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Los yates ya no están de moda. Las mejores oficinas de diseño compiten en la creación del submarino más lujoso del mundo.

Para los que estén ya aburridos de los grandes yates multimillonarios, de los tediosos helipuertos y de los soporíferos jacuzzis, ya pueden ir pensando en M7, de 280 metros de eslora, diseñado por la compañía austriaca Migaloo Private Submersible Yachts.

Si es de los que quieren el helipuerto en una embarcación en el mar, el M7 no solo cuenta con espacio para que aterrice su helicóptero sino que también cuenta con piscina, suites VIP, múltiples hangares y un diseño que se inspira en los destructores de clase Zumwalt de la Marina de los EE. UU. (Ah, sus motores son diesel-eléctrico, en vez de utilizar energía nuclear).

Inmersión total en el mundo del lujo: Un submarino por 2.300 millones $

Y al contrario que un yate, que solo se encuentra en la superficie flotando como si fuera un trozo de madera barnizada a la deriva de 200 millones de dólares, el M7 puede sumergirse hasta 458 metros de profundidad y navegar a crucero bajo el agua a 20 nudos. Lo verdaderamente apasionante, según el Cangrejo Sebastián cantó en una ocasión, está “en el fondo del mar”.

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Puede que la vida sea mejor en las profundidades marinas, pero el M7 le costará bastante. Su etiqueta no tiene aún un precio exacto, afirma Christian Gumpold, director ejecutivo de Migaloo. Pero la cifra de 2.300 millones de dólares, se acerca.

“Esto podría hacer que fuera con seguridad el artículo privado más caro del mundo”, según Gumpold.

El M7 no es el único submarino al alcance de los más ricos, quienes se lo pueden permitir. Durante dos décadas, las compañías como Triton Submarines, DeepFlight Adventures, U-Boat Worx BV, y Seamagine Hydrospace Corp. han fabricado y vendido “sumergibles”. Estos son vehículos más pequeños, con capacidad para sumergir de dos a ocho pasajeros a unos 300 metros de profundidad para explorar el océano durante varias horas seguidas. OceanGate Inc., fundada por el empresario aventurero Stockton Rush, tiene previsto llevar pasajeros a los restos del Titanic en 2018.

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Sin embargo, los sumergibles no pueden regenerar su propia energía y tienen que confiar en los yates u otras embarcaciones para el transporte y servicio de larga distancia. Son bastante asombrosos pero son más James Cameron y menos James Bond.

Total, los lujosos yates sumergibles son un artículo de reciente producción. Tres compañías - Migaloo, U.S. Submarines Inc., con sede en Florida, y Ocean Submarine en los Países Bajos - producen diseños de sumergibles que aspiran a ser el sueño de los villanos de Bond: capaces de viajar 1.600 km o más, destinados al lujo, y el tipo de base de operaciones bajo el mar desde la que se puede dominar el mundo, o quizás solo alojar a los amigos durante una semana para explorar.

Como se puede imaginar, los submarinos privados son desorbitadamente caros. El Nomad 1000 de U.S. Submarines - con asientos para 10 y hasta 24 personas, cubre un rango de 1.800 km y puede sumergirse hasta los 300 metros de profundidad - tiene un precio inicial de 6,5 millones de dólares. Su buque insignia, el Phoenix 1000, de 65 metros de eslora, con más de 460 m2 en su interior, tiene un coste estimado de 90 millones de dólares.

De manera que, mientras docenas de sumergibles privados merodean por las profundidades, actualmente no existen submarinos privados de lujo. De todas las imágenes que circulan en Internet, los submarinos como el M7 y el Phoenix 1000 continúan (en su mayoría) siendo una teoría.

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“Ahora mismo no estamos construyendo nada”, comenta Bruce Jones, fundador y director ejecutivo de U.S. Submarines, y añade que su compañía, afiliada con Triton, se centra en sumergibles “porque es donde está el mercado”.

“Parece un enorme ejercicio de ingeniería cara - y sin demostrar - en el sector recreativo”, comentó Stewart Campbell, editor de Boat International. “Los yates son a menudo un juego que tiene que ver con el volumen - ¿cuánto espacio se puede incluir en el casco y en la estructura de la embarcación? Hay un cálculo de coste por tonelada bruta que el mundo de los grandes yates conoce. Me imagino con uno de estos grandes sumergibles, la ecuación desaparece. No va a tener un gran volumen comparado con lo que costaría, y un yate similar ofrecería mucho más en todos los sentidos”.

También es posible que la preocupación por la seguridad frene a los posibles compradores, aunque todos los fabricantes de sumergibles se someten a los estándares de seguridad publicados por las organizaciones como la American Bureau of Shipping y la DNV GL noruega, además de a las normas de la U.S. Navy’s Subsafe. Todos ellos presumen de registrar datos perfectos, con cerca de un millón de pasajeros anuales que se sumergen como turistas.

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De los tres fabricantes, solo Ocean Submarine (que abastece a la armada militar de submarinos) tiene un contrato para la finalización de una embarcación civil, para, según el director ejecutivo Martin van Eijk denomina, “un cliente muy rico”. Prevista su entrega en 2018, el Neyk L3 de casi 20 metros, cuenta con asientos para 20 pasajeros, dependiendo de su configuración, tiene bar, cocina y biblioteca. (Van Eijk no sabía qué libros va a haber).

El L3 puede que sea más pequeño que el resto de la oferta de Migaloo, pero su tamaño ofrece algunas ventajas. La idea de lujo de la compañía es, según sus catálogos, algo así como “más que cuero Connolly”.

Como en el caso, por ejemplo, del de un Lamborghini, se trata de confort y control: sus propulsores verticales permiten al L3 permanecer quieto en un sitio a pesar de las corrientes oceánicas; su tren de aterrizaje permite al sumergible entrar en las playas (no es necesario puerto deportivo); y el viaje es tranquilo y preciso, con un rango de cobertura entre 925 y 2.800 km. Además, solo cuesta 20 millones de euros (23,8 millones de dólares), prácticamente una ganga. (¡Compre dos!).

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Aprender a pilotar estos sumergibles - o mejor dicho, enseñar a una tripulación a pilotarlo - es esencial. “Cuando un submarino está en la superficie, es igual que cualquier otro barco”, afirmó van Eijk. “Pero cuando se baja a la profundidad hay que comprender algunas reglas”.

Comenta que Ocean Submarines tiene un centro de formación alemán, con el mismo simulador que el de las aeronaves. “Podemos simular el mismo interior de la cabina de mando para que el cliente vea exactamente cómo va a funcionar el submarino”, mencionó. Normalmente la formación dura cuatro meses.

En cuanto el submarino y la tripulación están preparados, puede ir donde quiera, según me comentan los fabricantes. No existen restricciones legales específicas para los submarinos civiles en ningún lugar del mundo. Esto no significa que las guardias costeras no observen su presencia.

“Cuando se trae un sumergible a aguas territoriales ajenas, no todo el mundo permite tan alegremente sumergirse”, comentó Patrick Lahey, fundador y presidente de Triton Submarines. “Las zonas que parecen más preocupantes en cuanto al uso de sumergibles son Grecia y Francia, puesto que tienen antigüedades en el fondo y les preocupa que alguien que posea un sumergible pueda bajar y sustraer lo que podría ser una parte importante de su historia”. (Los brazos mecánicos de agarre y las campanas cerradas de buceo son piezas adicionales populares en la mayoría de los submarinos).

Hay una forma de aliviar estas preocupaciones, comentó Lahey. “Implique a las autoridades locales en lo que hace, para asegurar que no está allí para saquear sus antigüedades sino para darles la oportunidad de bucear en sus propias aguas y ver cosas que quizás nunca han visto”.

Si eso no funciona, siempre puede invitarlos a sumergirse en uno de sus jacuzzis, o a ver una película a media noche de la nueva entrega de Star Wars en el cine al aire libre del submarino. Y si aparecen los paparazzi para espiar, puede hacer lo que los propietarios de simples grandes yates no pueden hacer nunca: Bucear.

Fuente: Bloomberg

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