6 pasos para vencer la ansiedad
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Algunos consejos para luchar contra la ansiedad y no permitir que controle tu vida.

Salí de la reunión sintiéndome eufórico. Llevaba dos años y medio luchando por convertir mi trabajo secundario en el principal, y el contrato que acababa de firmar significaba que todo el esfuerzo había merecido la pena.

Sin embargo, esa sensación indescriptible de que tus sueños se hacen realidad duró poco.

Esa misma noche, mientras comía un poco de pizza y helado para celebrarlo con mi mujer y nuestros dos hijos, de repente mi corazón empezó a acelerarse y empezaron a sudarme las palmas de las manos. Al darme cuenta de que algo iba mal, me levanté de la mesa y salí a la terraza a tomar el aire. Luego acerqué una silla, elegí un punto negro en un ladrillo rojo y durante cinco minutos me concentré en respirar lo más lentamente posible mientras me recordaba que no estaba sufriendo un ataque al corazón.

Cuando pasó el ataque de ansiedad y conseguí que mi respiración se relajase, me invadió una extraña sensación de orgullo. Por primera vez en mi vida, en vez de permitir que la ansiedad se apoderara de mí, fui capaz de detectarla antes de que se me fuera de las manos e hice todo lo posible para controlarla.

Sin embargo, más tarde esa noche me di cuenta de que en la docena de ataques de pánico que había tenido en mi vida, siempre había habido un desencadenante obvio de por qué se habían producido. En mis veinte y treinta años, la ansiedad social y el abuso del alcohol eran la causa principal. Sin embargo, este ataque, el primero que tuve a los cuarenta años, no podía entender por qué había sucedido y este pensamiento me paralizó tanto como el propio ataque.

Sobre el papel, mi vida era perfecta. Mis dos hijos pequeños estaban sanos y felices y tenía una hermosa mujer que me amaba. No solo eso, sino que, tras años de lucha, mi carrera estaba exactamente donde quería.

A pesar de lo bien que creía que me iba, era evidente que algo iba mal. Tardé una hora más o menos en determinar lo que era, pero finalmente lo averigüé: Había dado por sentada la relación que tengo conmigo mismo.

Durante las semanas anteriores a mi gran reunión, había empezado a engañarme poco a poco. En lugar de dar prioridad a mi propio bienestar personal - lo que me llevó a adquirir un impulso positivo en primer lugar -, puse mi carrera en primer lugar y dirigí mi cuerpo y mi mente hacia mis objetivos profesionales.

En resumen, no tuve un ataque de ansiedad por nada importante. Tuve un ataque de ansiedad porque no le di a las pequeñas cosas el respeto que merecían.

Para retomar el camino, durante los últimos meses he estado haciendo una autoauditoría para identificar mejor las cosas que no puedo permitirme ignorar.

Al leer el resto de este artículo, no cometas el mismo error que yo y pienses que algunas de las cosas que enumero parecen básicas. Esto se debe a que cuando se trata de nuestro propio bienestar y salud mental, lo básico no es lo básico: lo básico es lo importante.

Un apunte rápido pero importante: no soy médico y no intento jugar a serlo en Internet. El texto que sigue, así como la búsqueda de ayuda profesional, son simplemente los pasos que he decidido dar en un intento de controlar mejor mi ansiedad para que no siga controlándome.

1. Recurrir a tu familia a primera hora de la mañana en lugar de a la tecnología

En cuanto el éxito estuvo al alcance de mi mano, en vez de seguir la regla de tomarme las mañanas con calma, atacaba inmediatamente el día. Nada más levantarme, cogía el teléfono para consultar el correo electrónico en lugar de pasar tiempo con mi mujer. Llevaba a mis hijos al colegio a toda prisa, en lugar de disfrutar del desayuno juntos y jugar unos minutos en el parque que hay frente a nuestra casa. Hacía llamadas de camino al trabajo, en lugar de tomarme tiempo para respirar el aire fresco.

Empezar el día lanzándote al trabajo puede funcionar para algunas personas. Pero a mí no me funciona. Necesito despertarme lentamente. Necesito respirar. Necesito tomarme el tiempo necesario para recordarme que lo que tengo es mejor que lo que creo que quiero.

2. Dejar las zapatillas de correr junto a la puerta de entrada

Charles Duhigg, en su libro "El poder del hábito", acuñó el término "hábitos clave". En resumen, un hábito clave es un hábito que tiene el poder de desencadenar una reacción en cadena que ayuda a que otros buenos hábitos se afiancen.

Sin duda, para mí personalmente, el ejercicio es mi hábito clave, especialmente correr. Los días que corro, por mucho que no quiera hacerlo, soy más creativo y más amable conmigo mismo y con la gente que me rodea. Después de todo, es difícil frustrarse con los hijos después de pasar 30 minutos corriendo.

Durante las semanas que precedieron a mi ataque de ansiedad, había dejado de correr. Como resultado, no solo puse en peligro mi trabajo, sino también las relaciones que tengo con las personas que más significan para mí, así como mi vida.

Puede que no quiera hacer ejercicio todos los días, pero ya no es una opción.

3. Tomar descansos a lo largo del día incluso cuando creas que no los necesitas

Todos los días, cuando hablo con mis clientes, les recuerdo que deben encontrar tiempo cada día para desconectar. Esto es importante no solo cuando las cosas van mal, sino también cuando van bien.

7 cosas que necesitas saber sobre la ansiedad

Después de mi ataque de pánico, resultaba evidente que tenía que seguir mi propio consejo. Trabajaba hasta la hora de la comida. Ignoraba el recordatorio de las 3 de la tarde para salir a tomar el sol. Lo peor de todo es que seguía trabajando las tres primeras veces que mi mujer me llamaba para cenar.

Nuestras ideas necesitan tiempo para respirar. Nuestras mentes necesitan tiempo para respirar.

Nuestros cuerpos necesitan tiempo para respirar. Necesitamos tiempo para respirar.

4. Llevar a tus hijos al parque

Me enorgullezco de ser no solo un buen padre, sino uno muy implicado. Estoy orgulloso de no limitarme a bañar a mis hijos, sino de meterme en la bañera con ellos. Estoy orgulloso de no limitarme a ir al parque, sino de correr con mis hijos hasta el columpio. Estoy orgulloso de no limitarme a llenar globos de agua, sino de permitir que de vez en cuando me tiren uno a la cara.

Sin embargo, durante el mes que precedió a mi ataque de ansiedad, no estaba orgulloso de no haber hecho ninguna de estas cosas. Puede que estuviera físicamente presente cuando pasaba tiempo con mis hijos, pero no estaba ahí para ellos ni mental ni emocionalmente.

Mi amigo Rafael Sarandeses tiene toda la razón: "Nuestro tiempo no es nuestro mayor activo, sino nuestra presencia".

5. Acurrucarte con tu pareja en el sofá después de acostar a los niños

Mi mujer y yo tenemos dos hijos pequeños y no tenemos precisamente mucho tiempo para estar solos. Sin embargo, antes de mi ataque de ansiedad, en lugar de pasar una o dos horas al final del día acurrucado con ella en el sofá o relajándome en nuestra terraza, optaba por encerrarme en mi despacho.

Me había prometido a mí mismo que, pasara lo que pasara en la vida, mi mujer sería siempre mi prioridad número uno. Durante las semanas previas a mi último ataque de ansiedad, rompí esa promesa.

A veces estoy tan atrapado en lo que quiero, que no aprecio realmente lo que ya tengo. Ya tengo la esposa de mis sueños. Ya tengo la familia de mis sueños. Ya tengo los amigos de mis sueños.

6. Poner la alarma para irte a la cama

Hay una buena razón por la que la mayoría de los libros para padres recomiendan establecer una rutina nocturna para los hijos. Si no tienen una estructura, se convierten en pequeños gremlins borrachos, que ríen y saltan un minuto y lloran y se tambalean al siguiente.

Como adulto, no soy tan diferente. Puede que quedarme despierto hasta tarde para trabajar una noche no me convierta en un monstruo. Pero si me permito hacerlo durante dos o tres noches seguidas, mis acciones empiezan a parecerse a las de mis temibles niños de las 11 de la noche.

Sé que para poder no solo hacer mi mejor trabajo, sino, lo que es más importante, ser el mejor padre, marido y amigo que puedo ser, necesito descansar. También sé que, con dos hijos pequeños que se despiertan al menos tres veces por noche, tengo que ser estricto con la hora a la que me acuesto y asegurarme de dormir al menos 8 horas cada noche.

Cómo encontrar la calma cuando sufras ansiedad y estrés

Durante mucho tiempo, maldije mi ansiedad. Hoy, sin embargo, la veo como mi mayor maestro. Me hace saber cuando me estoy inclinando demasiado en la dirección equivocada.

Sobre todo, me recuerda que tengo una vida, no una carrera. Y si pienso vivir una larga vida, será mejor que empiece a dar a mi cuerpo y a mi mente el respeto que se merecen.

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