la manta, es mucho más fácil sobrevivir cuando se tienen varios caballos en la carrera.
Cuando se aplican varias estrategias hacia el mismo objetivo, se tiene la oportunidad de repartir las apuestas, ver cuál despega y, si es necesario, cambiar de enfoque en un momento dado.
En lugar de definir una estrategia clara para cada objetivo que tengas, lleva a cabo de tres a cinco experimentos a corto plazo con el fin de comprobar cuál puede dar resultado y luego apuesta por los que te funcionen.