Elimina las distracciones que te impiden realizar tu trabajo con estas cuatro soluciones.
Concentrarte puede ser difícil. Incluso en tus mejores días, estás rodeado de distracciones. Cuando te cuesta concentrarte, no puedes centrarte en lo que hay que hacer, pierdes tiempo y te estresas. Es hora de revisar algunas soluciones.
1. Establece el trabajo y cíñete a este
Cuando te embarcas en una tarea sin un plan, es como hacer un viaje por carretera sin un mapa. Tienes que saber hacia dónde te diriges. Una parte fundamental del ejercicio del dedo cognitivo es la planificación.
¿Qué hacer? Antes de empezar una actividad, crea un plan de acción detallado. ¿Qué necesitas hacer? ¿Cuánto tiempo puedes dedicarle? ¿Necesitas ayuda adicional? Haz un mapa de tu tarea desde el principio hasta el final, y no olvides secuenciar las tareas y numerarlas. Así te asegurarás de no pasar nada por alto.
Si tiendes a procrastinar y parece que no puedes empezar con tu plan, dite a ti mismo que trabajarás en este solo durante 10 minutos, empezando en 10 minutos. El miedo a empezar suele ser mayor que la ejecución de la tarea. El plan no será perfecto la primera vez, pero no pasa nada: al menos has empezado. Y una vez que hayas finalizado tu plan, comprométete con este de todo corazón. No te rindas ante las interrupciones.
Ejemplo en la práctica: He aquí un ejemplo de advertencia que muestra lo que puede ocurrir cuando no se planifica. Hace unos años, Hershey's se empeñó en conseguir atención viral en Internet y tomó la precipitada decisión de cambiar su logotipo de un beso de Hershey tridimensional a uno bidimensional. Si la empresa se hubiera tomado más tiempo para planificar, se habría dado cuenta de que tenía que hacer primero algunas pruebas de marketing con los consumidores. Cuando el nuevo logotipo llegó, no se parecía a una deliciosa golosina de chocolate. En cambio, la gente se quejó de que parecía un trozo de caca.
2. Delega el trabajo que consume tiempo
Podrías dedicar todas tus horas de vigilia a un trabajo que requiere mucho tiempo. El trabajo que consume tiempo es como los esteroides para el estrés: lo contrario de lo que quieres. Tu éxito depende de tu capacidad para delegar la mayor cantidad posible de trabajo que consume tiempo.
¿Qué hacer? Acepta la delegación y la planificación. Empieza cada semana tomando nota de las personas que te rodean, sus habilidades y su disponibilidad de tiempo. A continuación, planifica el trabajo que más tiempo te consume y alinéalo con sus habilidades. Asegúrate de que estos empleados son capaces de asumir el trabajo. Si no lo son, tómate un tiempo para entrenarles, formarles y prepararles para la tarea o, mejor aún, asigna a otro directivo o empleado para que les forme.
Cuando se trata de delegar, "puedo hacerlo más rápido yo mismo" es una excusa terrible. Lo único que consigues es sobrecargarte y que no puedas concentrarte. "Puedo hacerlo mejor yo mismo" es igual de malo. No permites que los demás asuman más responsabilidades, sean reconocidos o adquieran habilidades.
Ejemplo en la práctica: El estimado filántropo estadounidense Eli Broad ha construido KB Home y Sun America, dos empresas de la lista Fortune 500. Broad atribuye gran parte de su éxito a la capacidad de delegar. Considera que la incapacidad de delegar es uno de los mayores problemas de liderazgo. Aconseja a los líderes que se centren en las tareas más importantes y encuentren la manera de delegar todo lo demás.
3. Presta atención a los puntos en los que tu mente divaga
La mente de todo el mundo divaga. Es natural. Pero a no ser que te dediques a un campo muy creativo, la divagación de la mente puede interrumpir la productividad. Te conviene prestar mucha atención a dónde se aventura tu mente.
¿Qué hacer? La próxima vez que veas que tu mente divaga, déjate llevar y tómate un momento para reflexionar. ¿Hacia dónde se dirige tu mente? ¿Es un área de pasión? ¿Es una preocupación subyacente? Anota algo rápido y programa un tiempo en tu calendario para pensar en ello más tarde. Si te estás preparando para una gran presentación en el trabajo y tu mente se desvía hacia la preocupación de que te has olvidado de cerrar la puerta de casa, esto puede desviar tu atención. Actúa. Llama a un vecino o haz un viaje rápido a casa. Cuando vuelvas, podrás concentrarte mejor en la tarea que tienes entre manos.
Ejemplo en la práctica: Uno de mis clientes es un antiguo vicepresidente de una empresa de venta de muebles. Se acercó a mí con la preocupación de que su mente vagaba a menudo pensando en el diseño de la tienda. Siempre esperaba con impaciencia la temporada de vacaciones. Le encantaba visitar las tiendas y ver sus diseños y decoraciones navideñas. Esta era claramente un área de pasión, así que decidimos actuar. El vicepresidente se matriculó en un curso de diseño de interiores de tres meses de duración, lo que finalmente le llevó a conseguir un ascenso en operaciones y, posteriormente, una promoción a director de operaciones. Presta atención a las cosas sobre las que divaga tu mente: es probable que esté tratando de decirte algo.
4. No hagas nada
Es importante parar y tomarte un descanso de vez en cuando. Si estás constantemente en modo "listo para disparar", tu respuesta de lucha o huida está siempre activada, y tus niveles de cortisol estarán por las nubes. A veces, la única forma de reducir el cortisol a niveles saludables es parar. No hacer nada puede ser una receta para el éxito.
¿Qué hacer? Dedica de 10 a 15 minutos. Busca un lugar tranquilo, cierra la puerta, apaga todos tus dispositivos e incluso cierra los ojos. Concéntrate en tu respiración al inhalar y exhalar. Deja que todas tus preocupaciones, miedos y temores desaparezcan. Al cabo de 15 minutos, verás que eres capaz de concentrarte mejor. Ese breve respiro puede ser justo lo que necesitas para recuperar un estado de equilibrio.
Ejemplo en la práctica: Cada vez que tengo programada una visita de un día completo a un cliente, preveo 15 minutos para no hacer nada. Durante esos 15 minutos, me dedico por completo a la inacción. Busco un lugar cómodo, apago todos los dispositivos y me siento. Cierro los ojos, me concentro en mi respiración y escucho cómo el oxígeno fluye por mis pulmones. Cuando reanudo mi trabajo, me siento rejuvenecido y preparado para afrontar lo que venga después. Hay un valor oculto en el tiempo vacío.