Cómo trabajar cuando no te apetece
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Evitar las tareas diarias puede afectar negativamente a nuestra felicidad, a nuestras cuentas bancarias e incluso a nuestra salud, sin embargo, puedes aprender a seguir adelante.

La procrastinación no es buena. Sentarte en el sofá para ver el próximo episodio de tu serie favorita en Netflix puede proporcionarte un alivio momentáneo, sin embargo, esto es un subidón fugaz. Independientemente de si estás evitando un fregadero lleno de platos, una nueva presentación para el trabajo o ir al gimnasio, retrasar las cosas puede transformar una tarea simple en una lista sin fin de tareas pendientes.

Los estudios han demostrado que a largo plazo, la procrastinación afecta negativamente a nuestra salud, riqueza y felicidad. Por ejemplo, en una encuesta a 10.000 personas realizada por el Grupo de Investigación de Procrastinación de la Universidad de Carleton (EE. UU.), el 94% de los encuestados dijo que la procrastinación afecta negativamente a su felicidad. Mientras que el 19% dijo que el efecto es extremadamente negativo.

La otra cara de la procrastinación es la motivación. Según Psychology Today, “la motivación es literalmente el deseo de actuar y avanzar hacia un objetivo”. Cuando se está construyendo un negocio, ese deseo es esencial, y también puede ser exasperantemente evasivo.

Sin embargo, el éxito no siempre empieza con una motivación extraordinaria. Al igual que una bola de nieve que va ganando velocidad, la motivación a veces aumenta después de que hayamos empezado.

¿Cómo podemos conseguirlo? Para alcanzar nuestros objetivos no es necesario tener una motivación consistente. Podemos lograr grandes cosas, incluso cuando no tenemos ganas de hacer nuestras tareas cotidianas. Así es cómo puedes hacerlo.

Acaba con el ciclo destructivo de la procrastinación

La evasión aumenta gradualmente nuestra ansiedad, haciéndonos aún más propensos a procrastinar, un patrón que va intensificándose con el tiempo. Para acabar con este círculo vicioso, es importante identificar por qué estamos evitando una actividad en concreto.

Heidi Grant Halvorson y E. Tory Higgins, coautores de “Focus: Use diferentes formas de ver el mundo para potenciar el éxito y la influencia”, explican que el enfoque motivacional afecta a la forma en la que abordamos los desafíos de nuestras vidas. “Las personas centradas en la promoción ven sus objetivos como la creación de un camino para ganar o avanzar y se concentran en las recompensas que se acumularán cuando las alcancen”, escriben Grant Halvorson y Higgins en el Harvard Business Review.

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“Las personas centradas en la prevención, por el contrario, consideran sus objetivos como responsabilidades y se concentran en mantener la seguridad. Se preocupan por lo que podría salir mal si no trabajan lo suficiente o no tienen el suficiente cuidado”.

Estos dos tipos también pueden afectar a la forma en la que posponemos las cosas para más adelante. La procrastinación centrada en la prevención tiene que ver con la prevención de una pérdida. Por ejemplo, necesitas contratar a tu primer empleado, pero te preocupa elegir a la persona equivocada. Una mala contratación te haría perder tiempo y dinero, por lo que simplemente pospones el proceso por completo.

La procrastinación centrada en la promoción se produce cuando consideramos una tarea como una forma de subir de nivel, pero aún así no encontramos el impulso necesario para empezar. Por ejemplo, es posible que creas que el yoga te ayudaría a compensar el estrés que sufres en el trabajo, sin embargo, todas las mañanas te tomas un café en lugar de meditar.

No cabe duda de que nuestras emociones desempeñan un papel esencial tanto en el enfoque de promoción como en el de prevención. A ambos lados de la ecuación, la parte de “sentirlo” se convierte en una pendiente difícil de subir. Sin embargo, no tienes que tener ganas de hacer algo para poder hacerlo.

Permite que esa sensación te absorba durante unos instantes. Cuando prefieras visitar al dentista en lugar de hacer frente a tus análisis u hojas de cálculo, elimina tus sentimientos de la ecuación. Decide de antemano dónde y cuándo vas a empezar con esas tareas y olvídate de tus emociones. No pienses en ello ni sopeses los pros y los contras. Si tenías la intención de empezar a las 3 de la tarde, simplemente hazlo. Comprométete con el horario que has creado.

Aprovecha el poder del impulso

Todas las mañanas me paso al menos una hora escribiendo cosas. Esta rutina diaria me ayuda a motivarme. No invoco la inspiración para esta práctica; simplemente lo hago, y luego empiezo a sentirme entusiasmado con los proyectos que me esperan.

En cuanto des un paso adelante, el impulso pronto te mantendrá en marcha. Esto se debe a que el impulso sostenido hacia una meta crea un efecto compuesto: el principio de que un esfuerzo constante e incremental puede producir cambios drásticos a lo largo del tiempo.

Procrastinar de forma productiva

Warren Buffett, director ejecutivo de Berkshire Hathaway, es uno de los inversores más exitosos del mundo y la tercera persona más rica del planeta. También es un perfecto ejemplo para ilustrar el efecto compuesto.

Entre los 32 y 44 años, Buffett aumentó su patrimonio neto en un 1.267%. Se trata de una cifra bastante impresionante, al menos hasta que miras sus próximos 12 años. Entre los 44 y los 56 años, este aumentó su patrimonio neto en un asombroso 7.268%. Construyó su cadena de inversiones, y nunca miró hacia atrás.

No rompas tu cadena

Todos hemos oído hablar sobre la “Estrategia de Seinfeld”, que el famoso comediante utilizó para perfeccionar sus famosas habilidades. Hace años, colgaba un calendario de pared en un lugar destacado y dibujaba una gran “X” roja durante el día si había escrito chistes nuevos. Conforme las X empezaron a amontonarse, su motivación creció. “Te gustará ver esa cadena”, le dijo Jerry Seinfeld a un joven comediante. “Tu único trabajo es no romper la cadena”.

Mucha gente emplea esta estrategia para hacer un seguimiento de todo, desde salir a correr hasta cocinar, ahorrar dinero y trabajar en sus empresas. El autor James Clear dice que la Física de la Productividad - es decir, la Primera Ley de Newton aplicada a la formación de hábitos - explica por qué esta táctica suele funcionar. “Los objetos en movimiento tienden a permanecer en movimiento”, escribe Clear. “Una vez que una tarea ha comenzado, es más fácil seguir adelante”.

Iniciar la acción, como empezar a preparar la descripción del puesto o enviar un correo electrónico a un colega para conseguir referencias, hace que sea más fácil continuar ese temido proceso de contratación. Las rutinas también pueden aumentar la potencia del movimiento hacia adelante. Si quieres escribir una entrada en un blog, elige una hora cada día en la que escribirás solo un párrafo. Mantén esta rutina hasta que hayas terminado.

¿Quieres acelerar tu impulso? Crea un ritual para adoptar tu rutina. Haz cinco minutos de respiración consciente. Abra un canal “chill out” en Spotify y enchufa los auriculares. O sírvete una taza de café fresco y luego comienza.

Procrastinación desde la a hasta la z

El acto que elijas es mucho menos importante que el ritual en sí, ya que la repetición diaria “prepara” tu cerebro para afrontar la tarea.

Enciende las llamas del progreso

La motivación no es el fuego que alimentará tu éxito. Tampoco es fuerza de voluntad o contención. Según Jeff Haden, autor de The Motivation Myth (el mito de la motivación), la motivación es un resultado, no un estado elusivo que precede a la actividad significativa. La motivación es “el fuego que comienza a arder después de que manualmente, dolorosamente, das el primer paso, y te alimentas de la satisfacción de verte a ti mismo progresar”, escribe Haden.

El impulso de perseguir una meta difícil, pero deseable, suele aparecer después de ponernos manos ala obra. El primer paso puede ser pequeño, pero es un salto enorme hacia lo que deseas. Así que, haz lo que puedas para empezar.

Determina qué te está haciendo procrastinar, crea horarios firmes para esquivar la dilación y adopta rituales que te hagan sentirte bien. Cuando nos desviamos de nuestro propio camino, el progreso es casi inevitable. Hasta la chispa más pequeña puede convertirse en un gran fuego.

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