La alimentación consciente es una poderosa técnica que ayuda a prevenir los atracones y puede reforzar el rendimiento en el trabajo.
Cuando estás pendiente del ordenador, ¿piensas en lo que comes o simplemente te lo metes en la boca? Es probable que sea lo segundo. ¿Y cuánto tiempo tardas en comer en el trabajo? Probablemente menos de 20 minutos. ¿Y dejas de comer cuando te sientes satisfecho o te acabas todo lo que hay en el plato, en el tupper o lo que te han envuelto "para llevar" en papel? No es de extrañar que te lo acabes, sin tener en cuenta el tamaño de las porciones, para poder atender esa llamada, reunión, recado o simplemente seguir el ritmo cada vez más rápido al que trabajamos.
La alimentación consciente es una práctica que puede transformar nuestra salud drásticamente. La alimentación consciente consiste simplemente en ser consciente de lo que se come y de la cantidad que se come. Cuando comemos de forma consciente, nos centramos en cosas como el color de la comida, el tamaño de la porción, la forma en la que se presenta, la procedencia de la comida, cómo nos sentimos cuando la comemos y cómo la comida va a nutrir nuestro cuerpo.
Sara Vance, CN, autora de The Perfect Metabolism Plan y nutricionista del reputado Golden Door Spa, explica que "cuando un cliente me dice que tiene indigestión después de comer, antes de preguntarle qué está comiendo, le pregunto cómo está comiendo. En la mayoría de las ocasiones, comen delante del ordenador mientras trabajan. Siempre digo que el estrés y la digestión no son compatibles".
Vance utiliza la analogía de la conducción distraída para explicar lo que ella denomina "alimentación distraída". Explica que "cuando comemos frente al ordenador, la televisión o mientras conducimos, no estamos concentrados en nuestra comida". La alimentación consciente es la práctica de comer sin distracciones. Cuando comemos con atención, no solo digerimos mejor la comida, sino que la disfrutamos más".
Un estudio reciente ha demostrado que la atención plena - y no ciertos alimentos - es lo que conduce a la pérdida de peso y a una mejor salud. El estudio concluyó que: "Se ha demostrado que el aumento de la alimentación consciente ayuda a los participantes a tomar conciencia de su cuerpo, a estar más en sintonía con el hambre y la saciedad, a reconocer las señales externas para comer, a ganar autocompasión, a disminuir los antojos de comida, a disminuir la alimentación problemática y a disminuir la alimentación impulsada por la recompensa".
A pesar de que puede ser poco realista contar los bocados o examinar el color y la textura de los tomates de la comida, al menos puedes ralentizar el ritmo al que masticas. Y antes de masticar, pregúntate: ¿Estoy escuchando las señales de mi cuerpo? ¿Estoy comiendo porque el reloj marca el mediodía o porque realmente tengo hambre? De lo contrario, gran parte de nuestro consumo de alimentos, sobre todo cuando trabajamos, tiende a producirse en forma de alimentación adictiva, por estrés o por aburrimiento; básicamente, lo contrario de la alimentación consciente.
Entonces, ¿cómo puedes probar la alimentación consciente por ti mismo? Prueba el siguiente ejercicio, pero escoge un momento en el que no estés mirando el teléfono o escribiendo delante del ordenador. Reserva un tiempo para comer simplemente, no para hacer varias cosas a la vez. Así se hace.
1. Mira la comida y fíjate en su color, textura y tamaño. Toma un bocado y mastica muy despacio, y hazte consciente de la sensación del olor, el sabor y la textura. Sigue masticando, porque muchos de nosotros tragamos la comida antes de tiempo, lo que puede provocar indigestión, calambres y, naturalmente, comer en exceso y aumentar de peso.
2. Tómate al menos 20 minutos para comer, haz una pausa entre bocado y bocado y suelta el tenedor. Si esto te resulta difícil, convierte la "comida rápida" en un reto físico comiendo con la mano no dominante o utilizando palillos.
3. Usa tu mente. Agradece la comida y piensa en su procedencia, en quién te la ha preparado (incluso si la has preparado tú, agradécelo) y en los condimentos o sabores específicos que te gustan. Piensa en cómo te hace sentir la comida mientras la comes y, sobre todo, después, ya que esto puede ayudarte a tomar mejores decisiones sobre tu alimentación en el futuro. ¿Te da energía? ¿Te hace sentir aletargado? ¿Te arrepientes de haber comido algo? Piensa en por qué comes y en lo que te metes en la boca, aprendiendo a disfrutar y apreciar de verdad la comida sencilla y saludable.
Por último, tómate un pequeño descanso cuando te sientas satisfecho. Vance también comenta que "el cerebro y el cuerpo tardan unos 20 minutos en registrar la sensación de saciedad". Los resultados más probables serán: consumir menos calorías y comer menos sin sentirse privado; mejorar la digestión; comprender mejor las señales de hambre; y mejorar la capacidad de dejar de comer cuando te sientas satisfecho, de modo que no estés comiendo por incomodidad. En general, cambiarás tu relación con la comida, te centrarás menos en la alimentación por recompensa y reducirás la frecuencia de las comidas problemáticas.
Así que, si puedes, tómate los 30 minutos lejos de tu trabajo y de tu escritorio. Esta pausa no solo dará lugar a un rendimiento más eficiente, sino que también volverás a tu escritorio sintiéndote más concentrado y recargado. Aunque no es realista hacer esto todos los días, al menos intenta reducir el ritmo al que comes. Sentirás los resultados con tu primera comida, y te pondrás en la dirección correcta para crear un hábito sencillo y saludable que puede mejorar rápidamente tu salud y tu digestión, ayudarte a sentirte mejor y hacerte más productivo en casa y en la oficina.