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El columnista de Bloomberg Leonid Bershidsky ha compartido su opinión sobre cómo será la lucha entre los dos gigantes del petróleo por el mercado europeo.

Mientras el presidente Vladimir Putin intenta devolverle a Rusia su papel protagonista en Oriente Medio, Arabia Saudí está empezando a pisarle terreno suministrando petróleo de menor precio a Polonia.

En un reciente foro de inversiones, Igor Sechin, director ejecutivo de Rosneft, la mayor petrolera de Rusia, se quejaba de la entrada de los saudíes en el mercado polaco. «Están practicando dumping de forma activa», comentó. Otros ejecutivos del petróleo ruso están también preocupados. Nikolai Rubchenkov, ejecutivo de Tatneft, dijo en una mesa redonda para debatir aspectos relacionados con el petróleo el jueves pasado:

«¿Acaso no es esta medida un primer paso hacia el reparto de los mercados occidentales? ¿No debería contener la estrategia energética del gobierno algunas medidas para salvaguardar los intereses de Rusia en sus existentes mercados occidentales?».

Los comerciantes y refinadores europeos confirman que Arabia Saudí ha estado ofreciendo su petróleo con importantes descuentos, haciéndolo más atractivo que el petróleo ruso. Y, a pesar de que la mayoría de las refinerías del este de Europa en estos momentos dependen tecnológicamente de la mezcla de crudo ruso, los petroleros de Rusia hacen bien en preocuparse.

En los '70, Arabia Saudí envió la mitad de su producción de petróleo a Europa pero, después, la Unión Soviética construyó oleoductos de exportación en sus abundantes yacimientos de petróleo de Siberia Occidental y los saudíes tuvieron que cambiar el rumbo a los mercados asiáticos, donde la demanda estaba creciendo y podían aprovecharse de unos mejores precios. La participación saudí en el mercado europeo del crudo siguió cayendo y, en 2009, alcanzó su punto más bajo, situándose en el 5,9%. Por su parte, la participación de Rusia alcanzó un máximo del 34,8% en 2011. Pero en los últimos años, la presencia saudí ha ido aumentando paulatinamente, alcanzando una participación del 8,6% en 2013, aunque nunca había probado suerte en Polonia.

Como le ocurre a la mayoría de los países de Europa central y oriental, Polonia lleva mucho tiempo siendo cliente de las petroleras rusas. El año pasado, en torno a tres cuartas partes de sus importaciones de combustible vinieron de Rusia, completando el resto importaciones procedentes de Kazajstán y otros países europeos. Sin embargo, Polonia juega un papel crucial para reducir la dependencia de la Unión Europea de la energía rusa. Desde que Putin se anexionara la península de Crimea a expensas de Ucrania el año pasado, Polonia, vecino de Ucrania, ha aumentado los gastos militares y otros elementos para reforzar su seguridad. Está además trabajando con sus vecinos más pequeños. El jueves pasado, anunció un acuerdo con Lituania, Letonia y Estonia para construir un gaseoducto de gas natural desde y hacia las repúblicas Bálticas, asegurando su independencia futura de los suministros de gas ruso.

En este contexto, un proveedor nuevo y de confianza es un regalo del cielo. Por lo que respecta a los saudíes, necesitan expandirse más allá de las fronteras de Asia, donde la demanda está cayendo.

El Kremlin y los petroleros rusos llevan tiempo notando la avidez de Europa por la diversificación energética y han estado buscando nuevos mercados. Hasta la década del 2000, casi la totalidad de las exportaciones de petróleo ruso eran hacia Europa pero, al llegar el año pasado, esa cuota se había reducido a menos de dos tercios.

En los mercados asiáticos, Rusia se ha convertido en un serio competidor de los saudíes. En mayo, los suministros de petróleo ruso a China llegaron incluso a superar temporalmente a los de Arabia Saudí. Ahora que los saudíes están inmersos en una implacable guerra de precios por la cuota de mercado, no solo con los productores estadounidenses de petróleo de esquisto, sino con todos los proveedores que no son miembros de la OPEP están introduciéndose en el mercado tradicional de Rusia.

Esto podría dar lugar a un tira y afloja entre los dos mayores exportadores de petróleo del mundo, ya en desacuerdo por lo que respecta al conflicto en Siria. Hasta el momento, la OPEP y la Agencia Internacional de la Energía predicen un insignificante aumento de la demanda para el próximo año; pero si la economía china sigue teniendo peores resultados de lo esperado, ese gran mercado podría hacerse demasiado pequeño para los rusos y los saudíes. Ambas economías dependen del petróleo y mantener su cuota de mercado es una cuestión de supervivencia.

La competencia en materia de petróleo supone un trasfondo peligroso para la política de Putin en Oriente Medio. El líder ruso espera que cuando su aliado Irán vuelva a entrar en el mercado mundial del petróleo y el gas, su país participe de alguna forma en los beneficios, quizás gracias a nuevos oleoductos que atraviesen Siria. También quiere evitar que los saudíes establezcan rutas de exportación en Siria. Ahora que la supremacía de la energía rusa en Europa corre peligro, la determinación de Putin para resolver el conflicto sirio en sus propios términos solo puede ir en aumento.

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